En cada esquina de Chapinero , en los bares de Quinta Camacho o en las terrazas que miran al oriente, la ciudad se ha convertido en el escenario preferido para quienes rinden culto a esta bebida dorada. Los festivales, las microcervecerías y los bares artesanales han hecho que el ritual de destapar una botella o servir un vaso se transforme en una experiencia sensorial.
Vea también: Una ruta imperdible de cervezas en Bogotá Los bogotanos no solo la beben para refrescarse. Lo hacen para acompañar una conversación, un reencuentro o un silencio. La cerveza forma parte de una cotidianidad que mezcla tradición, curiosidad y ese gusto por probar lo nuevo. Por eso, saber servirla y catarla no es un detalle menor: es una forma de respeto hacia una de las bebidas más queridas por los colombianos. El arte de servir una cerveza

1. El vaso adecuado Todo comienza por el recipiente. No todas las cervezas son iguales, y tampoco todos los vasos. Los conocedores recomiendan usar un jarro para cerveza o un vaso amplio y largo. Este tipo de recipiente conserva mejor la temperatura y protege la efervescencia, esa danza de burbujas que mantiene viva la bebida. Un truco que pocos aplican y que hace toda la diferencia consiste en enfriar previamente los vasos. Colocarlos unos minutos en el refrigerador antes de servir la cerveza garantiza que el líquido mantenga su frescura y que el primer sorbo sea tan frío como la tradición manda. 2. La espuma perfecta La espuma es mucho más que un adorno. Es la capa protectora que resguarda los aromas y equilibra la experiencia de cada trago. Una buena cerveza debe tener entre 1,5 y 2 centímetros de espuma, suficiente para liberar los compuestos aromáticos y realzar su sabor. Lograrla exige un gesto preciso: incline el vaso a 45 grados al servir, y cuando haya llenado la mitad, enderécelo suavemente para permitir que la espuma se forme con elegancia. Verá cómo el líquido se acomoda bajo una corona blanca que parece prometer una historia en cada burbuja [TRUNCADO]



