Desde la destrucción de Códices Mayas en 1562 por contener “mentiras del diablo”, las quemas de libros considerados «no alemanes» por la Alemania nazi en la década de los treinta hasta la destrucción masiva de obras durante las dictaduras en Chile y Argentina en los setentas, la censura ha estado presente en diferentes momentos de la historia. Y, aunque parecería una cosa del pasado, en pleno siglo XXI, la historia continúa.
Aunque hoy en día no se queman libros -se pueden perseguir las ideas, pero hay que cuidar el medioambiente-, la censura es un tema cada vez más preocupante en algunos países como Estados Unidos, Rusia, China, Afganistán y hasta Argentina.
“En 2025, la censura de libros en Estados Unidos es rampante y habitual. Nunca antes en la vida de ningún estadounidense vivo se habían retirado sistemáticamente tantos libros de las bibliotecas escolares de todo el país”, señala el informe de este año de la organización PEN America sobre la censura de libros en ese país.
Según la organización, que protege la libertad de expresión y los derechos de los escritores, la censura de libros en las escuelas se ha convertido en una parte rutinaria y esperada del funcionamiento de las escuelas, especialmente en estados como Florida, Texas y Tennessee. Y se prevé que esto también ocurra en estados como Pensilvania, Míchigan y Minnesota.
“Si un libro es censurado, es casi una garantía de que vale la pena leerlo. Lo que está pasando en Estados Unidos no es nuevo, pero sí es más grande que nunca. Miles de libros han sido retirados de escuelas y bibliotecas y el motivo es porque hablan de cosas que les incomodan: racismo, feminismo, identidad, poder”, asegura en su cuenta de Instagram María José Castaño, directora del Podcast Biblioteca Personal.
En Florida la pelea ha llegado hasta los tribunales
La lucha contra la censura ha traspasado las aulas y ha llegado incluso a los estamentos judiciales.
En agosto pasado, un juez federal declaró como “demasiado amplia e inconstitucional” la ley promovida en 2023 por el gobernador de Florida, Ron DeSantis, que establecía un proceso mediante el cual los padres podían oponerse a la lectura de material «pornográfico» o que «representa o describe conductas sexuales» y exigir la que los libros fueran retirados y permanecieran no disponibles.
El juez argumentó que la ley promovida por el líder republicano «no evalúa la obra para determinar si tiene algún valor holístico» y «no especifica qué nivel de detalle ‘describe la conducta sexual'».
Y la novela sigue. El Fiscal general de la Florida, James Uthmeier, -ex jefe de gabinete del DeSantis, apeló este nuevo fallo a mediados de septiembre.
Un panorama preocupante
En el año escolar 2024-2025, PEN America registró 6.870 casos de prohibición de libros en 23 estados y 87 distritos escolares públicos. En total, desde julio de 2021, el índice de prohibiciones de PEN America acumula 22.810 casos de prohibición de libros en 45 de los 52 estados de la unión.
La novela gráfica Género Queer, de Maia Kobabe, fue el libro más prohibido en las escuelas de 2021 a 2023 debido a su temática de identidad de género, su abordaje a la sexualidad y a viñetas que se consideraron sexualmente explícitas, como en las que se recrea a una pareja de jóvenes tendiendo sexo oral. De 2023 a 2025, la obra con más vetos es La naranja mecánica, de Anthony Burgess.
Y es que ningún autor, por más Premio Nobel que sea, parece estar a salvo de la censura de los grupos conservadores. ¿Sabía usted que Cien años de soledad, el clásico de Gabriel García Márquez, y La Casa de los Espíritus, de la chilena Isabel Allende, fueron prohibidos en algunos distritos escolares estadounidenses en pleno 2025?
Incluso: La Biblia fue prohibida en uno de los estados.
¿Cómo se aplica la censura en las escuelas?
De acuerdo a la organización, la prohibición de un libro escolar se refiere a cualquier medida tomada contra una obra por su contenido y como resultado de protestas de padres o de la comunidad, decisiones administrativas o en respuesta a medidas directas o amenazas de funcionarios gubernamentales. Esto conduce a que un libro sea retirado por completo de la disponibilidad para los estudiantes, o a que se restrinja o reduzca el acceso al mismo.
Con el argumento de “Proteger a sus hijos”, diferentes grupos conservadores, como Madres por la Libertad han ganado fuerza en Estados Unidos ejerciendo presión para la prohibición de títulos que consideran dañinos para los menores.
“Los adolescentes tienen sexo o piensan en ello o tienen curiosidad, si podemos darle alguna forma de pensar sobre este tema que les permita verlo de una manera más amplia, más alla de por ejemplo la primera vez que les afecta creo que es mejor. Siempre digo que no se puede educar a los niños con ignorancia, hay que educarlos con conocimiento”, aseguró la famosa escritora de novelas para jóvenes Ellen Hopkins a la DW en abril de este año.
El problema no es solo de Estados Unidos. En Argentina, por ejemplo, se ha intentado censurar obras como Si no fueras tan niña, de Sol Fantin; Las primas, de Aurora Venturini; Las aventuras de la China Iron, de Gabriela Cabezón Cámara y Cometierra, de Dolores Reyes por considerarlos pornográficos, dejando de lado su intención de denunciar problemáticas sociales de violencia contra la mujer.
