Así es el amor en los tiempos de la generación Z
Andrea Vega
Hablar del amor es hablar de la humanidad misma. Desde la Edad Antigua, la mitología clásica ya nos mostraba las vicisitudes de este sentimiento. Los relatos de amores marcados por la tragedia fueron evolucionando hacia manifestaciones sublimes, como las hermosas cartas que Napoleón le escribía a su esposa Josefina de Beauharnais desde el campo de batalla en Italia:
“No he pasado un día sin amarte; no he pasado una noche sin abrazarte; ni siquiera he bebido una taza de té sin maldecir el orgullo y la ambición que me obligan a permanecer apartado del espíritu conmovedor de mi vida. En medio de mis deberes, ya sea al frente de mi ejército o inspeccionando los campamentos, mi querida Josefina está sola en mi corazón, ocupa mi mente, llena mis pensamientos…”, decía la misiva del emperador francés en 1796.
Actualmente, el amor también se escribe. En la pantalla de un celular, los enamorados comparten sus propios códigos culturales: los más versados teclean románticos mensajes, los tímidos manifiestan su devoción con el toque al corazón digital de su amad@ y los más osados develan sus intenciones enviando una berenjena.
La protagonista indiscutible de esta revolución es la generación Z, es decir, los jóvenes nacidos entre los años 1995 y 2010. Aunque algunos la enmarcan unos años antes o unos años después, lo cierto es que los define el hecho de ser la primera generación que no conoció el mundo sin internet.
Según el libro Gen Z, Explained (Roberta Katz, Sarah Ogilvie, Jane Shaw and Linda Woodhead, 2021), los miembros de esta generación son muy claros sobre quiénes son, y usan esa claridad de identidad para autodefinirse y rechazar presiones y demandas no deseadas, se unen a comunidades (en línea, principalmente) y abrazan la igualdad y la colaboración.
Intentar definir el significado del amor y de las relaciones entre los centennials sería un propósito que desbordaría las páginas de cualquier estudio. No solo porque es una generación que hace pocos años alcanzó su edad adulta, sino porque hoy, más que nunca, es una juventud que presenta innumerables matices.
“Existen muchos grupos de jóvenes, y cada vez se diversifican más. Hay unos jóvenes que siguen siendo muy tradicionales en sus formas de amor y en sus formas de relación”, señala Ana Lucía Jaramillo Sierra, Ph.D., directora y profesora asociada del Departamento de Psicología de la Universidad de los Andes.
Desde su percepción como docente e investigadora, Jaramillo asegura que esto no es necesariamente algo negativo, aunque sorprendentemente todavía hay formas tradicionales muy marcadas, como el machismo, que implican desigualdades o formas de violencia.
“Hay otro grupo que es tradicional en el sentido de querer un compromiso uno a uno, con una pareja que sea exclusiva y monogámica, ya sea heterosexual u homosexual, lo cual no es malo porque establece unos límites muy claros: qué es y qué no es la relación”, añade.
“Lo que seguramente es muy distinto, y cada vez va creciendo más, son aquellos grupos de jóvenes con diversas identidades de género y de orientación sexual, no necesariamente porque son trans, sino porque discuten el binarismo hombre-mujer, cuestionan que las relaciones amorosas sean exclusivas o monógamas y experimentan con relaciones abiertas, con un ‘somos amigos con derechos’ o ‘somos distintas cosas’”, señala Jaramillo.
La conquista: claridad y autenticidad
Carlos Andrés Cortés* es un joven de 22 años, soltero, que cursa su último semestre de Finanzas y Comercio Internacional y para quien, a pesar de su juventud, el amor es indispensable. Aunque su carácter tímido ha mermado su socialización con las mujeres, tiene muy definidas —como muchos de sus coetáneos— sus prioridades en el amor.
“Cuando conozco a alguien que me gusta y siento que es recíproco, siempre trato de dejar todo muy claro y que los dos seamos conscientes de la clase de relación que tenemos. A mí me parece muy lindo todo lo que conlleva estar en una relación y que la gente sepa que somos pareja, que somos novios”, comenta.
Este estudiante bogotano afirma que para la mayoría de los jóvenes que conoce eso ya no tiene mucho sentido y que ahora la consigna está en la diversión sin ataduras. “Las personas ya no quieren tener etiquetas ni estar en un proceso de noviazgo”, comenta.
