Lois Patiño: la belleza y el misterio como sello personal para invitar a meditar en el cine

El director español, invitado al FICCI, ha logrado crear una mirada personal que rompe los formatos narrativos, juega con las imágenes y explora en el sentimiento de trascendencia.
 
Lois Patiño: la belleza y el misterio como sello personal para invitar a meditar en el cine
Foto: Lois Patiño es un director y guionista de España conocido por Lúa vermella, Costa da Morte, Samsara, Montaña en sombra (C), Sycorax (C), entre otras películas. Foto cortesía FICCI /
POR: 
Enrique Patiño

Lois Patiño habla con metáforas, se detiene en los silencios, no eleva la voz y saborea versos. En el Festival Internacional de Cine de Cartagena de Indias (FICCI) ha sido uno de los invitados especiales de la edición 63 y ha regalado palabras a un numeroso grupo de jóvenes que buscan inspiración en su narrativa fuera de los cánones del cine que domina las pantallas, y a quien ha querido acercársele a los 39 grados de sensación térmica a la sombra.

De cuerpo largo y delgado, como las ramas de bambú que trazan en tinta los artistas japoneses, se expresa con suavidad. Samsara, su producción más reciente, lo llevó a ganar en la Berlinale el Premio Especial del Jurado en 2023, fue una exploración a la cultura oriental, en este caso al trasegar de un alma a través del ciclo de la muerte y su reencarnación. Trae a la memoria un haiku y recuerda que esa brevedad de un solo trazo que lo expresa todo es, muchas veces, lo que pretende transmitir en sus películas.

“Cuando leí El libro tibetano de los muertos pensé lo interesante que sería contar la experiencia de un viaje por ese estado de la muerte a la nueva vida, pero dedicando también un espacio al estado intermedio, o de transición. El mismo libro recuerda la importancia de reconocer toda luz como tu propia luz y cada sonido como nuestro propio sonido. Concebí una cinta que permitiera conectar esos momentos distintos, la vida pasada, la transición y la nueva vida, a través de un alma que viaja y que conecta culturas”, explica Lois Patiño. 

(Para seguir leyendo: Víctor Mallarino, homenaje a toda una vida en los Premios India Catalina 2024)

Para ello viajó a Laos y luego a Tanzania con un pequeño equipo, construyó un guion que pudiera evitar fricciones políticas en cada una de las culturas, retrató la cultura local a la manera de un documental y creó, con las imágenes rodadas, una pequeña ficción que narrara a esa alma en tránsito de una vida a la siguiente. 

Su imaginación alcanzó una cota sublime cuando narró en Samsara la transición de una vida a la siguiente. Si lo demás era poesía, ese fragmento resultó siendo un pequeño fragmento de belleza, un lujo como creador que tarda quince minutos: “Me han llamado la atención los experimentos con la luz. Recuerdo el dispositivo estroboscópico Dreamachine, y al artista de la luz James Turrell, cuya obra vi en Los Ángeles, y que presenta cambios de luz y color, como si la luz respirara. Quise explorar eso en el cine, en una secuencia experimental y sensorial, que se pudiera vivir con los ojos cerrados”, aclara al respecto.

Lo que logró fue una experiencia meditativa en cine en el que el párpado se convierte en pantalla de cine y el espectador experimenta un mensaje profundo: todos somos todo. Todos estamos conectados.

Apuesta por la poesía visual

Lois nació en Vigo (Galicia, España) y como gallego que mira al mar, está habitado por la nostalgia y los mitos ancestrales, ligados a lo celta. Pero el espíritu de este director de tan solo 41 años es poético, y busca en sus cortos y películas la profundidad y la poesía.

Una poesía que sea síntesis y silencio. De hecho, fue nominado también en la Berlinale a los Premios Europeos del Cine en 2022 por El sembrador de estrellas, un cortometraje experimental en el que sobrepone imágenes de luces en Tokio y de la urbe para combinar tanto lo zen como el futurismo y unirlos mediante la suma de planos. A ellos les añadió aforismos para crear un viaje onírico de autor y llevar a una atmósfera meditativa.

“Trato siempre de transmitir una experiencia íntima. Dialogo con el haiku, el arte zen, los koan (enseñanzas místicas del budismo zen) para transmitir sensaciones. Un ser que anhela la iluminación busca esos destellos en su vida, creo yo —agrega Lois Patiño—. Capturar las palabras que no se pueden verbalizar”.

Pero ¿cómo se produce esa decisión de hacer cine que rompa estructuras?

“Empieza por una pulsión intuitiva que te lleva a reflexionar sobre ella. Algunas cosas las vas teniendo en claro y otras avanzan en su proceso. Luego exploro formas y aspectos cinematográficos. Me pasó con el concepto de distancia en Costa da Morte: en Galicia convivía con el océano y grabé esa sensación de distancia desde un punto de vista animista, considerando al ser humano como un todo con su entorno. Trabajo desde la idea de un sentimiento oceánico, de que todos formamos parte de una energía común”.

También graba intuitivamente, aunque con una idea inicial en la cabeza: “Normalmente la idea se enriquece durante la grabación. Nunca el resultado es igual a lo previsto porque busco imágenes que me sorprendan, que me deslumbren. Durante mi trabajo de contemplación del paisaje trato de encontrar un destello que me conecte y, si se da esa epifanía, permitirle al espectador que lo experimente”. 

Cine que rompe

Lois Patiño juega con la imagen y rompe los formatos. Por ejemplo, como cuando proyecta el crepitar de la luz en el agua del río, inspirado en la Alhambra de Granada, para recordar el cielo más próximo de los siete que recuerda la cosmogonía árabe. O como cuando decide teñir de rojo la pantalla para narrar Lúa Vermella y contar una historia de vida y muerte, leyendas y realidad, en la Galicia de su infancia. 

“Por fortuna llegué ahora que hay más apertura para mi cine, que es muy cercano al videoarte y al arte plástico. Puede ser por herencia, porque mis padres, Antón Patiño y Menchu Lamas, son pintores de arte contemporáneo. De hecho, con mi papá reflexiono sobre la imagen teórica y el extrañamiento, que es mirar desde otra perspectiva la realidad habitual”.

Esa influencia de sus padres lo ha llevado a explorar sus propios caminos del potencial de la imagen y la búsqueda de nuevos lenguajes en su relación con los otros y el mundo. Por ello dice, al recordar la influencia en casa, una frase que define su arte: “Solo hace falta un espacio vacío, y dejar que actúe su propiedad magnética”.

Hay sellos de su cine claros, como los planos detenidos y largos. “Un concepto que me ha interesado es el de la temporalidad extendida: que el ser humano esté inmóvil mientras el paisaje se mueve. En esos casos, apelo a la duración de la mirada para permitir que florezca la imagen”, añade.

Para Lois, como recalca el teórico Didi-Huberman, la imagen nos mira. Y él crea las preguntas para que el espectador busque sus respuestas: “A mí me importa dejar espacios para que el espectador los complete.

Su acercamiento es espiritual y parte de una versión animista de la naturaleza. “Intento dar belleza y poesía. Hay cineastas que exploran lo turbio de una sociedad y son fantásticos, pero a mí me interesa la iluminación a través de la luz, y reunir la belleza y el misterio”.

(Le puede interesar: Clover Studios: nace una alianza ‘afortunada’ por el cine en Colombia)

         

INSCRÍBASE AL NEWSLETTER

TODA LA EXPERIENCIA DINERS EN SU EMAIL
abril
22 / 2024