Viajar es una de las experiencias más enriquecedoras que existen. Conocer nuevas culturas, probar sabores distintos y caminar por calles desconocidas abre la mente y transforma la manera de ver el mundo. Pero fuera del encanto, también está la logística: por ejemplo, el hospedaje suele ser uno de los aspectos más costosos y complicados de cualquier viaje. Entre precios elevados, alojamientos impersonales o espacios que no siempre reflejan el lugar que se visita, encontrar dónde quedarse puede convertirse en un reto.

Hoy en día existen alternativas que cambian esa ecuación, y una de ellas es el housesitting , una modalidad que permite a los viajeros hospedarse en casas ajenas -muchas veces hermosas y bien ubicadas- a cambio de cuidarlas, y en ocasiones también de hacerse cargo de las mascotas o las plantas. Es una práctica cada vez más extendida en el mundo, y por eso en Diners le contamos cómo funciona, cuáles son sus ventajas y qué debe tener en cuenta si quiere intentarlo. ¿De qué se trata el housesitting? Foto: RossHelen / Shutterstock. El concepto es sencillo: una persona que se va de viaje deja su casa al cuidado de alguien más, que se hospeda allí durante el tiempo que dure su ausencia. A cambio de quedarse gratis, el viajero asume ciertas responsabilidades, como alimentar a las mascotas, regar las plantas o mantener el orden y la limpieza del lugar.

Esta práctica puede durar desde un fin de semana hasta varios meses y se da tanto en apartamentos de ciudad como en casas de campo o propiedades de lujo. Entre quienes buscan los llamados sitters se encuentran familias que salen de vacaciones, profesionales que deben viajar por trabajo o jubilados que pasan temporadas fuera del país. Para esos anfitriones, la tranquilidad de saber que su hogar y sus animales no quedan solos es un beneficio enorme. (Vea también: Cuatro hoteles ecosostenibles para conocer en el Amazonas) El mecanismo suele funcionar a través de plataformas especializadas como TrustedHousesitters [TRUNCADO]