La psicóloga española Isabel Duque, autora del libro Acercarse a la generación Z, asegura que “los anhelos, los deseos y los miedos de esta generación no son tan sustancialmente diferentes como a veces creemos. Lo que pasa es que miramos con unas gafas adultocéntricas, específicamente más juvenófobas, en las que parece que todo está mal en torno a lo que rodea al mundo joven, y olvidamos cómo fue el paso por los 20 años de gente que ahora tiene 50”, asegura.
La experta manifiesta que, a pesar de haber visto a sus padres o familiares en vidas de pareja que no les favorecían, mucha gente joven quiere tener una relación de pareja, ya que considera que eso es algo prioritario en su vida.
“Miedo al compromiso siempre ha existido, pero antes era más complicado. Conocí varias historias en las que, en el momento de casarse, uno de los novios se arrepentía. Esto ahora pasa a través de aplicaciones, mucho antes de que la cosa esté mal”, agrega Duque.
La importancia de la salud mental
Según el informe The Future of Dating 2023, de la aplicación de citas Tinder, el 80 % de los jóvenes de entre 18 y 25 años asegura que cuidarse a sí mismos es su máxima prioridad al momento de tener citas, en tanto que el 79 % quiere que sus posibles parejas hagan lo mismo. La salud mental parece ser el nuevo sex appeal: según el estudio, el 75 % de los solteros ven a alguien más atractivo si está dispuesto a trabajar en su bienestar mental.
Para los miembros de las nuevas generaciones, el mayor encanto yace en poder ser ellos mismos. El experto global en relaciones de Tinder, Paul Brunson, se refiere a esto en el mismo informe como “citas de todo o nada”. Para los jóvenes está bien dejar cualquier situación, si eso significa ser fieles a sí mismos.
“La generación Z tiene muy claro qué es lo que quiere y qué prioriza”, sostiene Marcela Millán, gerente de Comunicaciones para la región norte de Latinoamérica en Bumble, una de las aplicaciones más empleadas entre los jóvenes de esta generación.
De acuerdo con datos de esta aplicación, al 60 % de la generación Z en el país le resulta atractivo que la pareja sea abierta sobre sus preferencias sexuales. El Green Dating también aparece como una prioridad: el 70 % de las mujeres entre los 18 y 24 años considera atractiva a una persona que toma medidas para reducir su huella medioambiental. Además, el 86 % opina que la amabilidad es más importante en una potencial pareja que los atributos físicos.
Las relaciones: entre el individualismo y la diversidad
Lejos de las concepciones idealizadas de las generaciones anteriores, el amor en los centennials parece ser, ante todo, pragmático: relaciones de beneficio mutuo, que les permiten a ambos “ser” en forma individual. Para Jaramillo, está bien deconstruir ese “amor romántico” que se nos ha vendido a lo largo del tiempo, ya que los amores son imperfectos, son incompletos y se transforman.
Según Bumble, las actitudes más valoradas en una pareja, de acuerdo con los miembros de la generación Z, son, en su orden, que respeten su espacio personal y sus límites (72 %), la igualdad en la relación (71 %), y que tengan sus propias aficiones e intereses, y les animen a tener los suyos (61 %).
Por otra parte, las personas de la generación Z se han atrevido a plantear abiertamente otras formas de relación, en las que se cuestionan los estereotipos de género y se da la bienvenida a orientaciones sexuales y afectivas no tradicionales. El poliamor es una muestra de esto.
Julián Quintana* es un ingeniero de sistemas de 24 años que se relaciona de manera poliamorosa, es decir, que establece vínculos afectivos con varias personas al mismo tiempo en forma abierta.
“Muchos problemas de confianza tienen su fundamento en la monogamia. Todos tenemos intereses por otras personas, independientemente de si son solo físicos. Una gran ventaja del poliamor es la libertad que tienes respecto a cómo te sientes, además de que te ayuda a establecer relaciones con confianza sobre las demás personas”, indica.
El joven asegura que si bien en su generación hay personas que se están dando la oportunidad de despegarse de los límites en la sexualidad, todavía les cuesta despertar los límites de lo afectivo porque los sienten mucho más relevantes.
Brunson señala que “la aceptación de la generación Z a lo diferente y su enfoque inclusivo respecto al género y la sexualidad son las fuerzas impulsoras detrás de una nueva era. Están allanando el camino para que las generaciones futuras acepten su verdadero yo y tengan una mejor vida”.
