Cuando el avión atraviesa la niebla espesa que cubre el cielo limeño, aparece una ciudad que parece flotar entre el gris y el mar. Callao, el puerto que da la bienvenida a los viajeros, exhala un olor leve a pescado, una humedad constante y un aire que anuncia cercanía con el océano. Allí, en el Aeropuerto Internacional Jorge Chávez, comienza una experiencia que pocos imaginan cuando piensan en Lima.
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Perú recibe a sus visitantes con la calidez de un país que entiende el turismo como parte de su alma. Más de quinientos mil turistas llegan cada año atraídos por su gastronomía, sus paisajes y esa mezcla entre historia y modernidad que no se deja reducir a una postal. Cusco, con su aura ancestral, suele acaparar la atención, pero Lima, discreta y elegante, tiene mucho por descubrir cuando se le camina con calma. Una capital que se revela paso a paso Sergio TB / Shutterstock Muchos viajeros la usan como escala, como una estación de paso hacia otros destinos. Sin embargo, Lima se ofrece a quien decide quedarse. Entre el cielo gris y las avenidas costeras, se revela una ciudad vibrante que vive al ritmo del mar y de su gente. Es un escenario donde la gastronomía, el arte y la vida nocturna se entrelazan para crear una identidad que no se parece a ninguna otra en Sudamérica.
La propuesta gastronómica de Lima Virgilio Martínez, junto a su esposa Pía León crearon Central. Foto Ken Motohasi, cortesía Central. Perú se ha ganado su lugar como potencia gastronómica mundial. En Lima, los sabores son una forma de narrar el país. Central, del chef Virgilio Martínez, continúa siendo un templo culinario. Su reconocimiento como el mejor restaurante de América Latina confirma que la experiencia peruana no solo se come, también se siente. Pero Lima no vive de un solo ícono. Cosme, del chef James Berckemeyer, ofrece una reinterpretación moderna de la cocina local; Al Toke Pez, con Tomás Matsufuji al mando, sirve la pesca del d [TRUNCADO]
