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Maria Elena López / Juanita Uribe Cala

Si usted se ha sentido deprimido, asustado o nervioso; si cree que su vida es un fracaso o no le encuentra razón de ser; si con frecuencia pelea con su familia, sus amigos y sus compañeros de trabajo; si no ha podido superar la muerte de un ser querido o la separación de su pareja, o si sencillamente no se siente satisfecho con algún aspecto de su vida, es muy posible que necesite ayuda psicoterapéutica.

Pero, cuidado. Esto no significa que usted esté loco o a punto de ser recluido en un lugar para enfermos mentales. Tampoco, que forme parte de un muy reducido grupo de personas que padecen estas indeseables sensaciones. Y mucho menos, que sus problemas se deban a su mala suerte o a su extraña manera de ser.


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Actualmente visitar al psicólogo es tan normal como acudir a cualquier otro profesional de la medicina. Son muchas más las personas que buscan este tipo de ayuda de lo que usted imagina, y casi todas ellas se sorprenden al encontrar que el origen de sus problemas no radica en la suerte sino, en la mayoría de los casos, en vivencias del pasado, principalmente de la niñez.

Según la experiencia de varios especialistas, en Colombia una de cada diez personas ha pensado en consultar con un psicoterapeuta. De estas, al menos el cinco por ciento ha asistido a este tipo de consulta. Las estadísticas muestran un aumento significativo del número de personas que concurren anualmente tanto a consulta privada como a los servicios de salud mental prestados por el Estado.

El interés por el desarrollo personal y el crecimiento interior resumen las inquietudes generales de quienes llegan a los consultorios de los psicoterapeutas. Además de esto, resulta lógico que en el país que ocupa el segundo lugar en el listado de los más violentos del mundo, sus habitantes busquen ayuda para sobrellevar la vida y mantenerse en equilibrio en condiciones de constante tensión, amenaza e inseguridad.

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Cómo ser mejor en todos los ámbitos de la vida y las preguntas que de esta inquietud se derivan, han llevado a los especialistas a ofrecer diferentes alternativas de ayuda. En la actualidad es posible escoger entre más de 250 modalidades de psicoterapia para todo tipo de pacientes, y tratar problemáticas específicas como depresión, el estrés, la sexualidad, los duelos, los trastornos de identidad o la orientación profesional, entre otras.

La psicología se salió de los consultorios

La demanda de ayuda psicológica va más allá del ámbito del consultorio. Hoy en día, en los medios de comunicación se tratan abiertamente temas que antes se hablaban en voz baja con el especialista, y los libros de autoayuda y superación personal son los más vendidos en el mundo.

Como lo anota el psiquiatra Luis Carlos Restrepo: “El estilo de vida moderno ha debilitado las redes de apoyo -la familia, los vecinos, los amigos- que antes propiciaban los encuentros y la comunicación. Hoy por el contrario, la gente se siente muy sola y necesita buscar a alguien especializado que le proporcione lo que recibía de manera natural de sus seres queridos: quien escuche, oriente, comprenda, acompañe, y, con su atención, lo haga sentirse querido y aceptado”.

La oferta psicoterapéutica -agrega Restrepo- no se remite únicamente al psiquiatra y al psicólogo; ellos alcanzan a cubrir sólo una parte de la demanda. La gente acude a otras personas que se preparan como terapeutas: trabajadores familiares, asistentes sociales, educadores especializados o profesionales titulados.
En esta búsqueda de orientación también se recurre a otras alternativas terapéuticas, como las medicinas no tradicionales o la astrología.

Aprenda a manejar los problemas

La psicoterapia es un sistema de apoyo que permite modificar comportamientos que causan problemas, y reemplazarlos por otros nuevos que den armonía y equilibrio.

El psicoterapeuta no posee fórmulas mágicas, pero sí da herramientas para que la persona supere sus debilidades y encuentre las fortalezas. Al hablar de psicoterapia se incluye tanto la atención psicológica como la psiquiátrica.

Los datos que se tienen al respecto indican que “a la hora de solicitar ayuda, las personas no tienen una razón clara para decidir si consultan con un psicólogo o con un psiquiatra”, explica Restrepo.

El psiquiatra es un médico especializado en psiquiatría, y por lo tanto está facultado para hacer prescripción médica y atender casos de enfermedades mentales graves. Al igual que el psicólogo, tiene preparación de tipo psicoterapéutico para tratar problemáticas en el plano de las relaciones interpersonales y el cambio de actitudes.

¿Cuáles son los temas más consultados?

Una mirada a los motivos más frecuentes de consulta explica, en parte, por qué hoy en día las personas se acercan más fácilmente al psiquiatra o al psicólogo.

En el mundo, el diez por ciento de la población sufre de depresión, y el cincuenta por ciento ha tenido trastornos depresivos alguna vez en su vida.

El estrés, la enfermedad de este siglo, aqueja al 23 por ciento de la población, incluyendo a niños, adolescentes y ancianos, y la ansiedad en sus distintas manifestaciones es cada vez más común.

A las anteriores problemáticas se suman las neurosis, las disfunciones sexuales, y actitudes negativas como la inseguridad, el temor, la desconfianza, la agresividad, la inestabilidad y el pesimismo, que muchas veces son resultado de circunstancias como la pérdida del trabajo, una separación, una crisis económica, la muerte de un ser querido o las situaciones de violencia.

Más que un artículo de lujo, la psicoterapia se ha convertido en un espacio de autoconocimiento y apoyo para un mundo que, paradójicamente, ofrece infinidad de alternativas de vida, pero que también exige cada día mayores destrezas para disfrutarlas.

¿Cuándo acudir a un especialista?

-Si se siente incapaz de encontrar ayuda en el entorno inmediato, como en la familia o los amigos.

-Si, pese a los esfuerzos de los demás por ayudarlo, usted no percibe el afecto, el cuidado y la compresión que ellos le brindan.

-Si tiene comportamientos agresivos.

-Si ya no tolera en si mismo ni en los demás lo que usualmente aceptaría.

-Si sufre de trastornos de la alimentación o del sueño que afectan el curso normal de su vida.

-Si las dificultades sexuales alteran la vida de pareja.

-Si abusa de las drogas o hay amenazas de intento de suicidio.

-Si el aburrimiento y la falta de motivación pasan a ser algo más que un estado pasajero.

-Si culpa a los demás de todo lo que a usted le sucede.

-Si se pelea con todo el mundo.

-Si permanece angustiado porque no sabe para dónde va la vida.

-Si sencillamente decide que hay algo en su vida que podría empeorar.

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noviembre
21 / 2018