Gabriel García Márquez y El escándalo del siglo

Encuentre aquí las semillas de las novelas que llevaron a García Márquez al premio Nobel de Literatura y otros secretos literarios que recuerda el poeta Juan Gustavo Cobo Borda.
 
Gabriel García Márquez y El escándalo del siglo
Foto: Penguin Random House
POR: 
Juan Gustavo Cobo Borda

El escándalo del siglo
Gabriel García Márquez, Literatura Random House
Bogotá, 2018
354 páginas

De 1950 a 1984 Cristóbal Pera ha realizado una certera selección de textos periodísticos de Gabriel García Márquez que refrendan su vocación de escritor en las redacciones de los periódicos donde el humo del cigarrillo apenas si permitía respirar.

Aquí están también las semillas de sus futuras novelas, en textos como La casa de los Buendía, de 1954, y una curiosidad intensa por cuanto sucedía en el mundo, donde la investigación se potencia por su sentido del humor y su capacidad de enlace y asociación de todos los puntos del planeta y los personajes emblemáticos, con anécdotas jugosas que los representan, como sucedió en el año de 1957, cuando era periodista en Caracas.

Esa profundización investigativa en los temas brilla en muchas otras de sus pesquisas, dinamizadas por el suspenso, como el asesinato de Wilma Montesi, quien salió de su casa en Roma y nunca volvió. Su cadáver se encontraría en una playa a 42 kilómetros de Roma y destaparía fiestas profanas y drogas entre la aristocracia italiana.

Otros trabajos tienen una intriga de cronómetro cuando se trata de salvar la vida de un niño en Caracas, mordido por un perro rabioso, y la solidaridad entre desconocidos de varios mundos logra el milagro, en solo 12 horas.

Mucho de autobiografía –sus viajes juveniles por el río Magdalena, su visita a Hungría, su azaroso recorrido en avión de Caracas a Cuba para conocer una isla donde acababan de triunfar los barbudos de Fidel Castro y su perpetua nostalgia por lo perdido, sean las canciones de los Beatles o el tablero donde publicaban en tiza, dos veces por día, las noticias más impactantes en el balcón de El Espectador, su casa de siempre.

También quedan consignadas su propensión de distinguir fantasmas que se aparecen en una curva de la carretera o en el asiento, al lado del taxista. Misterios que se replican en diversas ciudades, como un hueco en la realidad.

La que García Márquez enriquece con su original prosa poética y sus retratos tan perspicaces como el de Hemingway atisbado en una calle de Madrid o de Alejandro Obregón, con quien comparte muchos épicos episodios, nutridos con alcohol, pintura y gastronomía. Un atinado prólogo de Jon Lee Anderson enriquece el libro.

         

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febrero
12 / 2019