Foto: Revista Diners
octubre 27, 2025
Arte y Libros

Cicatrices sobre cicatrices: la colección Balsa de Michael Armitage llega a Fragmentos

El artista keniano Michael Armitage expone por primera vez en Colombia en el contramonumento Fragmentos. Su muestra, llamada “Balsa”, está compuesta por cuatro óleos de gran formato en los que el artista explora la migración.
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Paéz

Hay una conexión, un eco casi ancestral entre las pinturas, colgadas actualmente en las paredes de la sala principal de Fragmentos, y el piso de este contramonumento. En la superficie de las cuatro obras del artista keniano Michael Armitage se forman ciertas irregularidades que bien se podrían definir como cicatrices. Para verlas, el visitante no se sostiene en una superficie lisa, sino en una especie de turbulencia, de cicatriz perpetua, ya que este piso se elaboró con 37 toneladas de armas que las FARC-EP entregaron en el marco del proceso de paz. La artista Doris Salcedo y mujeres víctimas de violencia sexual durante el conflicto armado les dieron forma a las 1.288 baldosas, que están plagadas de desniveles. El encuentro entre Armitage y Fragmentos Foto cortesía Galería David Zwirner. “Todavía estoy procesando este espacio porque es la primera vez que camino aquí”, dice Armitage, quien nació en Nairobi y se formó en Londres (Inglaterra), y cuya carrera lo ha llevado a exponer en espacios tan prestigiosos como el Museum of Modern Art (MoMA) de Nueva York y la Royal Academy of Arts de Londres.

En Fragmentos se exhiben cuatro óleos de gran formato de Armitage: Europa , Untitled , Raft (ii) y Don’t Worry There Will Be More , que componen su exposición “Balsa”. Una de las particularidades del trabajo de Armitage es que él no pinta sus obras sobre el tradicional lienzo sino sobre lubugo, material proveniente de la corteza del árbol mutuba (un tipo de higuera), que se encuentra en el oriente de África. “Esta tela se fabrica pelando un árbol, simplemente quitando la capa exterior. Luego, la tela se remoja, se quema ligeramente, se remoja y se bate, lo que tiene muchas similitudes con el proceso del suelo de este espacio”, explica el artista. El lubugo, una tela con memoria Foto cortesía Galería David Zwirner. Armitage asegura que llegó a este material después de buscar un motivo que fijara eficazmente sus pinturas en el contexto sociopolítico y en la historia cultural del oriente de África. Su razonamiento para esta exploración era que la pintura al óleo es típicamente una tradición occidental y, en consecuencia, cuando se hace un gesto o una marca con esta técnica, lo primero que viene a la mente son otras tradiciones occidentales. “Yo quería hablar específicamente de África Oriental y luego añadir otras referencias más amplias, razón por la que busqué un material que tuviera esas raíces culturales; así fue como acabé encontrando esta tela”, añade.

Por supuesto, el lubugo es un material muy específico de la cultura del oeste de África, pero, con el tiempo, Armitage fue descubriendo que esta tela también resuena con tradiciones de otras culturas del mundo. El artista asegura que, desde Asia hasta Suramérica, existen comunidades que usan telas hechas a partir de cortezas de árboles como sudarios para envolver a sus muertos cuando los entierran. Con esa concepción de la técnica pictórica, Armitage logra captar lo que en su momento aseguró el novelista ruso León Tolstói en una de sus máximas más recordadas: “Pinta tu aldea y pintarás el mundo”. “Cuanto más específico seas, más general serás. Porque, fundamentalmente, lo que tenemos es un conjunto de formas de reaccionar e interactuar con el mundo que nos rodea, y eso es universal porque somos personas. Esto no quiere decir que no haya diferencias, pero existen cosas fundamentales que tienen que ver con la empatía, y por mucho que se intente dividir a las personas, hay una experiencia común”, añade Armitage. Migraciones, tragedias y memoria colectiva Foto cortesía Galería David Zwirner. Otro aspecto clave de las pinturas del artista que aportan a esta concepción es su tema, pues la migración es un problema tan lejano como cercano, tan apremiante como antiguo. Armitage asegura que fue hace más de diez años cuando se implantó en el cerebro la semilla de trabajar con este drama, tras escuchar la pieza musical Lampedusa , del fallecido Toumani Diabaté y de su hijo, Sidiki.

Los Diabaté, intérpretes de la kora, instrumento de cuerda tradicional de Mali, crearon esta pieza inspirados en el naufragio de un barco que llevaba más de 500 migrantes africanos, muchos de ellos niños y la mayoría procedentes de Libia. La embarcación se hundió frente a la isla italiana de Lampedusa el 3 de octubre de 2013, dejando al menos 368 personas muertas, según Amnistía Internacional. “Esa pieza musical era increíblemente evocadora, hermosa, inesperada, y me hizo sentir la necesidad de intentar plasmar algo de ese tema en la pintura. Empecé a pintar un cuadro, pero lo que me quedó claro era que necesitaba mucho más tiempo, tanto para desarrollarme como pintor como para dedicarme al tema y hacer algo más amplio. No podía abordar algo así en un solo cuadro”, cuenta Armitage. El artista, que vivió en Londres, reflexionó durante una década sobre este tema y sus consecuencias: el aumento del sentimiento antiinmigrante; el hecho de que muchas de las personas que salían de sus países lo hacían como consecuencia de guerras iniciadas, en parte, por Europa y Estados Unidos; la negación de la responsabilidad hacia otros seres humanos, y la constante de que, mes tras mes, se reprodujeran el mismo tipo de tragedias y murieran miles de personas en las mismas rutas.

Así nacieron entonces pinturas como Raft (ii), en la que un barco lleno de refugiados navega por un mar en el que se propagan figuras atrapadas en la marea, y Untitled , que tiene como protagonista a un hombre que sostiene la cabeza de otro sumergido en el agua. Las cuatro piezas, en las que los tonos azules se mezclan con algunos trazos de colores más vibrantes, contienen un aura inquietante, que tiene la capacidad de agitar la memoria de quien las ve. Ver esta publicación en Instagram Una publicación compartida de Fragmentos, Espacio de Arte y Memoria (@fragmentosarteymemoria) Pintar desde la empatía Esta cualidad puede responder al hecho de que, cuando Armitage comenzó a trabajar en estas pinturas, nació su primera hija, lo que le abrió los ojos a las experiencias de los padres e hijos que formaban parte de la ruta migratoria. “Eso también implicaría pasar los siguientes años viendo muchas imágenes de niños muertos flotando en el océano o en los desiertos. Por eso, para mí fue muy difícil lidiar con este grupo de pinturas durante ese tiempo, pues no me había tomado el tiempo para profundizar en el tema de esta manera. Así que me abrió un poco más los ojos a algunas de las dificultades que atraviesan las personas que pasan por eso”, cuenta el artista. También e puede interesar: Entre lo humano y lo divino: Los Serafines de la Decadencia de Nicolás Quevedo se presentan en París

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