“Más de la mitad de las prendas fast fashion podrían reciclarse”
María José Marroquín
Aunque para muchos todavía se trate de algo lejano y sobre lo cual no existe una conciencia clara, alarma el impacto de la moda sobre el medioambiente. Se estima que cada año la población mundial consume alrededor de ochenta billones de piezas de vestir, lo que representa un incremento del 400 % respecto de dos décadas atrás. Por eso es importante el papel de la moda sostenible.
Según la fundación Ellen McArthur, más de la mitad de las prendas que provienen de la industria de la moda rápida o fast fashion y que podrían reciclarse, al ser desechadas en menos de un año provocan la quema indiscriminada de textiles y el incremento acelerado de los basureros de ropa, que aumentan cada segundo.
Además, la utilización de recursos naturales para la producción de esta industria llega a escalas excesivas y emite hasta 1,2 billones de toneladas de gases de efecto invernadero por año. Solo en la producción de un kilo de algodón, que equivaldría a un pantalón en denim y a una o máximo dos camisetas, se pueden consumir de diez mil a veinte mil litros de agua.
Los holandeses Viktor & Rolf son otros representantes de la moda sostenible. Reutilizan piezas, telas y accesorios de colecciones pasadas.
Una vez en manos del consumidor final, el asunto no mejora. El lavado de textiles como el poliéster libera microfibras plásticas que terminan en el mar, día tras día, donde se acumulan y generan agentes altamente contaminantes, tanto para las aguas como para las especies marinas, algunas de las cuales terminan en nuestra mesa.
Todo esto sin mencionar las paupérrimas condiciones laborales a las que se ven sometidas miles de personas que trabajan alrededor de la confección de la moda rápida y masiva, y que han indignado al mundo.
Por esto, y porque de seguir así esta industria será la responsable de un cuarto del impacto del cambio ambiental para 2050, la sostenibilidad en asuntos de moda dejó de ser una tendencia y se ha convertido en un verdadero compromiso, que desde las grandes casas de diseño, pasa por los emporios de moda democrática y llega hasta el consumidor final.
Se habla de moda sostenible cuando un diseñador, marca o proyecto satisface sus demandas o producción del presente, sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras. Existen muchas formas de aplicación en la práctica, que desde el punto de vista teórico reposan en la idea de generar un cambio social desde el diseño y que pasan por tres pilares básicos: minimizar el impacto medioambiental, generar condiciones de trabajo dignas y pensar la moda como un fenómeno de economía circular.
Tres diseñadoras comprometidas
Una de las grandes pioneras de esta nueva era de la moda es la británica Stella McCartney. Reconocida animalista y activista de la conciencia ambiental, esta diseñadora ha logrado, como pocos, mantener su ADN de lujo minimalista y sastrería impecable mediante la utilización de materiales reciclados y sostenibles, además de impulsar procesos que promuevan una moda más ética. De hecho, uno de sus momentos más brillantes fue haber diseñado el vestido de novia que Meghan Markle usó tras la ceremonia para la recepción de su boda. Se dice que fue elegida por la duquesa de Sussex pues comparte algunos de los valores que McCartney imprime en su marca, notablemente el feminismo y la sostenibilidad, de los cuales quiso hacer un guiño simbólico al mundo por medio de su traje.
Vivianne Westwood ha a cambiado todo sus sistema de producción para trabajar con proveedores de energía sustentable. Un ícono de la moda sostenible.
Otra grande que se ha comprometido con el tema de la sostenibilidad es Vivienne Westwood, diseñadora rebelde e icónica, que supo llevar la estética del punk de los años setenta a las grandes esferas de la moda. Westwood no solo ha presentado colecciones en colaboración con Greenpeace, sino que ha cambiado todo su sistema de producción para trabajar con proveedores de energía sustentable. Tiene, además, talleres en Kenia y en Burkina Faso, donde artesanos de comunidades vulnerables tejen a mano tanto piezas para sus accesorios como telas para sus colecciones.
Los holandeses Viktor & Rolf han tenido otro tipo de aproximación al tema de la sostenibilidad, igualmente importante, pues reutilizan piezas, telas y accesorios de colecciones del pasado en nuevas puestas en escena de sus creaciones de alta costura. Recomponer, reutilizar y resignificar como parte de la vida en un medio que no puede ser ajeno a ella, ha sido su estandarte.
La reutilización de la ropa
Colombia no se queda atrás. El deseo de asumir una ética y una mayor responsabilidad en los hábitos de consumo en lo que a moda respecta es cada vez más fuerte y las iniciativas para lograrlo se cuentan con creces.
