¿Qué tienen de especial los mejores restaurantes de Europa?

Según la encuesta abierta al público de ‘Opinionated About Dining’, estos son los diez mejores restaurantes del continente. Pero más allá del ranking, ¿qué comparten?
 
¿Qué tienen de especial los mejores restaurantes de Europa?
Foto: Impresión n.º 9: 1984/ Este plato está inspirado en la novela distópica 1984 de George Orwell. La pupila del ojo está rellena con una crema de maíz, tartar de langosta, coronada con caviar ossetra y un gel elaborado a partir de ojos de bacalao.
POR: 
Revista Diners

Los comensales del mundo eligieron sus propuestas favoritas para el listado Top Restaurants Europe 2025 de Opinionated About Dining (OAD), una plataforma que se ha convertido en referencia entre los amantes de la alta cocina. A diferencia de otras guías dominadas por críticos o instituciones, OAD se basa en experiencias reales: votaciones detalladas de quienes viajan, prueban y comparan lo mejor del continente.

Este año, el primer lugar lo ocupa Alchemist, en Copenhague, el restaurante donde el chef Rasmus Munk redefine los límites de la experiencia culinaria. Su cocina progresiva no sigue una narrativa multisensorial que cuestiona y provoca al comensal. Aquí, cada plato, como una esfera comestible que explota en la boca o un helado de sangre, busca generar reflexión sobre temas que van del plástico en los océanos al uso de órganos animales. 

A este restaurante se le suman otras propuestas en ciudades como Estocolmo, Madrid, Múnich, Axpe, Gardone Riviera o Jaénm, donde sorprenden cocinas como Frantzén, en Suecia, hasta el fuego honesto de Etxebarri, en el País Vasco, pasando por la exuberancia radical de DiverXO, en Madrid. Toda esta selección confirma una tendencia: la alta cocina ya no se trata solo de lujo o técnica, sino de identidad, riesgo y narrativa.

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A continuación, vea los primeros 10 lugares que marcan tendencia en el viejo continente: 

1. Alchemist en Copenhague, de los mejores restaurante de Europa

La capital de Dinamarca es la casa de Alchemist, el restaurante del chef Rasmus Munk, donde la cocina progresiva no sigue un orden tradicional de entrada, plato fuerte y postre, sino una narrativa multisensorial que cuestiona al comensal.

Munk propone una “cocina holística” que cruza arte, ciencia, ética, política y placer. El resultado puede ser una esfera comestible con sopa ahumada que explota en la boca o un helado de sangre que no busca agradar, sino provocar. Cada ingrediente y técnica está pensado para generar reflexión: sobre los plásticos en el océano, el uso de órganos animales y el impacto ambiental.

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2. Restaurant Frantzén en Estocolmo

La capital sueca es también la casa de uno de los restaurantes más influyentes de Europa. Dirigido por el chef Björn Frantzén, aquí se cocina bajo la premisa de una nueva ola nórdica: ingredientes locales como raíces, mariscos del Báltico y hierbas silvestres se cruzan con técnicas y sabores del Japón.

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Cada plato revela una intención precisa. Hay ecos del bosque sueco, fermentaciones lentas, umami, cocina de caza y una estética cuidada que no busca impresionar, sino sintonizar con la tierra. No hay excesos, pero sí capas de sabor que se descubren en secuencia.

La experiencia va más allá del plato. Frantzén diseñó su restaurante como una progresión arquitectónica: el comensal recorre varias salas antes de llegar a la mesa. Ahí están, por ejemplo, su ya icónica french toast con cebolla caramelizada, trufa y vino blanco, o una ostra con leche de piñones y manzana fermentada. Platos que no solo combinan oriente y occidente, sino también rusticidad y precisión. El lujo, aquí, está en el tratamiento del tiempo, la técnica y la memoria.

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3. JAN en Múnich

La ciudad bávara es el escenario elegido por el chef Jan Hartwig para desplegar una de las cocinas más refinadas y personales de Europa. Aquí, las influencias francesas se entrelazan con productos y gestos bávaros, mientras una libertad creativa da paso a platos que transitan entre la tradición y lo contemporáneo sin forzar el equilibrio.

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Vegetales y pesca fresca definen buena parte del menú. El langostino azul con salsifí y consomé claro de cangrejo revela una técnica rigurosa con sabor limpio y directo. Lo mismo sucede con el pichón acompañado de berenjena y almendra, un favorito de quienes prefieren evitar las proteínas de animal.

Hartwig, uno de los pocos chefs en el mundo con tres estrellas Michelin, cocina con la tranquilidad de quien ya no necesita demostrar nada.

