“Una chispa y un plan se encuentran y así surge el libro”, dice el escritor Pedro Lemus

A sus veintinueve años, el escritor barranquillero Pedro Lemus ha dado mucho que hablar con su ópera prima Lo llamaré amor, en la que disecciona el amor paternal y de pareja.
 
“Una chispa y un plan se encuentran y así surge el libro”, dice el escritor Pedro Lemus
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Simón Granja Matias

Cuando niño, lo que realmente quería hacer Pedro Lemus era inventar canciones, no obstante, terminó siendo escritor. Nadie lo veía venir, ni siquiera él mismo. Su madre pensó que se dedicaría a algo musical, como ingeniero de sonido, nunca a la literatura. Y es que Pedro, entre los 6 y los 16 años, no leyó ni un solo libro, pero sí se aprendió todas las baladas en español que pudo, específicamente del pop romántico. Aun hoy lleva con orgullo una camiseta con la cara de Rocío Dúrcal. Aunque, aclara, las canciones que conoce de memoria son todas las de Shakira.

También tuvo una época más “barranquillera” en el sentido de aprender músicas más de la zona, como salsa y merengue, porque su familia paterna solía reunirse y a él le encantaba cantar con sus tías. Algo similar le sucedió una vez se graduó del colegio a los 15 años y viajó a Bogotá para estudiar administración de empresas en la Universidad de los Andes, pues se dio cuenta de que había canciones que en cierto punto de la fiesta todo el mundo las cantaba y él no las conocía. Así que al día siguiente buscaba la canción y no descansaba hasta aprenderla completa. “Yo puedo sorprender hasta con un hit de heavy metal”, dice entre risas.

Su paso por la carrera de administración fue de dos semestres, incluso intentó tomar materias de economía para hacer doble programa. Sin embargo, se dio cuenta de que no era lo suyo, no tenía amigos y no veía un camino claro. Así que se retiró y volvió a Barranquilla con su familia mientras decidía qué hacer. Sus padres, ambos arquitectos, nunca le dijeron qué estudiar, pero sí les preocupaba que estudiara algo. Pasó un tiempo y decidió regresar a la universidad aun sin tener claro qué carrera seguir. En la Universidad e respondieron que debía escribir una carta pidiendo el reintegro y diciendo a cuál carrera quería ingresar. El plazo máximo era ese mismo día.

“Me senté con esos folletos de ciencias sociales, artes y humanidades y ahí le doy una última mirada y digo, me parece que va a ser literatura y ya”, cuenta Pedro relajado. Eligió esa carrera porque le parecía chévere ser estudiante de literatura, “sonaba cool”, dice. No empezó a estudiar con la intención de algún día escribir un libro, de hecho, era un lector ocasional. Incluso, su tesis fue más académica que creativa, aunque con demasiadas libertades. 

El curso de la vida de Pedro estaba más dirigido a que continuara su trabajo como editor de libros, un trabajo que hace muy bien en la editorial independiente Laguna Libros desde hace 5 años, donde editó Galápagos de Fátima Vélez, Sofoco de Laura Ortíz y La mata de Eliana Hernández, en coedición con Cardumen. Sin embargo, fue hasta cuando quiso poner fin a un proyecto que detonó la chispa del libro que lo tiene ahora sentado hablando como escritor y no como editor de libros.

“Una chispa y un plan se encuentran y así surge el libro”, dice. Pedro llevaba varios años publicando horóscopos en Twitter. “No tenía ni idea de astrología”, aclara. Simplemente eran mensajes cortos y poéticos en segunda persona que empezaron a ser muy exitosos, hasta el punto que desde la revista Arcadia le dieron la opción de publicarlos. Fue más o menos entre 2018 y 2019 que se le ocurrió que podría convertir todos los horóscopos que había publicado en un libro. Sin embargo, la escritura lo guió por otro camino y terminó escribiendo sobre las casas que él habitó. Se dio cuenta de que en esa historia cabía mucho, y abandonó la idea de los horóscopos. A esto se sumó que “estaba muy entusado y fantaseaba con el momento en el que Simón lo fuera a leer”.

Todos los días, a las 6:30 de la mañana empezaba a escribir un párr afo, se hacía su desayuno y luego se iba a trabajar. Y así, párrafo a párrafo, día a día, empezó a escribir un libro que tres años después se encontraría en las librerías con el título: “Lo llamaré amor“.

Pedro es muy editor porque no solo edita sus palabras escritas sino también las habladas. Cuando habla pide permiso para perderse en sus ideas, luego las recoge todas y aclara lo que quiso decir. Así fue con su libro, leía y releía cada párrafo. “Hasta 80 veces y veía que estuviera bien. Es una cosa del yo obsesivo y del yo editor”, cuenta.

Su relación con el libro hoy es extraña porque el amor del que habla en él ahora es distinto, porque entre esas palabras hay muchos guiños de verdad, al fin y al cabo es en parte un retrato de su vida pero mediado por lo engañoso que es la memoria, y también por lo encantador que puede ser la ficción.

Foto Luis Egurrola
Locación Galería MAZ-Del Portillo

Quizá es todo lo anterior, o quizá son muchas cosas más de las que Pedro no tiene certeza, pero sin duda es un libro que quien lo lee se siente cercano, identificado, conmovido, tocado, ¿golpeado? Carolina Sanín dice: “Esta novela fulgurante es la acción certeza del amor mudable”. Y Margarita García Robayo: “Como alguien que se disecciona lentamente para estudiar su fragilidad y luego traducirla en imágenes tan bellas como inclementes, Lo llamaré amor nos ofrece una mirada sofisticada y escandalosamente conmovedora”.

Mientras tanto, Pedro ve el libro y entiende que ahora es escritor. Y así como cuando empezó a estudiar literatura le parecía cool ser estudiante de literatura, ahora le parece cool ser escritor. Sin embargo, tiene claro que lo importante de ser escritor no es parecer uno, sino sentarse a escribir párrafo a párrafo, día a día, y editarlo una y otra vez para al final aprendérselo como si fuera una canción de Rocío Dúrcal.

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noviembre
28 / 2023