“Cada vez que hago una película digo que será la última”, Tilda Swinton

Adrián Osorio y Óscar Mena
Tilda Swinton está sentada en un sofá del hotel Casa Legado en Bogotá. Su aspecto etéreo se roba el protagonismo del lugar. Lleva un pantalón holgado y una camisa con púrpuras y verdes que complementan su apariencia. Tilda, la esposa, madre, amiga, actriz y ganadora del Óscar, regresó unos días a Colombia para el estreno de la película Memoria.
Para la artista esto es lo más parecido a un respiro durante los últimos tres años, en los que –entre otras cosas– aceptó el León de Oro en el Festival de Venecia por su trayectoria artística, filmó La voz humana, del español Pedro Almodóvar, La crónica francesa con Wes Anderson, y presentó esta última, además de Memoria, en el más reciente Festival de Cine de Cannes.
Esta visita es la tercera que realiza a Colombia. La primera fue en 2018, como invitada al Festival de Cine de Cartagena. En ese momento, Memoria daba sus primeros pasos, bajo la dirección del tailandés Apichatpong Weerasethakul.
El director había visitado ese mismo festival el año anterior, motivado por la cineasta colombiana Diana Bustamante. Sin embargo, el asombro por Colombia lo llevó a alargar su estadía de unos días a un par de meses, en los que visitó Chocó, Antioquia, Valle del Cauca y Quindío.
Sin esperarlo, el director tailandés se topó con la locación de su siguiente cinta y, todavía en Colombia, no dudó en llamar a Tilda Swinton, su amiga personal, para decirle que había encontrado el lugar.
La británica y el tailandés se conocen desde hace quince años y la idea de filmar una cinta juntos siempre rondó por la mente de ambos. Colombia se convirtió entonces en el país que propiciaría dicho encuentro artístico.
Ahora en Pijao
Setenta y dos horas después de la charla con Tilda en Bogotá, la actriz aparece bajo la lluvia inclemente de Pijao, un pequeño municipio del departamento del Quindío. Esta vez lleva un abrigo negro que oculta una camisa roja y un pantalón rosa. La boina oscura y el tapabocas amarillo, además de su estatura, hacen que destaque desde lejos.
El parque de Bolívar, en Pijao, está lleno de locales y visitantes que se reúnen alrededor de una pantalla gigante para ver Memoria por primera vez. A pesar del clima poco favorecedor, Tilda recibe el micrófono y en un español muy bien logrado dice: “Estoy muy feliz estar aquí con ustedes. Venir a Pijao una vez fue una verdadera bendición. Pero regresar es magia”.

A su lado se encuentra el director de Memoria, Apichatpong Weerasethakul, quien en 2010 recibió la Palma de Oro del Festival de Cine de Cannes por su cinta El tío Boonmee que recuerda sus vidas pasadas. Antes de su visita en 2018 a Cartagena, ninguna de sus películas se había proyectado en Colombia.
Memoria se suma a la larga filmografía de Katherine Matilda Swinton, actriz de ascendencia escocesa que nació en Londres hace 60 años y se graduó en Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad de Cambridge. Durante sus días de estudio Tilda comenzó a explorar el teatro.
Desde entonces su trayectoría se ha destacado por aquel tinte de cine arte –un término controversial–. Trabajó junto a directores tan particulares como Derek Jarman y se aventuró en personajes únicos como Orlando, en la adaptación de Sally Porter a la novela de Virginia Wolf.
Luego llegaron muchos otros, cada uno más singular que el anterior. La Bruja Blanca en Las crónicas de Narnia, Karen Crowder en Michael Clayton –por el que recibió el Óscar a mejor actriz de reparto–, El Anciano en Doctor Strange y Madame D. en El gran hotel Budapest.

Experta en orquídeas y en la idiosincrasia colombiana
Para Memoria, la película filmada en Colombia que hace dos meses recibió el Premio del Jurado en el Festival de Cannes, Tilda Swinton se convirtió en Jessica Holland, una experta en orquídeas que se desplaza de Bogotá a Pijao en busca de respuestas a un misterioso síndrome sensorial.
A diferencia de sus otras apariciones en el cine, en el filme de Apichatpong la actriz revela su lado más sensible e invita a la reflexión y contemplación de la vida misma. Para la filmación, Swinton dejó su residencia en la campiña escocesa y se embarcó en una estancia en Colombia que duró más de dos meses.

