“Debía demostrar que, aunque no era rubio, tenía talento suficiente”: diseñador Raúl Peñaranda

Adrián David Osorio Ramírez
La expresión “dar un giro de 360 grados”, en términos literales, indica quedar en el mismo punto en el que se inició, sin un cambio trascendental. En el caso del diseñador caleño Raúl Peñaranda, su giro consiste en regresar a Colombia, a su origen, pero como un hombre distinto, que carga consigo el aprendizaje de más de 30 años viviendo fuera del país.
Su emoción por crear puentes entre Nueva York, la ciudad que lo ha visto surgir como diseñador, y Colombia es evidente. Antes de la charla con Diners, Peñaranda tuvo una reunión con ProColombia y más tarde se reunirá con representantes de grandes grupos económicos del país. Su propósito: “plantar la semilla de lo que pronto va a ser Raúl Peñaranda en Colombia”.
En su recorrido por la moda, Peñaranda ha demostrado su talento en casas de moda como Donna Karan,Tommy Hilfiger y Óscar de la Renta. Pero en 2009 decidió que era momento de impulsar su nombre propio y continuar con el legado de grandes diseñadores latinos en Estados Unidos.
“Mi plan siempre ha sido hacer patria en un lugar que no es el mío. Pero ahora que tengo la atención del mundo de la moda, quiero que esa atención se vuelque a Colombia y así generar un impacto laboral y social”, le cuenta a Diners el caleño, que presentó su más reciente colección como apertura de Cali Distrito Moda, la semana de la moda de la capital vallecaucana.
Este recorrido por la moda tiene a Cali como punto de partida, junto a su mamá, que trabajaba como costurera ¿de allí ese interés por las prendas y la confección?
Claro. Imaginate que mi papá era el entrenador de la subliga del América de Cali. Yo fui el primer hijo hombre entonces él esperaba que fuera futbolista. De hecho me llevaba a los entrenamientos. Pero el primer gol que metí fue un autogol (risas).
Pero por el otro lado, veía a mi mamá coser todo el tiempo. Entonces cuando mi papá se iba, me metía debajo de su máquina y le ayudaba a pasar los botones. Era algo secreto entre los dos porque en aquel entonces no era bien visto que un hombre fuera costurero. Y por eso es que soy diseñador, por el simple respeto que le tengo a mi mamá y a mis tres hermanas.
¿Y por qué deciden trasladarse de Cali a Venezuela?
En aquel entonces, el cartel de Cali estaba secuestrando a muchas personas y mi papá era una de las personas que, dentro del ámbito deportivo, era bien visto. Por eso decidió llevarnos a Caracas, cuando yo tenía como ocho años, a un lugar muy humilde, y ahí crecí.
Estudié en un colegio de monjas y siempre fui muy bueno dibujando, hasta ganaba concursos. Pero también era el más travieso. Por esa época veía desfiles de Dior y recuerdo que le decía a mi mamá que yo iba a ser como esos diseñadores.
Mi mamá siempre me respondía igual: “puedes ser lo que quieras mientras nunca pienses que eres mejor que nadie, ni nadie mejor que tú”. A mi papá sí le tomó más tiempo entender por qué yo quería ser diseñador.

