Voz, una comedia del color de la muerte

La obra del director y dramaturgo Víctor Quesada se fundamenta en la reflexión sobre el poder de matar en la sociedad.
 
Voz, una comedia del color de la muerte
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Soraya Yamhure

En la sala Montefiori de La casa del Teatro Nacional, en Bogotá, hay silencio y oscuridad que se rompen con la entrada de la voz y la presencia del personaje interpretado por el actor Álvaro Bayona que canta La vida es una herida absurda, y es todo tan fugaz que es una curda, ¡nada más! mi confesión. La letra del tango, compuesta por el poeta argentino Cátulo Castillo, remite sobre estar vivo y muerto y lleva una nostalgia que durante el desarrollo de la obra se convierte en comedia negra.

Es el año 2030 y el presidente de la República (Matías Maldonado) intenta subir los indicadores de limpieza y estética dictando los artículos 1492, 1810 y 1991, que proclaman el derecho a morir de una forma pulcra. Los números, que se refieren a los años en los que sucedieron episodios importantes en la historia colombiana: conquista española, grito de independencia y nueva constitución, respectivamente, son algunos de los elementos irónicos que despiertan recordación en el público de Voz.

Separados del espacio del mandatario, pero reunidos por las leyes que impone, los conflictos de siete personajes, todos inmersos en la soledad, se desenvuelven dentro de un hospital. El escenario, compuesto por un consultorio, dos habitaciones y una sala de espera, está amoblado con piezas transparentes diseñadas por Juan Carlos Joseph que, junto al vestuario negro, le dejan el protagonismo a los diálogos que tocan la eutanasia y el aborto dentro de un contexto de problemas como las familias disfuncionales, sentimientos de culpabilidad y el vacío interior del ser humano que no llenan los bienes materiales.

“La medicina nació para preservar la vida, no para quitarla”, le dice el médico a su alter ego, quien le responde: “Y si la vida es un derecho, ¿la muerte por qué no?”. Según Quesada, esta es una de las líneas polémicas que tiene la obra que ahonda en preguntas que se hace la gente pero pocas veces las dice. El director, quien se interesó por escribir Voz luego leer la novela Bella del señor de Albert Cohen, libro que menciona el caso de una mujer que se enamora del poder de matar de un hombre, se inspiró en las películas El club de la pelea y El Maquinista para construir algunos de los personajes.

Voz, que se presenta hasta el 30 de agosto de jueves a viernes a las ocho de la noche, se estrenó en el 2013 durante el XIV Festival Iberoamericano de Teatro de Bogotá y este año regresa con su “espíritu irónico y seductor que se mueve entre la muerte y lo erótico”, explica Quesada, quien concibe el arte de las tablas como un acto que intenta seducir al espectador. “Ese potencial de tener a alguien al frente y poderle decir ‘mírame y te cuento algo’ es parte de las cosas más bacanas que hace el teatro”, concluye.

         

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agosto
15 / 2014