Carlos Casadiego: de gran ejecutivo a chef pastelero en Paramarte
Maria Camila Botero
En el ‘hotel abuela’ —como Carlos Casadiego lo llama— aprendió a cocinar. Tenía cinco años cuando, rodeado de sus primos contemporáneos, descubrió en la repostería y en la comida su pasión. “Mi abuelita paterna cocinaba espectacular. Todos los fines de semana nos hacíamos alrededor de ella para aprender”, recuerda.
Su mamá y su tía también fueron un referente para él en la cocina, aunque ninguno en su familia vio este talento como un oficio. “Desde mi infancia apareció esa curiosidad por descubrir y crear sabores diferentes, pero no es sino hasta hace poco que —con lo que me enseñaron ellas— empezó este proyecto de vida que ha ido creciendo. Soy el único en la familia que encontró en la gastronomía una profesión”.
Antes de eso, Casadiego dedicó 22 de sus 41 años al sector automotriz. Estudió Economía, pero siempre sintió gran atracción por los carros, por lo que cuando se le presentó la oportunidad de trabajar en el concesionario Colwagen no dudó ni un segundo. Después la vida lo siguió llevando por este camino hasta el punto en el que se convirtió en el gerente de marca de esta empresa y posteriormente en el director comercial de Volkswagen, donde trabajó hasta mayo del 2020.
Un anhelado giro
Como toda su vida laboral estuvo vinculada a un único sector, decidió cambiar de rumbo. Y aunque desde el 2019 “estaba tentado” a hacer algo diferente, no fue sino hasta el 2020 —con el inicio de la pandemia— que se atrevió a crear su pastelería Paramarte.
Llevaba un buen tiempo pensando en la idea e incluso ya había estudiado Panadería y Pastelería en el Gato Dumas cuando se le presentó lo que él cataloga como una oportunidad. “Estar cara a cara con una realidad que nadie esperaba nos impulsó a cumplir el sueño. En ese momento todo el mundo debía iniciar de nuevo, así que renuncié a mi trabajo y arrancamos”.
Arrancamos, así en plural, pues su esposa Catalina Rincón —a quien conoce desde hace 15 años— ha estado con él en cada paso. Ella es mercadóloga, por lo que lo apoya con las estrategias comerciales y el manejo de los canales virtuales. Pero lo más importante, según él, es que siempre lo motiva. “Con un emprendimiento te agotas muy fácil y llegan momentos en los que quieres tirar la toalla, pero ella está ahí diciéndome que siga adelante y brindándome su apoyo”.
Empezar en medio de una pandemia
Siempre es difícil comenzar, pero en plena cuarentena aún más y para Casadiego y su esposa no fue la excepción. En un principio empezaron en su casa y apoyándose en las redes sociales, pero adquirir la materia prima y los utensilios fue “una odisea”, según él.
“Todo estaba cerrado así que nos tocó con las uñas. Íbamos de puerta en puerta a ver quién nos podía vender los hornos, el mesón de la cocina y todo lo que necesitábamos, pero lo logramos”.
Paramarte, un lugar para sentirse querido
La pareja inició a prueba y error, modificando pequeños detalles en las recetas hasta encontrar el punto que buscaban. Así, poco a poco han ido creciendo y ya abrieron un punto físico ubicado en la calle 119 # 12-16, en Bogotá.
“Todos los ingredientes que usamos son colombianos. El chocolate es criollo, el café es del Huila y el Quindío, todas las frutas son de la región e incluso hacemos nuestro propio ají”, explica.
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Si un día visita Paramarte, Casadiego lo invita a probar su torta de chocolate y sus pizzas artesanales que son fermentadas con masa madre artesanal, por lo que no contienen levaduras artificiales ni químicos. “Su fermentación es de al menos 30 horas, así que queda crujiente y deja un nivel de acidez en boca delicioso. Además, tratamos a la masa como si fuera la mascota de la pastelería porque no puedes dejar que se sobrehidrate ni se sobrefermente. Tienes que consentirla todos los días para que se mantenga como debe ser”.
Una buena opción para probar sus pizzas son los jueves de ‘all you can eat’, ya que entre la 1 de la tarde y las 8 de la noche podrá comer toda la pizza que desee por 23.000 pesos.
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Pero también puede probar empanadas horneadas con ají de uchuva, vinagreta de mora, mermelada de uchuva y cheesecake de gulupa con base de achiras, por mencionar algunos de sus platos estrella.
“Más que un negocio, es una pasión”
Aunque Casadiego estaba feliz con su “antigua vida”, necesitaba este cambio. “Los carros me apasionan, pero me apasiona más la gastronomía”, dice. Según él, su motivación no fue darse un respiro, porque aunque el sector en el que trabajaba a veces lo requería de domingo a domingo y le demandaba mucho tiempo, en Paramarte debe cumplir jornadas más extenuantes.
“Como hasta ahora estamos construyendo el sueño, estoy trabajando incluso más de lo que trabajaba antes, pero estoy haciendo lo que más me gusta en la vida. Siento que la comida te acerca mucho más a las personas y Paramarte me ha enseñado humildad, paciencia, perseverancia y disciplina”.
Para Casadiego lo que los hace diferentes de las demás pastelerías es que ellos no la ven solo como un negocio sino como una pasión y un sueño cumplido. Para ellos es un espacio para sentirse querido y disfrutar de sensaciones únicas. “Todo está construido con mucho detalle y siento que es en los detalles que está el éxito de cualquier cosa”, concluye.
Si desea descubrir sus productos y conocer más sobre Paramarte, puede consultar su página web.
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