La semana pasada en el corazón de Madrid, las luces de la Gran Vía se apagaron para revelar una imagen monumental de Rosalía y la portada de LUX, su nuevo disco. Vestida con un hábito blanco y mirada serena, la artista catalana reapareció tras tres años de silencio discográfico con un proyecto que combina la estética católica y el lenguaje de la música clásica. Vea también: El juego sonoro de Rosalía en Motomami El anuncio, cuidadosamente planeado por Columbia Records, fue el punto culminante de una campaña que comenzó en Times Square y terminó en la plaza de Callao, donde la artista se presentó ante una multitud que la recibió como si de una aparición se tratara. Con LUX, que se publicará el 7 de noviembre bajo el sello de Sony Music, Rosalía confirma que su carrera no se detiene en los márgenes del pop ni en la experimentación urbana que la llevó al reconocimiento internacional con Motomami en 2022. Este nuevo álbum marca un giro hacia la espiritualidad, la solemnidad y la búsqueda interior. Su presentación estuvo acompañada por un gesto escénico que rozó lo litúrgico, con el apagón simbólico de una ciudad para dejar entrar la luz.
Un disco que suena a iglesia y a orquesta El álbum se compone de dieciocho canciones distribuidas en cuatro movimientos que evocan la estructura de una obra sinfónica. Grabado junto a la Orquesta Sinfónica de Londres bajo la dirección del islandés Daníel Bjarnason, cuenta además con la participación de Björk, Carminho, Estrella Morente, Silvia Pérez Cruz, Yves Tumor y el coro infantil de Montserrat. La cantante ha descrito este trabajo como un viaje que transita entre la intimidad y la grandeza, entre lo terrenal y lo divino. Desde los primeros compases, la presencia de instrumentos de cuerda, órganos y coros introduce una atmósfera que recuerda la tradición sacra europea. En piezas como Mío Cristo, Dios Es Un Stalker o La Rumba Del Perdón , la voz de Rosalía se entrelaza con plegarias, letanías y fragmentos en latín. Todo el álbum se trata de explorar la espiritualidad a través del arte y convertir la música popular en un vehículo para lo trascendente. Una promoción celestial con tropiezos digitales Ver esta publicación en Instagram Una publicación compartida por LA ROSALÍA (@rosalia.vt) El estreno de LUX ha sido uno de los lanzamientos más esperados del año. Sin embargo, la estrategia milimétrica de la discográfica se vio alterada por una filtración del álbum completo que circuló en redes sociales dos días antes de su salida oficial. Columbia Records se limitó a confirmar que la publicación seguía programada, mientras los seguidores analizaban con fervor cada pista, cada crédito, cada colaboración. Aun con la filtración, la expectativa no se desvaneció.
El primer sencillo, Berghain , lanzado el 27 de octubre, ya había generado un impacto notable. La canción, en la que participa Björk, fusiona la solemnidad coral con la energía del techno y supera los dos millones de visualizaciones en YouTube. Su video, dirigido por Nicolás Méndez de la productora Canada, recrea un escenario oscuro donde las figuras religiosas y la estética electrónica conviven en un mismo ritual sonoro. El mensaje detrás del símbolo Ver esta publicación en Instagram Una publicación compartida por LA ROSALÍA (@rosalia.vt) Rosalía, que figura como productora ejecutiva del proyecto, ha declarado en entrevistas que LUX nació del deseo de comprender la fe desde un punto de vista contemporáneo. En un comunicado de Sony Music se anuncia que el disco aborda la “mística femenina, la transformación y la espiritualidad”. La elección del título ,que en latín significa “luz”, refuerza la intención de alumbrar un espacio de recogimiento dentro de la vorágine moderna. El componente católico se manifiesta no solo en los símbolos visuales, sino también en la estructura musical. El uso de coros, orquestas y pasajes operísticos devuelve al pop un aire de misa mayor. Cada canción funciona como una estación de un vía crucis emocional que atraviesa la culpa, la redención y la búsqueda del perdón. En palabras de la artista, LUX es “una conversación con lo divino y con lo humano”.
Lo clásico como revolución Ver esta publicación en Instagram Una publicación compartida por LA ROSALÍA (@rosalia.vt) A diferencia de sus proyectos anteriores, este álbum no persigue la inmediatez del éxito comercial. Su ambición es otra, la de fundir la herencia del canto gregoriano con la experimentación sonora contemporánea. En un contexto dominado por el ritmo urbano, apostar por lo sinfónico y lo religioso implica desafiar las reglas de la industria. Rosalía, que ya había demostrado su capacidad para reinventarse con El mal querer y Motomami , se adentra ahora en un territorio donde la belleza y la fe se confunden. Críticos de medios internacionales como Le Monde y Vogue España coinciden en que LUX es su obra más arriesgada. Se trata de un álbum que exige escucha profunda, atención y paciencia. Los coros que acompañan los temas finales, Memória y Magnolias, clausuran el viaje con una sensación de paz que recuerda a las composiciones sacras de Vivaldi o Fauré, aunque la artista nunca abandona la raíz flamenca que la caracteriza.



