La vida en una mochila: ¿cómo es ser nómada digital?

Andrea Domínguez
Aunque la pandemia les haya puesto un alto en el camino a los nómadas digitales, esta también confirmó, de una vez por todas, que para muchas personas es perfectamente posible trabajar desde cualquier lugar.
Por eso, quienes hoy aún parecen aves raras que llevan una vida itinerante, serán las bandadas de viajeros más comunes de las próximas décadas. En Estados Unidos, un país en el que este estilo de vida está más difundido, 4,8 millones de personas se identificaron como nómadas digitales en 2018, según estudio de la firma MBO Partners.
En Colombia no hay cifras disponibles, pero definitivamente ha empezado a florecer esta tendencia con la aparición de los espacios de coworking y con los avances en tecnología, las mejoras en conectividad y la democratización de las redes sociales.
Claro que ser nómada digital no es ninguna novedad. Uno de los primeros nómadas digitales del mundo fue el estadounidense Steve Roberts, quien en 1983 recorrió su país en una bicicleta equipada con uno de los primeros portátiles para trabajar desde cualquier parte. De esta experiencia salió el libro en el que habla de su recorrido de 27 mil kilómetros, cuando no había redes sociales, los aparatos eran más pesados y la cultura organizacional hacía del trabajo remoto algo impensable.

Medellín está en el puesto 75 de las más atractivas para los nómadas
Algunas ciudades se han percatado de este nuevo mercado y se han preparado para ser más atractivas a los ojos de estos trabajadores. De hecho, existe un Índice del trabajo desde cualquier lugar, realizado por Netspick, que en 2021 evaluó 75 ciudades del mundo en función de factores como costo de vida, infraestructura, impuestos, libertades, seguridad y habitabilidad.
En el puesto número uno está Melbourne, Australia, y en el 75, Medellín. En el reporte, los viajeros pueden ver cómo es el internet en cada ciudad, cuánto cuesta alquilar un lugar para vivir y si hay visa de nómadas, entre muchas otras características. Entre las ciudades que ya expiden visa para nómadas digitales están Melbourne, Dubái, Sídney, Praga, Lisboa, Atenas, Zagreb, Ciudad de México y Tallin.
Gente que viaja ligera de equipaje y que se mueve en transporte público y bicicleta; gente que hace muchas amistades, pero que tiene más desafíos para establecer relaciones de largo aliento; personas con una mentalidad abierta para entender y adaptarse a todo tipo de culturas y costumbres, ciudadanos del mundo.
La nómada digital
Lili Gulfo es La Nómada Digital, así, con mayúsculas. Creó esa marca para conjugar sus pasiones: los viajes, la enseñanza y el mercadeo. Es de Sincelejo, Sucre, pero desde hace 17 años tiene su sede en Medellín.
Gulfo ha trabajado durante los últimos dos años desde Estados Unidos, Brasil, Argentina, Chile, Uruguay, España y muchos otros lugares, en playas, montañas, ciudades y parajes remotos.
Tras graduarse como administradora de negocios de Eafit, trabajó para empresas reconocidas y estaba muy bien encaminada en el mundo corporativo. Pero al cumplir 29 años se empezó a cuestionar si era realmente feliz con la vida que llevaba. “Llegó un momento en el que me di cuenta de que estar en una oficina de siete de la mañana a siete de la noche, no poder celebrar mi cumpleaños porque estaba muy ocupada o no tener tiempo para ir a un evento familiar no era la forma como quería vivir”.
Nació con el chip…
Ella siempre tuvo el chip viajero. De hecho, ha realizado varios viajes de mochilera con su mamá, y como durante su carrera convencional había viajado muchísimo, tenía claro que en su nueva vida los viajes serían ingrediente principal.

“Hice un máster en mercadeo, luego un boot camp de emprendimiento digital y empecé a aterrizar todo lo que tenía en mente: pasión por mi carrera, deseos de enseñar, decisión de emprender y la firme intención de hacerlo viajando. Entonces nació mi marca y a través de ella me dedico a enseñarles a las personas que es posible trabajar en lo que saben y quieren, desde cualquier lugar del mundo”.
En 2019 Gulfo dio el salto definitivo y soltó otros ingresos fijos. En ese momento, aunque el nomadismo digital ya estaba afianzado en otras latitudes, en Colombia era una novedad, pero su trabajo es justamente ayudar a otros a adoptar esa forma de vida.
¿Sirvió la pandemia para incentivar el nomadismo digital?
“Con la pandemia, muchas personas salieron del clóset profesionalmente hablando. Empezaron a decir: soy abogado, pero no quiero serlo más; ayúdame a hacer mi marca personal, quiero ser coach de vida. O, soy radiólogo, pero quiero escribir libros, hacer lo que realmente me gusta y no deseo más estar encerrado en una oficina”, reflexiona.
Para Gulfo, el principal obstáculo es vencer el miedo a generar ingresos. Pero según ella, cualquier negocio o servicio puede digitalizarse y monetizarse. Inspira a otros con su experiencia personal para generar ingresos, porque además considera que el mercado es suficiente para todos.
Esta mujer no niega que hay que saber lidiar con los desafíos. El primero de todos es la incertidumbre, pues mientras en un trabajo convencional se cuenta con el pago a fin de mes, en el mundo del emprendimiento digital los ingresos llegan de maneras irregulares.
Adicionalmente, hay que prevenir problemas de salud y, por lo menos, tener planeado qué hacer en caso de enfermarse durante un viaje. También hay que prepararse para los ataques digitales (ella ha sufrido dos, pero otros colegas le han dado la mano). Por ahora está en Medellín, pero su plan, cuando se estabilicen las reglas de la pandemia, es hacer el Camino de Santiago y, eventualmente, llegar a Bali.
Tiempo de viajar
La vida laboral dentro de una oficina estatal fue el último empujón que necesitó Paula Carrillo –creadora del canal de YouTube Vieja que viaja– para cambiar radicalmente de vida. Esta periodista bumanguesa, especializada en Relaciones Internacionales, llevaba una vida convencional en Bogotá, donde trabajaba para una oficina gubernamental, después de haber laborado en medios de comunicación.
“Me sorprendió mucho ver cómo funcionaban las cosas dentro del Estado y eso me llevó a reflexionar si realmente quería seguir ahí. Se juntó, además, la crisis de los treinta y analicé si era feliz con la vida que tenía. Entonces tomé la decisión radical de ahorrar un año y, en 2017, salí de viaje sin tiquete de regreso.”
Los ahorros le duraron seis meses hasta llegar a Vietnam, después de haber recorrido Singapur, Camboya, Tailandia y Mianmar. Entonces buscó trabajo como profesora de inglés en Vietnam, volvió a ahorrar y prosiguió su viaje con la meta de no tomar ningún avión desde el sudeste asiático –pasando por China, Mongolia, Rusia y los países bálticos– hasta llegar a Alemania y Francia.
Narradora de historias
A lo largo de su viaje creó un blog y empezó a narrar allí sus vivencias, pero sin tener en mente el convertir este proyecto en su forma de vida. “Hasta entonces no había pensado ser nómada digital. Tenía esporádicamente unos ingresos porque trabajaba desde donde estuviera con edición de textos pero terminé por regresar a Colombia. Conseguí otro trabajo como periodista y dejé un poco de lado mi blog”.

