Sara Alarcón, la antioqueña que pinta la cotidianidad de Colombia
Revista Diners
El pincel va y viene en un trajín rápido. Toma la forma de colibrí y se sumerge en una finidad de colores buscando néctar. El rosado, el amarillo, el aguamarina son sus favoritos, puede pasar horas y horas haciendo trazos sobre un lienzo blanco y solo hasta el final se da cuenta de lo que acaba de pintar. Como el colibrí, así es la antioqueña Sara Alarcón, una joven artista de Medellín, que expone por primera vez en Bogotá Colores Distorsionados, una colección de 30 obras inspiradas en la cotidianidad.
La artista llega de exponer en Estados Unidos e Inglaterra. Sus obras son equiparables a un mar de historias en movimiento, inspiradas en las calles de Medellín y otras veces en la flora y la fauna colombiana. Unas son pinturas con óleo, otras son dibujos, pero todas son mensajes de fuerza vital que derriten todo hielo de indiferencia y despiertan la curiosidad del niño interior.
Alarcón tiene un pie en la realidad y otro en el mundo de la creatividad. Habla rápido como quien no quiere perder el tiempo, pero se extiende para no dejar ningún cabo suelto en sus historias.
“Soy pintora para plasmar mis emociones. No hago bocetos, todo va directo al lienzo. Me gusta que fluya la obra, que me salga del alma. Reconozco bien de dónde vengo, sé que lo cotidiano conecta mejor con las personas, como sucede con los buñuelos, un alimento que nos une como colombianos”, comenta la pintora de 31 años.
Colores distorsionados, la primera gran exhibición de Alarcón en Colombia
Sara Alarcón supo desde niña que quería pintar. Estudió diseño gráfico e hizo de su pasión un proyecto de vida que comparte con su madre, quien la acompaña de cerca a sus incursiones artísticas por el mundo.
Antes de pintar, aprendió a sobreponerse a la crítica, a aceptar cuando algo no le gustaba y que para ser buena en la pintura hay que practicar todos los días. “Creo en lo que estoy haciendo y sé que el mundo del arte es subjetivo. Hay gente a la que no le gusta lo que hago y está bien. Sé que no me puedo desanimar a pesar de que como artista soy muy sensible y todo el entorno afecta a la obra. Pero creo en lo que hago porque me gusta”, explica Alarcón.
Esta evolución artística la puede ver en Colores distorsionados, donde la artista muestra las primeras y últimas obras, que a su vez pertenecen a diferentes temáticas como la naturaleza con Mr. Green, Dancing Spectrum y Espectro Precolombino.
“No busco que mi arte sea como una fotografía. Busco una reinterpretación de la realidad, por eso mi estilo es distorsionado y llega a mi cabeza sin tener que pensarlo demasiado, porque la imagen llega del inconsciente. Por ejemplo, Mr. Green está inspirado en un cucarrón verde que me acompañó tres días hasta que se murió. Lo lloré y lo enterré en el patio de mi casa y ahora le rindo homenaje con esta pintura”, comenta Alarcón.
El arte y las redes sociales
Alarcón sabe que para vivir hay que adaptarse a su entorno, así que comparte sus labores de pintar con las de grabar piezas para sus redes sociales. Ya hace parte del trabajo que sabe que es importante para darse a conocer en el mundo.
“Si se quiere dedicar al arte es importante tener una página web y redes sociales. Personalmente quiero mostrar a los jóvenes que sí se puede vivir del arte y que yo lo estoy haciendo”, explica la artista.
La antioqueña sabe combinar lo mejor del arte y el mundo tecnológico, pues además de crear diseños en digital, también realiza certificados en NFT para autenticar sus obras. “Creo que hoy más que nunca hay que estar ligados a la tecnología. Siento que aunque algunos artistas quemaron el NFT, es una buena herramienta con blockchain que hace una pieza única en el mundo”, comenta.
La exhibición de Colores Distorsionados va hasta el 15 de septiembre en la Galería EAN, ubicada en la calle 79 #11- 45 en Bogotá, de 10 a. m. a 5 p. m.
Los buñuelos de Sara Alarcón
A principios de septiembre la antioqueña seguirá su exhibición en Sabaneta -hogar del buñuelo más grande del mundo-, donde expondrá una colección inspirada en este alimento tradicional de Colombia.
“Quiero que el buñuelo sea como el croissant para Francia. Que la gente en el exterior nos identifique por esta preparación colombiana. Por eso lo plasmé en diferentes cuadros, como por ejemplo, La última cena paisa, Planeta buñuelo, Desfile de buñuelos, Racimo de buñuelos y otras obras inspiradas en el buñuelo”, explica Alarcón.
La colombiana también se prepara para viajar a Ayacucho, Perú, para realizar una obra en conmemoración a los 200 años de Independencia del país, en donde interpretará el arte precolombino con su estilo distorsionado y colores vivos.
“Esta ciudad fue clave para la independencia de Perú. Hace 200 años llegó a este lugar el antioqueño José María Córdoba y se convirtió en pieza clave. Ahora tengo la oportunidad de ir como representante colombiana a entregar esa obra neoancestral para los peruanos”, comenta.
Esta exposición tendrá lugar en la galería Roberto Jairo Arango el 6 de septiembre a las 7 p. m.
El origen de la ideas de Sara Alarcón
Sara Alarcón no sigue un boceto o un plan a la hora de pintar. Se sienta frente al lienzo y espera a que la inspiración termine de materializar en su subconsciente aquella imagen que desea plasmar en el lienzo. La obra depende de sus emociones, el momento familiar por el que esté pasando o simplemente para reflexionar sobre diversos momentos de su vida.
“Mi secreto es que sigo siendo muy curiosa, así como era de niña. Eso me permite abrir mi mente a muchas posibilidades y ver con otros ojos la vida. Una vez soñé que había unos científicos examinando una barra de jabón y eso fue lo que pinté”, comenta la artista que estuvo en The Bendheim Gallery de Londres, para el jubileo de la reina Isabel.
Alarcón tiene influencias del estadounidense Jean-Michel Basquiat y su neoexpresionismo; del cubismo del español Pablo Picasso; de la mexicana Frida Kahlo y del maestro antioqueño Fernando Botero.
“El maestro Botero es mi máxima inspiración, porque tiene un estilo reconocible y en cualquier parte del mundo sus obras son reconocidas como “un Botero”, deseo llegar a ese momento en el que identifiquen mi obra con un estilo claro y definido”, concluye Alarcón.