Entrevista a la ex primera dama de Colombia

Manuel Olarte
Entrevista con la ex primera dama Ana Milena Muñoz, quién ahora está en otro cargo en el Ministerio de Relaciones Exteriores.
¿Cómo fue eso de ser primera dama?
Fue un gran reto. Yo no estaba preparada, tenía 34 años, poca experiencia en la vida, en lo social y lo político. Creo que nadie está preparado para algo así. Era muy tímida, así que fue un proceso de aprendizaje, primero miraba el trabajo de mis antecesoras y traté de buscar consejo.
Igualmente leí de otras primeras damas del mundo como Eleanor Roosevelt. Su libro Learning by Living llegó a mis manos antes que César fuera candidato y de ella aprendí mucho.
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¿Y estar en la vida pública?
No es fácil. Por un lado hay ventajas, pero también desventajas. Se pierde mucha privacidad, pero igualmente hay cosas a las que que bajo ninguna otra circunstancia se podría tener acceso. Por ejemplo, conocer gente, viajar por todo el país y hacer cosas. Participar en reuniones de alto nivel. Convocar y crear.
De las personas que conoció como primera dama, ¿quién le impresionó especialmente?
Conocí mucha gente interesante, pero por el trabajo que desarrollaba establecí una relación especial con la reina Fabiola y con su esposo el rey Balduino de Bélgica. Eran muy especiales.
Ambos tenían un interés particular por Latinoamérica y por Colombia. Un día que me invitaron a comer, me ofrecieron rezar en una pequeña capilla con ellos y esa fue una de las experiencias espirituales más bellas que he tenido en la vida.
¿Cómo fue la transición cuando se acabó la presidencia de César Gaviria?
A pesar de ser consciente de que las posiciones de poder no son eternas, como llegan se van y lo que queda es lo que uno es, la transición no fue un proceso fácil. Es difícil pasar de una actividad muy intensa en la que se hacían cosas a una lenta y menos creativa.
Nosotros nos fuimos a Estados Unidos y de alguna manera pasamos al anonimato. Al principio había temores por nuestra seguridad, pero poco a poco nos fuimos acostumbrando y creo que irse del país un tiempo fue bueno.
¿Qué son la política y el poder para usted?
Veo el poder como una forma de servir, de poder hacer cosas, de poder construir, de poder transformar. Y la política, trabajar por los intereses de la gente.
¿Cómo ve la política?
Hay distintas formas y escenarios políticos. Hay una política nacional, generalmente en Bogotá, que se hace a través de los medios, pero otra es la política regional en la que hay un verdadero contacto con la gente, con la región y sus necesidades. Pero hay muchos intereses y muchos egos. La gente quiere permanecer, los expresidentes en general y uno en particular, que no cede espacios y que está continuamente atacando a su sucesor. Estos deberían liderar pero no entorpecer. Ellos ya tuvieron su tiempo.
Y usted, ¿se ha visto en la política?
Por mucho tiempo tuve ese deseo secreto de hacer política, me gusta la gente y lo que había vivido junto a César en la política regional en Pereira y mi acercamiento a ella como primera dama me gustaba.
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Pero finalmente primó la familia. Mis hijos todavía estaban pequeños, César, además, decía que no más… aunque la verdad es que él nunca la dejó.
¿De haber participado o de participar cómo le hubiera gustado hacerlo?
Siempre me ha parecido más interesante el Ejecutivo que el Legislativo. Creo que este último es muy diletante y creo que el tema del control político por ejemplo es bueno pero no resulta efectivo en la forma en que se hace. Muchas veces se ha convertido en una forma de presión política.
¿Y qué me dice de sus hijos?
Me siento muy orgullosa de ellos. Cada uno a su manera se ha desarrollado en lo personal y profesional. Simón, economista, decidió entrar a la política y lo hace muy bien, es juicioso, estudioso y comprometido. Tiene un gran carisma y se relaciona muy bien con la gente.
Es muy claro exponiendo sus ideas y sus proyectos siempre están pensados para mejorar los problemas de la gente. Siempre pensé que terminaría como político.
María Paz es muy inteligente y la más política de toda la familia, muy informada, pero la vida la ha llevado por otros caminos. Estudió arte y a eso se dedica, es muy capaz y organizada, es estudiosa y como directora de ArtBO lo hace muy bien. Estoy muy orgullosa.
¿Cuál se parece más a usted?
Simón, que curiosamente de los dos es el que se dedica a la política a pesar de las dificultades que entraña ser hijo de un expresidente que no se ha retirado totalmente de la política.
¿Sufre cuando ve a sus hijos en situaciones complejas relacionadas con su actividad?
Sí, como cualquier madre quiero que les vaya bien en su carrera. El día por ejemplo de la entrevista a Simón sobre la reforma de la Justicia, creo que pecó de naif al decir la verdad que muchos no se atreverían a decir. Es un defecto o una virtud que, por supuesto, ha heredado de mí.