Pero lo de ser diseñador llegó luego, cuando viajó a Estados Unidos…
Sí. Como en 1994, cuando Chavez estaba tratando de dar el primer golpe de estado, decidimos irnos a Miami. Ya tenía 21 años. Llegué a trabajar como botones en un hotel en la playa y en las noches era gogo dancer para pagar los papeles de migración de toda mi familia, algo que nunca había contado.
Y estando allá es donde empieza el cerebro del caleño a maquinar cómo lograr entrar al mundo de la moda. Sabía que si quería ser el mejor tenía que irme a Nueva York. Así que después de seis años logré irme a trabajar en el hotel The Pierre, en la Quinta Avenida.
¿Y cómo se conecta su llegada a Nueva York con su entrada al mundo de la moda?
Precisamente trabajando en el hotel conocí a una persona de la marca de Donna Karan. Y a través de esa persona entré como asistente de la línea de mujeres.
Fue todo un logro entrar a una casa de moda siendo como soy. Recuerdo que el primer día de trabajo iba con un paquete de Burger King y una chaqueta negra y la recepcionista me dice “disculpe los domicilios son por la parte de atrás”.
Ahí empezó la saga de rechazo, que mi mamá siempre me advirtió. Yo trabajaba con un grupo de diseñadores en el que la mayoría eran coreanas que venían de grandes universidades como el Fashion Institute of Technology o Parsons. Yo era el único moreno del equipo así que siempre me confundían con el tipo de tecnología o con el que llevaba las cajas.
Pero eso no fue impedimento para demostrar su talento…
Exacto. La dinámica era la siguiente. Todos los integrantes del equipo debíamos dibujar alrededor de 100 bocetos de acuerdo a la inspiración que nos daba Donna Karan.
Cuando estaban listos, los dejábamos en una pared colgados, con la firma por detrás, y la misma Donna Karan llegaba a hacer su selección, mientras nosotros íbamos a almorzar. Al regresar, el reto era ver quién tenía menos bocetos en su escritorio porque significaba que ella había elegido muchos tuyos.
Así que la primera vez, cuando regresé de mi almuerzo, encontré solo 13 dibujos en mi puesto. Pensé que era un error y que se habían caído. Pero luego mi jefa me confirmó que Donna Karan había escogido 27 de mis bocetos, un récord que sigue vigente.
Además de Donna Karan, usted trabajó para Tommy Hilfiger y Óscar de la Renta ¿Cómo fueron esas experiencias?
Yo vivía en una dualidad, porque debía demostrar que, aunque no era rubio, de ojos azules y mi apellido era muy largo, tenía talento suficiente. Por mis dibujos llegué a Tommy Hilfiger, precisamente a ser el dibujante de toda su colección.
Después regresé un tiempo a Venezuela, porque parte de mi familia estaba allá. Cuando volví a Estados Unidos me encontré con la propuesta de trabajar en Óscar de la Renta, que para mí era lo mejor. Ahí empecé como diseñador de estampados de la línea más barata.

¿Y cuándo decide que es tiempo de emprender su propio camino como Raúl Peñaranda?
En 2009, cuando salí de Óscar de la Renta. Recuerdo que durante el último desfile en el que trabajé con Óscar le pedí un consejo como diseñador emergente. Él me aconsejó no envejecer con el producto, porque cada cinco años las reglas del juego cambian y debo estar dispuesto a continuar con el hilo conductor de Raúl Peñaranda, pero aceptar que hay una generación nueva.
Ese mismo año apliqué al calendario oficial del CFDA, que es el consejo de diseñadores de moda de Estados Unidos, para presentar pasarelas en las fechas oficiales. Recuerdo que para mi primer desfile todo el mundo hablaba de “el nuevo Óscar de la Renta”, pero yo quería ser Raúl (risas). Desde entonces he presentado 24 colecciones.
Después de más de diez años en este camino con la marca de Raúl Peñaranda ¿por qué decide volver su mirada a Colombia ahora?
Varios motivos. La colección de la última temporada es la que más atención ha tenido, incluso de la gente de Vogue. Ahora saben que esta es una marca de lujo y sustentabilidad pero con el toque latino.
Pero eso me costó trabajo, cuando me preguntaban quién era Raúl Peñaranda no sabía qué decir. Sabía que Calvin Klein es minimalista, Tommy es muy estadounidense y Óscar es romántico. Todos los adjetivos ya están tomados y no podía escoger uno solamente para llenar el vacío.
Por eso cuando llegó la pandemia me propuse crear un equipo sólido que posicionara a Raúl Peñaranda. Me contacté con Tom Murray, el anterior CEO de Calvin Klein, para que fuera el CEO de mi marca, y aceptó. A esto se sumó una amiga venezolana como CFO (directora financiera). Y la gente empezó a voltearnos a ver.
Y esa atención lo hizo pensar en Colombia…
Justo ahora que tengo la atención de la industria quiero que esa atención me siga a Colombia. Durante todos estos años conocí diseñadores latinos que creían que entre menos hablaban de su origen mejor les iba en Nueva York.
Pero siempre fui un rebelde, porque digo lo que siento. Y tenía claro que para completar los 360 grados de este viaje debía llegar a Colombia. Además, siento que no hay un puente establecido para poder ayudar a las marcas nuevas a hacer lo que yo hice. Esa es una de las razones por las que estoy aquí en Bogotá, para crear conexiones.
¿Entonces cuál es el plan con Raúl Peñaranda en Colombia?
Básicamente quiero comprar, diseñar y exportar desde Colombia. La idea es plantar las raíces de Raúl Peñaranda en mi país y así generar un impacto social, apoyando a diseñadores y creadores en general.
En el mundo de la moda hay una curiosidad real por Colombia y muchos me buscan a mí como esa ventana. Yo sé que no soy el más famoso, pero sí el que más errores ha cometido, por ende soy el que más enseñanzas tiene para dar.
Lea también: Cubel: el astronauta de Palenque en Bogotá Fashion Week