De acuerdo con cifras de Tinder, la comunidad LGBTIQ+ es ahora el grupo de más rápido crecimiento, con personas que se identifican como no binarias: el número de sus miembros ha aumentado un 104 % en el último año.
“¿Qué significa el amor de pareja para mí? Es construir un lazo que va un poco más allá del enamoramiento; se trata más de compromiso, de confianza, de respeto y lealtad”, agrega Julián Quintana.
“La gente consume sustancias para subir sus niveles de oxitocina, serotonina, etc. Es lo mismo con el amor. Todo el mundo es ‘adicto’ a enamorarse”, comenta el ingeniero. “Creo que nuestra generación (Z) es complicada porque, si bien no estoy tan de acuerdo con la monogamia que traen nuestros padres o abuelos, falta un poco de compromiso al mismo tiempo. A veces no veo un esfuerzo mucho más allá de la química”.
Compromiso: un panorama… ¿alentador?
La sociedad ha visto cómo muchos integrantes de la generación millennial prefirieron retrasar el matrimonio y la maternidad por buscar su desarrollo profesional, entre otras razones. Todavía es muy temprano para saber si los jóvenes centennials postergarán el matrimonio tanto como lo hicieron sus predecesores. Sin embargo, se prevé que la tendencia va a continuar.
“Vivimos en una acentuación del individualismo: primero hago una carrera, publico, viajo, corro una maratón, tengo un gato, compro mi casa… La lista es cada vez es más larga, y cada vez va a ser más difícil que encuentres a alguien, puesto que estás muy adaptado a tu soledad, a estar tú contigo y a reflejarte en alguien tan significativo”, asegura la doctora Jaramillo.
En opinión de la docente, esto puede llevar a que, en un futuro, estar en pareja ya no sea algo valorado, lo cual puede privar a las personas de una oportunidad de crecimiento que solo se presenta al compartir con otro.
“Las generaciones anteriores hemos sido desastrosas: conflictos, incapacidad de ser padres, violencia, acoso, maltrato… Pienso que hay una carga de ‘si el compromiso es aguantarme todo esto, no lo quiero’”, agrega.
Sin embargo, los expertos coinciden en que factores propios de la naturaleza de los jóvenes de la generación Z les ayudan a tener relaciones de pareja más sanas que las que tuvieron sus padres. Por ejemplo, los temas de igualdad de género hacen que busquen relaciones más equitativas, en las que sean verdaderos pares.
De hecho, Brunson asegura: “Esta generación de jóvenes tendrá los matrimonios más exitosos hasta el momento. ¿Por qué? Porque están invirtiendo en el bienestar emocional y en una comunicación clara”.
Para muchos jóvenes es importante casarse, no porque necesiten la aprobación social o de la Iglesia, sino por un tema pragmático: piensan en las emergencias en las que se requiera la presencia de un familiar, en las facilidades para emigrar y hasta en las tasas más favorables en créditos bancarios. Muchas parejas jóvenes quieren vivir juntas antes de casarse.
Los lenguajes del amor, la responsabilidad afectiva y el tiempo de calidad parecen ser temas cotidianos. Muchos buscan ayuda profesional con un terapeuta, un psicólogo y hasta en redes sociales, pues tienen acceso en sus redes favoritas a varios creadores de contenido, pero deben hacer un uso precavido y responsable de estas.
Bodas de la generación Z: experiencias en lugar de apariencias
Según la especialista en bodas Carolina Chaux, los jóvenes de la generación Z son novios que desean hacer lo que ellos quieren, y la influencia de sus padres en este aspecto es más bien poca.
“Son independientes, modernos y muy dados a hacer bodas no tradicionales. Les encantan las bodas de destino, íntimas, que duren varios días, y con experiencias y juegos para que sus invitados no se aburran”, asegura la experta.
La playa es el lugar favorito para las ceremonias. Se casan por diferentes ritos —no necesariamente por el rito católico— y una buena rumba con DJ remplaza a las orquestas tradicionales.
“Son novios que piensan en la ecología y no quieren tanto desperdicio el día de su boda. Los centennials prefieren plantas que se puedan volver a sembrar en lugar de flores”, añade.
“Para las generaciones anteriores era importante el protocolo para ‘quedar bien’. Las personas de la generación Z quieren ofrecer comida diferente porque son individuos que han viajado mucho por el mundo y han experimentado gastronómicamente”, puntualiza.
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