LOS CUENTOS DE LA PESTE
MARIO VARGAS LLOSA
ALFAGUARA
264 PÁGINAS
Esta obra de teatro, estrenada en el Teatro Español de Madrid en 2015, nos lleva a recordar que en 1952, a los dieciséis años, Vargas Llosa había estrenado en Piura un drama titulado La huida del Inca. Larga fidelidad a su pasión por el teatro y de asedio reiterado a sus obsesiones. En este caso, evadirse de la realidad a través de una recreación de los cuentos del Decamerón de Boccaccio cuando en 1342 la peste asoló a Florencia y diez jóvenes se refugiaron en la Villa Palmieri para huir del horror y aislarse en los delirios de la ficción. De representar escenas legendarias o narrar vivencias personales que se irán entrelazando en un laberinto sin término. El prólogo es un brillante ensayo donde se recrea la obra a través de la figura del autor y se traza una poética de lo que vendrá a continuación. Los diálogos tienen la feliz procacidad de lo popular, del otoño de la Edad Media y el inicio del Renacimiento, de la figura de Petrarca y de la fusión de lo sublime con lo más pedestre. Aparecen, en la voz y la mímica, en la música y el recuento, la Iglesia, con sus curas y monjas, demasiado humanos, secretos inconfesables, aventuras por medio mundo, la gula y la lujuria. Y sobre todo la dicha de mentir y embaucar, de fabular historias mientras la peste asedia. Por ello, las mujeres aburridas de los maridos buscarán consuelo, y maridos, hartos de sus esposas, se escaparán para vivir lo que no fue posible. Torrente de improvisaciones, en un pequeño cosmos, donde las fotografías de Ros Ribas nos abren expresiones y posturas en una constatación de la verdad escénica, de la dramaturgia capaz de alterar la vida, mientras conventos y doncellas se llenan con la energía, pícara e incontenible, del deseo.