En las calles de Soacha, entre el ruido constante de buses que anuncian su próxima parada, se escuchan diversas expresiones que funcionan como elogio, celebración y hasta con entusiasmo: ¡Severa garulla! ¡Es que la garulla me dio la fuerza! No se trata de una exageración lingüística ni de una moda pasajera, se trata de un amasijo que desde hace décadas acompaña la vida cotidiana del municipio y que hoy se encuentra a un paso de ser reconocido como patrimonio cultural e inmaterial de Colombia, al lado de preparaciones ya consagradas como la bandeja paisa y el ajiaco.
Este avance se gestó en la Comisión Sexta del Senado, donde se aprobó en tercer debate el proyecto de ley que busca promover y proteger este amasijo como símbolo cultural y como sustento económico de las comunidades que han mantenido viva su elaboración. El reconocimiento nacional ampliaría una distinción que ya existe, debido a que la garulla cuenta con la declaratoria de Patrimonio Cultural Inmaterial de Cundinamarca, gracias a su profundo arraigo social y a su permanencia en el tiempo.
Una memoria hecha de masa
“La garulla soachuna nos recuerda quiénes somos, qué nos identifica y qué nos une. Con más de un siglo de presencia en la vida cotidiana de la comunidad, constituye mucho más que una preparación culinaria. Representa un conjunto de saberes transmitidos de generación en generación que configuran la memoria histórica y el sentido de pertenencia de sus habitantes”, afirmó la senadora Sandra Ramírez, del partido Comunes, quien lidera esta propuesta legislativa.
En esa declaración se resume buena parte del valor simbólico del producto. Este amasijo es el resumen de un trabajo del campo, de una harina que se amasa y de la memoria gustativa de la comunidad soachuna.
¿Pero qué es exactamente la garulla?
La garulla es un amasijo elaborado a partir de harina de maíz, cuajada, queso, manteca de cerdo y otros ingredientes que los productores prefieren no detallar y que forman parte de secretos heredados. Su preparación conserva técnicas tradicionales que no han sido estandarizadas, lo que explica por qué cada puesto y cada familia defienden una textura particular y un sabor reconocible.
En Soacha, la garulla se come con masato de arroz, una bebida fermentada que completa la experiencia y que ha convertido a este conjunto en uno de los principales atractivos gastronómicos para quienes transitan entre el sur de Bogotá y los municipios vecinos.
Lo que propone la ley
El proyecto aprobado en tercer debate plantea varias acciones concretas. Una de ellas es establecer el 2 de mayo como el Día de la Garulla Soachuna, una fecha pensada para celebrar, visibilizar y promover su consumo. También se busca fomentar la producción y la comercialización de la garulla, con el objetivo de generar beneficios económicos directos para los productores locales.
Otro punto central es la creación de un Plan Especial de Salvaguardia, que sería diseñado e implementado por el Gobierno Nacional y ejecutado por el Ministerio de Cultura. Este plan deberá desarrollarse en un plazo no mayor a 12 meses a partir de la vigencia de la ley y garantizará la preservación y promoción de la Garulla Soachuna como patrimonio cultural.
Dónde probarla y cómo reconocerla
Para comer garulla, el lugar natural es Soacha, especialmente el Parque Principal Alfonso López Pumarejo, donde se concentran puestos tradicionales como Las Negritas; La Gata Golosa, ganadora del Garulla Fest 2024; Algarulla’s y otros espacios que ofrecen este amasijo acompañado de masato, avena o chocolate. En Bogotá existen opciones puntuales como la panadería La Garulla, en Kennedy, y la reconocida panadería Hornitos, aunque el origen y la experiencia más fiel permanecen en Soacha.
Al momento de elegir, conviene fijarse en el aspecto arenoso y en una textura suave y esponjosa, características que definen a una buena garulla. También se puede esperar al Garulla Fest, cuya próxima edición está prevista para mediados de octubre de 2026, un evento que confirma que este amasijo es una bandera cultural con proyección nacional.