Sin embargo, Paula ya no era la misma. Sintió que debía volver al camino y esta vez empezó a trabajar más organizadamente en su blog. Viajó a España e hizo una maestría en Marketing digital y hoy tiene un canal de YouTube que ha empezado a generar ingresos.
En sus siguientes viajes no ha cometido los errores del primero, cuando viajó con una maleta gigante llena de cosas que llevaba en caso de necesitarlas y que regaló por el camino. Hoy viaja ligera y cada vez tiene menos apego por cosas materiales.
“He aprendido a vivir con poco y que las cosas que más me gustan son momentos, experiencias, lugares, gente, amigos que hice viajando y todo eso es algo que cuando estaba fija en una ciudad no lo podía contemplar de esa manera. Viajar con la casa a la espalda enseña mucho.”
Las malas experiencias aparecen en su blog. Por ejemplo, en Bulgaria pasó dos noches en una celda por incumplir, sin saberlo, unas restricciones sobre el coronavirus que no estaban muy claras. “Después de eso regresé a Colombia para hacer un receso y esperar que pase la pandemia”, agrega ya con el plan en mente de volver a despegar.
Una salida del libreto
Camilo* es un empresario colombiano de 45 años que tiene una empresa de comercialización de contenidos audiovisuales y de contenidos para televisión paga por cable, satélite y plataformas digitales para América Latina.
A partir de la pandemia su trabajo pasó a ser más remoto y digital. “Al ver que podía hacer mi trabajo desde cualquier lugar, y que nuestros hijos de 12, 9 y 6 años estaban en colegio virtual, decidimos aprovechar. Buscamos lugares y encontramos que Barbados nos ofrecía mayores facilidades”.
Fueron meses de mucha integración familiar mientras trabajo y colegios continuaban normalmente de manera virtual. “Estás solo con tu familia, seis meses 24/7 con tus hijos, así que compartes mucho tiempo. Nos volvimos muy unidos. Teníamos poca ayuda y debíamos hacer todo lo de la casa solos. Esto fue muy bueno para que los niños se dieran cuenta de lo que cuestan las cosas. Así como del privilegio que tienen de vivir en su casa en Bogotá”.

Una experiencia “replicable”
Aunque están de regreso en Colombia, sin planes de volver a migrar como familia, Camilo considera que esta experiencia es replicable cuando sus hijos estén más grandes. Y desde su punto de vista de empresario, cree que el nomadismo digital se hará cada vez más fuerte.
“Con la pandemia se empezaron a dar ejemplos de empleados nuestros que se fueron a lugares como Villa de Leyva o a las afueras de Bogotá sin que el trabajo se viera afectado. Estoy convencido de que esto duplica la productividad; cuando tienes empleados con más tiempo para su vida personal y la empresa los respalda ciento por ciento, se generan un bienestar y un salario emocional incalculables. En nuestra empresa, por ejemplo, ya no volveremos a lo de antes. Tenemos uno o dos días de trabajo presencial en la semana y el resto es remoto.”
Consejos de nómada
•Aprender a manejar la incertidumbre.
•Ser organizados con los ingresos.
•Tener rutinas saludables de trabajo: la falta de estructura física o de ambiente laboral puede hacer que la gente trabaje más horas de lo recomendable.
•Buscar lugares con buen internet, seguridad, amigables con los viajeros.
•Las apps son la mano derecha de los nómadas. Estas resuelven problemas como transporte, alimentación, turismo.
•Usar el cambio horario a su favor: trabajar para clientes en América desde Europa es una gran ventaja. “Te levantas a trabajar a las 9. Cuando tu cliente en América se despierta ya tiene muy temprano en su correo tu propuesta”, dice Lili Gulfo.
•Si se trata de economizar, es bueno “ganar en moneda fuerte y gastar en moneda débil”, dice Paula Carrillo.
•Viajar con un buen kit que permita establecerse en un lugar y poder sentirse en una oficina cómoda. Audífonos, soporte para el portátil, teclado externo.
•Para generar ingresos, recurrir a las plataformas digitales como freelance.
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