Durante los días previos al rodaje, Tilda vivió en el barrio La Soledad, como una idea de la productora Diana Bustamante para adentrarse en la idiosincrasia colombiana, ya que su personaje, Jessica, es una extranjera que lleva varios años viviendo en el país. Sin exigencias, vivió en un apartamento sin portería ni un equipo de seguridad. Caminó por las calles del sector y comió en los puestos de comida de las esquinas del barrio.
Y allí no acaban las demostraciones de sencillez y compromiso. A las cuatro de la madrugada, mientras filmaban en el Parque Nacional Enrique Olaya Herrera, en Bogotá, Tilda estaba sentada en una banca del parque junto a la actriz francesa Jeanne Balibar; sin embargo, llevaban horas buscando la toma ideal.
La lluvia, el frío de la madrugada capitalina y el cansancio de todo el equipo hacían que el ambiente no fuera el óptimo. A pesar de esto, la actriz nunca se quejó. Por el contrario, se negó a dejar de grabar y animó a todos. Finalmente la escena no se incluyó en la cinta.
Sencilla y tranquila
“Sinceramente, no sabía qué esperar antes de trabajar con Tilda. En el fondo de mi corazón, y teniendo en cuenta los artistas tan particulares con los que ha trabajado, esperaba que fuese sensible y capaz de asimilar todo lo que implicaba Memoria. Pero fue mil veces más fácil de lo que pensé. Tilda es la persona más generosa que he conocido en mi vida. Nada le molesta. Para ella todo es posible de solucionar. Comprende por completo la dinámica de un set. Y fue el motor de la tranquilidad”, asegura Diana Bustamante, la productora colombiana detrás de Memoria.
Aunque continúa la lluvia en Pijao mientras el público disfruta la proyección de la película, Tilda, Apichatpong y su equipo, celebran el éxito de la cinta de manera simple: visitando de nuevo el bar de tangos que frecuentaban en 2019, mientras rodaban la película.

Swinton sonríe, evoca tranquilidad y matiza su acento británico con uno más norteamericano. Confiesa que, aunque estará un par de días en el país por trabajo, desea volver y quedarse más tiempo para hacer turismo. Pronto viajará de vuelta a su hogar para descansar una temporada junto a su pareja, el artista Sandro Koop, sus gemelos y sus perros spaniels.
¿De qué manera se preparó para interpretar a Jessica Holland en Memoria?
Fue una oportunidad maravillosa, de no interpretar a nada ni a nadie. De no actuar realmente. Esa fue la libertad que me dio Apichatpong como director.
Jessica es un personaje que amo y que es muy familiar para mí porque, por naturaleza, soy una persona muy tímida. Y en Memoria pudimos plasmar esa tranquilidad. Realmente es una bendición porque nos alejamos de lo clásico, y como dice Apichatpong, esta película es como estar bajo el agua, ya que toda tu relación con el sonido cambia.
¿Podría decir, entonces, que la experiencia de darle vida a este personaje es como estar en trance?
De hecho es un estado de suspensión, que está presente en todas las películas de Apichatpong. Jessica parece desconectada de todo, pero en realidad recoge toda la información de lo que escucha, los sentimientos a su alrededor y las sensaciones que le dan los lugares que habita.
Puedo decir que Memoria aumentó mis sentidos. En verdad, creo seguir escuchando sonidos que me hacen cuestionar mi identidad.

¿Cómo espera que reciba el público esta película?
Es una oportunidad para que el público esté completamente receptivo y desconectado de la realidad. Deseo que la gente genere nuevos vínculos con este tipo de narración progresiva o que si tiene alguna urgencia o algo para sanar lo pueda hacer con Memoria. Van a vivir una experiencia increíble.
Durante el rodaje hubo celebraciones que llamaron la atención y que el mismo Apichatpong dijo que era idea suya…
Siempre he creído que debemos celebrar juntos, tan a menudo como sea posible. Y como productora siento que es una forma práctica de vincularse y conectarse con el equipo. Es más fácil trabajar cuando has estado bailando con tus amigos la noche anterior.
Ese sentimiento de cercanía es muy importante para este trabajo. Siempre he sabido eso, desde el principio, porque en esta industria es vital la felicidad colectiva. Además, ayuda saber que bailarás en unos pocos días, después de largas jornadas de rodaje, condiciones climáticas difíciles y todos los ambientes a los que solemos enfrentarnos.

¿Cuál fue el mayor reto de grabar en Colombia y qué le gustó más del país?
El mayor reto fue irse, así que estoy feliz de estar de vuelta. Grabamos en octubre de 2019 y tiempo después el mundo se estremeció, así que regresamos en 2020 y fue una etapa de éxtasis.
Y disfruté mucho de la gastronomía en Bogotá, es la mejor que he conocido en mi vida. Almorzamos en El Chato y créeme que fue una de las mejores experiencias de mi vida. Por la grabación no tuvimos tanto tiempo de conocer otras ciudades. Estuvimos en Pijao, pero hubiera querido tener más tiempo para conocer más. Sé que en algún momento volveré a Colombia, sin agenda, solo y exclusivamente para viajar por el país.
Próximamente se estrenará en Colombia La crónica francesa, la cinta de Wes Anderson. ¿Cómo fue volver a trabajar con el director?
Como le sucedió a Memoria, La crónica francesa se tuvo que haber estrenado el año pasado. Pero bueno, pronto llegará a las salas de cine. Es una historia hermosa en la París de mediados del siglo XX que rinde homenaje a las plumas americanas más icónicas y tradicionales. En pocas palabras, es una película sobre el periodismo de esa época.

Y luego está la otra historia con Pedro Almodóvar. Acabó de llegar de Madrid y no puedo contar mucho, solo que aunque esté grabada en España, será una historia sobre América.
Usted trabaja incansablemente, ¿qué la hace trabajar de esta manera?
El compañerismo, sin duda. Cada vez que hago una película digo que será la última, porque quiero estar tranquila en mi jardín, con mis perros. Luego, empieza una hermosa conversación con amigos de años atrás, y vuelvo a involucrarme en esto.
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