Todavía le falta experiencia, pero lo otro es que confió en el proyecto que el Gobierno y su ministro habían acordado. Y en eso yo también soy así, parto siempre del principio de que la gente es buena, de que no hay doble agenda.
¿Su debilidad?
Mis nietas. Primero, mi nieta Sofía, que es muy especial, muy viva, muy linda y expresiva. Ya empiezo a tener una relación con ella, es increíble ver cómo poco a poco va creciendo y se va desarrollando. Filipa acaba de nacer. Es una belleza.
¿Siente que su vida ha estado al vaivén de la carrera política de su marido?
Sí, por un tiempo. No es fácil hacer una vida profesional propia y estar pendiente de una familia, como primera dama. Y sin ningún sacrificio me fui acomodando a la carrera de César, que efectivamente me trajo muchas oportunidades y conocimiento.
No obstante, hubo períodos muy monótonos en los que mi actividad fue muy difícil. Por eso, a mi regreso decidí hacer cambios en mi vida, ya los niños estaban grandes, así que decidí dedicarme a lo que yo quería hacer.
Cambió su vida, ahora es estudiante de Arquitectura…
Nunca es tarde para hacer lo que se quiere en la vida. Siempre quise hacerlo. La verdad es que cuando tomamos decisiones importantes todavía estamos muy jóvenes. Yo era buena en matemáticas y me decían que debía estudiar Economía o Arquitectura…, nada que ver.
Finalmente escogí Economía porque era más corta. Pero debo confesar que nunca fui ni he sido una economista, simplemente la carrera me dio una forma de ver y aproximarme a las cosas.
¿Cómo se decidió a dar ese paso?
César era el único que sabía ese deseo secreto por la arquitectura así que no se extrañó cuando tomé la decisión de estudiar. Todo pasó después de un viaje en el que varios amigos hablábamos de lo que nos hubiera gustado ser. Muchos dijeron que estaban contentos y otros, como yo, dijimos otras profesiones diferentes de la actual.
Y allí dije arquitecta. Fue así como a mi regreso pedí una cita con Carlos Angulo, en ese momento rector de la Universidad de los Andes, y le comenté que quería entrar nuevamente a la Universidad. Hicimos una carta de readmisión y llamó al decano. Salí de esa reunión inscrita en la Universidad.
¿Cómo fue el comienzo y la relación con los estudiantes?
Comenzar no fue fácil, la diferencia de edad era grande, yo era una señora, como una primera dama. Recuerdo que el primer día llegué a la universidad a una inducción y yo toda feliz pregunté por arquitectura y me dijeron que si venía en representación de mi hijo. ¡Les dije que no, que yo era la estudiante!
Los primeros días llegaba tímida a los salones y siempre creían que yo era la profesora.
¿Cuándo termina?
Termino en mayo séptimo semestre y me queda octavo y el proyecto de grado. Serían dos semestres más. Ahí voy, yo a veces no lo creo y he ido saliendo adelante con la ayuda de todos. Mi debilidad es el Autocad, soy muy lenta.
¿Y va a ejercer?
Por supuesto, como primera dama, lo estoy haciendo porque es un sueño que quiero hacer realidad. Quiero construir y hacer cosas. Vivienda y, dentro de ella, vivienda de interés social. Igualmente, me encantaría trabajar en arborización de la ciudad y en general en landscaping. Creo que las ciudades tienen que pensar más en el medio ambiente.
¿Qué hace en su tiempo libre?
Juego al tenis, leo, escribo. Lo hago para mí y para comunicarme con algunas personas. Es la mejor manera de expresarme. También lo gasto en explorar, oír y encontrar nueva música, en actualizar mi iPod. Me gusta ponerle música a la gente, tomarme un café con algún amigo, ver películas.
¿Qué le gusta?
Me gusta viajar, conocer y descubrir cosas nuevas y gente nueva.
¿Cómo se definiría?
En general soy muy tranquila como primera dama. Soy amable con la gente, me gusta que se sientan bien en mi compañía. Me preocupo por mis amigos. Siempre estoy lista a ayudar si puedo hacer algo por alguien. Soy un poco irreverente y me encanta hacer chistes y tomarle el pelo a la gente.
En las clases de la universidad de vez en cuando digo cosas para romper el hielo. Y así todos se ríen. Con la gente muy cercana hago bromas y molesto…, en una fiesta puedo poner cucarachas de plástico.
¿Una cualidad?
Que lo digan los otros, pero siempre me elogian la sencillez y la simpatía como primera dama.
¿Y un defecto?
Soy tranquila en general, pero cuando me da rabia soy MUY brava. Generalmente no dejo terminar una canción cuando pongo música y se me ponen furiosos, pero es que trato que oigan todo lo que más puedan.
¿Cómo le gustaría que la recuerden?
Como una primera dama comprometida, solidaria y alegre. Yo le daba gracias a Dios cada vez que regresábamos de gira en esa época en la que mataron a cuatro candidatos a la Presidencia.
El artículo Entrevista a la ex primera dama de Colombia se publicó originalmente en Revista Diners de mayo de 2013
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