Hay trayectorias que se cuentan mejor desde el ritmo de la naturaleza y no desde la línea recta del currículum, y por eso Bibiana González Rave describe su trabajo desde el invierno hasta el otoño, desde la vid dormida hasta la vendimia extenuante, con jornadas de hasta 22 horas y una dedicación mental, emocional y espiritual que se confunde con una forma de vida. Bibiana González Rave, Cattleya
Así relata la enóloga colombiana radicada en California el proceso que la condujo a lanzar al mercado estadounidense sus propios vinos Cattleya este 15 de agosto, una fecha que marca el inicio público de un proyecto profundamente personal construido lejos de Colombia y anclado en el valle de Sonoma.
De las montañas cafeteras a los viñedos del mundo

La historia de Bibiana González Rave no nace entre viñas, nace en tierras cafeteras, en un país sin tradición vitivinícola industrial, y se forma a partir de una fascinación que aparece tarde y se vuelve irreversible. Nunca vio un viñedo hasta viajar a Francia, y aun así tuvo claro que hacer vino era su destino, una certeza que la llevó a abandonar cuatro semestres de ingeniería química y luego administración de empresas, cuando entendió que ninguno de esos caminos la acercaba al oficio que imaginaba. En la Universidad Eafit un profesor la animó a salir de Colombia y, cuando pensaba en Chile, su madre le dio el consejo más decisivo al sugerirle Francia, punto de partida de un viaje que definiría su vida profesional.
El ingreso a la formación no fue inmediato. Recibió 12 respuestas negativas al aplicar al diploma técnico de viticultura y enología, enfrentó silencios telefónicos y puertas cerradas, hasta que decidió presentarse en persona en las escuelas francesas, donde la perseverancia tuvo recompensa. Se graduó como enóloga de la Universidad de Burdeos y como técnica en viticultura y enología del Liceo de Angoulême L’Oisellerie, una base académica que la llevó a trabajar en Burdeos, Alsacia, Borgoña, el valle del Ródano y Coñac, regiones donde el vino se entiende como cultura, agricultura y tiempo acumulado.
Aprender del terroir en movimiento Bibiana González Rave, Cattleya
Con la formación completa llegó la inquietud por entender cómo una misma variedad responde a contextos distintos, en especial la syrah, y esa curiosidad la llevó a Sudáfrica, donde trabajó en la bodega Saronsberg gracias a Chris Mullineux. Más adelante decidió probar en América y terminó en el Russian River Valley en 2004, experiencia que marcó su relación definitiva con el valle de Sonoma. A pesar de seguir viajando a Francia y Sudáfrica y realizar dos vendimias al año, terminó por establecerse en Estados Unidos, donde trabajó en varias bodegas hasta llegar a Lynmar Estate, donde fue enóloga entre 2009 y 2012 y desde donde su nombre empezó a resonar entre los winemakers del país.
La crítica especializada destacó en ese periodo sus Pinot Noir sedosos y sus Chardonnay complejos en publicaciones como Wine Spectator y Wine Enthusiast, un reconocimiento que coincidió con la creación de su firma de consultoría Rave Vines & Wines en 2012 y con la maduración de una idea largamente postergada, elaborar vinos propios que dialogaran con su origen.
Cattleya como homenaje y como ausencia

Cattleya nace como un tributo a Colombia y también como una forma de compensar la imposibilidad de producir vino en el país. El nombre remite a la flor nacional, la orquídea, y encierra una relación afectiva con la distancia, con la familia y con una identidad construida entre territorios. Bibiana ha dicho que lo más duro ha sido estar lejos del país y aceptar que esa separación sería permanente, y reconoce que no tener raíces vitícolas o ser mujer le ha traído dificultades, experiencias que la han hecho más fuerte y más consciente de su lugar en la industria.
El primer vino del proyecto es Cattleya 2011, un syrah D.O. Santa Lucia Highlands elaborado con uvas del viñedo Soberanes, plantado en 2007 y propiedad de la familia Pisoni, la de su esposo, en asociación con la familia Franscioni. De esta edición saldrán 300 botellas, casi todas prevendidas, con un precio de 70 dólares en el mercado americano y presentadas en una caja de madera con dos o tres botellas. Para el año entrante están previstos tres vinos de la vendimia 2012, un Chardonnay D.O. Russian River Valley, un Pinot Noir D.O. Carneros y nuevamente el Syrah de Soberanes, que sumarán 3.600 botellas, algunas con destino esperado en Colombia. Bibiana González Rave, Cattleya
Sostenibilidad como convicción
En Cattleya Wines la sostenibilidad no aparece como argumento comercial, aparece como principio. Todos los viñedos de donde provienen las uvas se manejan con prácticas sostenibles u orgánicas, y el viñedo Soberanes en Santa Lucia Highlands cuenta con certificación SIP Sustainability in Practice, un enfoque que integra lo ambiental con mejores prácticas laborales y un pago más justo a los trabajadores.
Mark Pisoni, Vineyard Manager de Soberanes, ha señalado que, aunque las técnicas y los químicos disponibles hoy son innumerables, existe una conciencia creciente por producir de manera más ecológica, mediante hábitats para búhos que controlan roedores, fertilizantes de origen orgánico, hierbas entre las viñas para evitar la erosión, estaciones meteorológicas y sensores de suelo que optimizan el riego y evitan el uso innecesario de agua.