En este aspecto vale la pena resaltar la introducción de un concepto que había sido lejano y ajeno en estas latitudes: la reutilización. Aunque en ciudades como París o Berlín esta práctica está instituida y arraigada y se mira desde la óptica del mercado vintage, en Colombia, adquirir prendas que hayan tenido un dueño previo se veía con cierto recelo, hasta ahora.
El reto de Eleonora Morales, consultora de moda y especialista en lujo, ha sido quitarle el estigma a la ropa usada y trabajar con la premisa de moda circular. Gracias a su visión de este nicho casi inexplorado, ha demostrado que existen otras formas posibles de consumo. Lo que ella bautizó como Garage Sale by Eleonora Morales ha sido un éxito y ha convocado a más de tres mil personas por edición, con la idea de darles nueva vida a prendas que permanecían inertes en el clóset de alguien más.
Su experiencia le dejó en claro a Eleonora que ella misma tenía una buena cantidad de prendas en perfecto estado, modernas y atractivas, que simplemente ya no se ponía.
“Me empecé a dar cuenta de que mi relación con la moda, así como la de muchas mujeres, pasaba por la acumulación. Miraba que en mi clóset tenía piezas divinas, que había usado una sola vez y estaban olvidadas. Peor aún, guardaba cosas sin estrenar y ni siquiera las tenía presentes, a veces por años”.
Una de las grandes pioneras de la moda sostenible es la británica Stella McCartney.
Así, empezó a realizar ventas pequeñas entre sus amigas más cercanas, hasta que sintió que esto podría convertirse en un proyecto más ambicioso y con un impacto de consciencia a mayor escala. Decidió entonces abrir no solo las puertas de su guardarropa sino también invitar a otras mujeres a que abrieran las puertas del suyo, para que sus prendas olvidadas pasaran a otras manos y volvieran a la vida con el estilo de una nueva dueña.
Poco a poco activó sus redes sociales y puso a disposición de mujeres de todas las edades un espacio donde estas prendas se vendían a precios amigables, pero ante todo, con la intención de pensar la moda como un fenómeno circular. Influencers y mujeres reconocidas por su cercanía con la moda nacional, como Laura Tobón, Kelly Talamas y Ana Beliza Mercado aceptaron el reto y pusieron sus prendas a la venta a través de esta plataforma.
La respuesta superó sus expectativas. En el año 2019, Eleonora realizó seis ediciones con asistencia masiva y hoy su Garage Sale, que ya es una empresa consolidada, se realiza cada dos meses.
“Ha sido una experiencia maravillosa. No solo hemos crecido de manera rápida y consistente, ganándonos la confianza de nuestros consumidores por la curaduría rigurosa que realizamos, sino que además hemos podido ver cómo, poco a poco, las personas les pierden ese temor y esa falta de confianza a las prendas usadas”.
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Eleonora, además, ha invitado a participar a reconocidos diseñadores nacionales para que pongan en venta piezas de antiguas colecciones y los ha sacado de sus esferas y nichos tradicionales. Nombres de trayectoria como Olga Piedrahíta, Leal Daccarett, Laura Laurens y Carlo Carrizosa, entre otros, han formado parte de sus eventos y resignificado algunas de sus piezas y colecciones en un nuevo espacio, con un público distinto.
“Es usual que en Colombia algunas personas piensen que la ropa de diseñador está fuera de su alcance, por el precio o porque asumen que está hecha para íconos de la moda, famosos o influenciadores. Esto los intimida frente a algunos nombres del diseño nacional. Este espacio ha sido, también, una oportunidad de dar a conocer el talento local en nuevos contextos y romper esas preconcepciones que alejan al consumidor de ciertos nombres o marcas”.
Todos ponen
La diseñadora bogotana María Luisa Ortiz es otra cara de la moda sostenible en Colombia. Su trabajo, junto a su colega Diego Guarnizo, que involucra la maestría artesanal tradicional colombiana dentro de sus colecciones, es bien conocido. Esta labor no solo ha enaltecido dichas técnicas, sino que ha tenido un impacto positivo en las comunidades con las que han trabajado.
Su más reciente proyecto, Todos Ponen, en el que utilizó los textiles de dos mil uniformes de policía, que ya estaban en desuso, para crear una colección escolar de maletines, morrales y cartucheras, confeccionados por víctimas del conflicto en proceso de reincorporación y reintegración, es un ejemplo de sostenibilidad social en el tiempo a través de la moda.