“Los censores ideológicos de hoy no se nutren de la cantidad de libros prohibidos, sino de las ideas y las personas que contienen. Prohibir libros con protagonistas trans como Llámame Max, de Kyle Lukoff, nunca será suficiente, porque siempre habrá historias y estudiantes trans. Del mismo modo, prohibir Querido Martin, de Nic Stone, nunca satisfará a quienes promueven la censura de libros, porque habrá más historias sobre las experiencias de las personas negras en Estados Unidos y sobre el impacto del racismo en la vida de los jóvenes. No se trata de censurar un solo libro, sino de controlar por completo la narrativa”, concluye el informe de Pen America.
Si bien cada padre de familia está en la libertad -y en la obligación- de cuidar y elegir los contenidos que consumen sus hijos menores de edad, la censura sistemática de obras de temáticas relacionadas con la raza, la sexualidad o el abuso del poder plantea preguntas profundas sobre el interés por silenciar la voz de ciertos grupos sociales y las ideas que estos representan.
“Son historias distintas, pero todas tienen algo en común: le recuerdan al poder que no puede controlar la imaginación ni la forma de pensar. Los libros son peligrosos, no cambian el mundo, pero sí cambian a las personas que lo harán, por eso hay que leerlos y releerlos”, asegura Castaño en su publicación de Instagram.
Los libros más prohibidos del año escolar 2024-2025
En el año escolar 2024-2025, las prohibiciones de libros afectaron a 3.752 títulos únicos en 87 distritos escolares de todo el país. Los autores más censurados fueron Stephen King , Sarah J. Maas y Jodi Picoult. Más del 80 % de todas las prohibiciones se originaron en tan solo tres estados: Florida, Texas y Tennessee.
Estos son los diez títulos que más han recibido vetos en Estados Unidos:
1. La naranja mecánica, de Anthony Burgess
El libro, incluido dentro de los 100 mejores libros del siglo pasado según la revista Time, ha sido censurado principalmente por su alto contenido de violencia explícita y delitos sexuales. Su naturaleza provocadora y gráfica ha sido considerada inapropiada para ciertos entornos escolares.
2. Breathless, de Jennifer Niven
Ha sido censurado por su tratamiento abierto de la sexualidad adolescente. Algunos sistemas escolares argumentan que es demasiado explícito para estudiantes de secundaria y que aborda la sexualidad con un nivel de detalle que consideran inapropiado.
3. Vendida, de Patricia McCormick
Su censura en EE. UU. se relaciona con la crudeza de su contenido: explotación sexual, violencia física y emocional, y la representación directa de traumas. Algunos distritos consideran que su lenguaje y situaciones son demasiado perturbadores para estudiantes menores de edad.
4. La última noche en el Club del Telégrafo, de Malinda Lo
Obtuvo el Premio Nacional del Libro y es uno de los bestseller del New York Times, además ganó el Premio Stonewall Book. Su veto se relaciona con la representación que hace del romance entre dos mujeres y porque aborda temas de identidad queer en adolescentes.
5. Una corte de Niebla y furia, de Sarah J. Maas
La obra fue ganadora del premio Goodreads Choice Award y ha sido número uno en ventas. La censura surge por sus escenas sexuales explícitas y por el tono adulto del romance, que algunos consideran inapropiado para las bibliotecas juveniles.
6. Crank, de Ellen Hopkins
Los vetos se explican por la presencia de drogas, agresiones sexuales y conductas autodestructivas. Algunos distritos consideran que la representación de la adicción es demasiado detallada y temen que pueda “normalizar” el consumo.
7. Forever…, de Judy Blume
Judy Blume es una figura clave en la literatura juvenil por abordar temas que antes eran tabú en la adolescencia. Ha sido prohibido repetidamente por su descripción franca del sexo adolescente, control de la natalidad y conversación abierta sobre el deseo.
8. Las ventajas de ser invisible, de Stephen Chbosky
Fue denominado Mejor libro para jóvenes adultos y mejor libro para lectores reacios de la Asociación Americana de Bibliotecas. A pesar de que ha ayudado a muchos estudiantes a hablar de salud mental, algunos distritos lo consideran demasiado intenso para ciertas edades.
9. Wicked, de Gregory Maguire
Los vetos suelen surgir por escenas sexuales, temas de poder político y contenido considerado inapropiado para lectores jóvenes que buscan “un libro de Oz”. Su tono adulto y complejo hace que algunos distritos lo retiren de colecciones escolares.
10. No todos los chicos son azules, de George M. Johnson
Es uno de los libros más censurados de los últimos años por sus descripciones explícitas de experiencias sexuales, su enfoque en la identidad LGBTQ+ y su análisis del racismo.
11. Una corte de rosas y espinas, de Sarah J. Maas
Maas mezcla romance, acción y criaturas mágicas en un tono dirigido a jóvenes adultos. Suele prohibirse por escenas sexuales y contenido romántico explícito.
12 Damisela, de Elana K. Arnold
Su censura proviene de la presencia de violencia sexual, coerción y abuso emocional. Aunque usa estos elementos para denunciar sistemas patriarcales, algunos educadores la consideran perturbadora para colecciones escolares.
13. La DUFF, de Kody Keplinger
Aunque Keplinger aborda temas como la autoestima, la sexualidad y la presión social, los vetos están motivados por sus escenas sexuales, el lenguaje directo y la exploración franca de relaciones adolescentes.
14. Diecinueve minutos, de Jodi Picoult
Ha sido retirado de bibliotecas por su representación de violencia extrema, discusiones sobre armas y escenas sexualmente explícitas.
15. Tormenta y furia, de Jennifer L. Armentrout
Se censura sobre todo por su contenido romántico de tono adulto y presencia de violencia sobrenatural. Algunos distritos lo eliminan preventivamente por considerarlo más maduro de lo que su portada o estilo sugieren.
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