4. Bagá en Jaén

En la comunidad autónoma de Andalucía se esconden joyas gastronómicas como la que propone el chef Pedro Sánchez, quien expone una cocina progresiva donde el aceite de oliva, las hortalizas, el pescado del sur y las carnes ibéricas son protagonistas en un menú breve y sin ornamentos innecesarios.

Su filosofía parte de platos pequeños que sorprenden por la intensidad en acidez, texturas y temperaturas, que transforman la percepción del sabor. Entre los más reconocidos están la quisquilla de Motril con gazpachuelo de codium y el tomate con esencia de jamón y huevas secas: combinaciones que muestran cómo un sabor puede ser al mismo tiempo ancestral y contemporáneo. 

5. Schloss Schauenstein en Fürstenau

En la ciudad más pequeña del mundo, rodeada de castillos suizos y paisajes alpinos, los chefs Andreas Caminada y Marcel Skibba despliegan su creatividad con una cocina moderna europea instalada en un castillo del siglo XIII. Aquí, los productos clásicos de la región alpina se reinterpretan con estética contemporánea en un menú reducido, sin excesos, que cuenta una historia desde la elección del proveedor hasta el momento del servicio.

Un consomé que remite a recuerdos de infancia, una hierba silvestre o una raíz pueden marcar el tono del menú. También lo hacen el cordero de los Grisones, los vegetales fermentados o la trucha de agua de manantial.

6. DiverXO en Madrid

La capital española se rinde ante el genio irreverente de David Muñoz, el chef que llevó la cocina asiática progresiva al límite de la experimentación. En DiverXO, cada plato es un diálogo entre los sabores del sudeste asiático, China y Japón, puestos a prueba con ingredientes ibéricos propios de la alta cocina española.

El resultado es un menú perfectamente equilibrado donde los códigos estéticos tradicionales se rompen con audacia para dar paso a una propuesta tan técnica como visceral. Ácidos, dulces, picantes y umamis conviven en armonía insólita. Sobre el papel, las combinaciones podrían parecer imposibles, pero en la mesa, revelan una lógica propia.

Un plato puede comenzar con una almeja gallega en dashi, seguir con una ostra ahumada y cerrar con una emulsión de tom kha reinventada. Cada bocado, un golpe de efecto. Con DiverXO, Muñoz ha construido uno de los espacios más desafiantes e influyentes de la gastronomía mundial.

7. Etxebarri en Axpe

En Axpe, un pequeño pueblo de la provincia de Vizcaya con apenas 230 habitantes, se esconde uno de los templos gastronómicos más influyentes del mundo. Cada fin de semana, este rincón acogedor del País Vasco recibe a los visitantes atraídos por una experiencia culinaria única: el asador de Víctor Arguinzoniz.

Aquí, el fuego es el único lenguaje. Mariscos, carnes, vegetales e incluso postres se exponen a brasas, transformándose en platos donde cada ingrediente alcanza su punto justo sin perder su esencia.

La cocina de Arguinzoniz no necesita adornos. Un crustáceo apenas tocado por la llama, un queso a la parrilla o un pimiento cocinado lentamente sobre leña hablan por sí solos. Es gastronomía reducida a su mínima y más honesta expresión.

8. Noma 2.0 en Copenhague, un clásico entre los restaurantes de Europa

René Redzepi ha logrado mantenerse en la cúspide de la gastronomía mundial gracias a su cocina que apuesta por los sabores emergentes del mundo nórdico. Desde Copenhague, su propuesta se organiza en ciclos estacionales: el del océano, el del vegetal y el del bosque.

Durante la temporada del océano, el menú ofrece percebes servidos sobre hielo glacial, langostinos vivos cocinados en mantequilla de algas y calamares cortados como fideos, curados y servidos en su tinta.

En la etapa vegetal, la cocina se convierte en una exposición de fermentos, raíces, hojas y flores silvestres recolectadas a mano. Una cebolla al carbón puede haber sido madurada durante semanas. Un pastel de remolacha y bayas ácidas puede ser el broche final.

La temporada del bosque, en cambio, gira en torno a la caza menor, los musgos, hongos, mohos, tuétanos, nueces de abedul y caldos oscuros. Redzepi convierte su cocina en un laboratorio de fermentación, donde se experimenta con kombuchas, koji, miso de arvejas o garum de faisán. No hay recetas definitivas, solo una exploración constante. El paladar del comensal se enfrenta a sabores nuevos, a platos que desconciertan a la vista y despiertan la curiosidad. Por eso, Noma 2.0 sigue siendo uno de los restaurantes más influyentes del planeta.

9. Restaurant Jordnær en Copenhague

A pocas cuadras de Noma 2.0, el chef Eric Vildgaard también apuesta por una cocina nórdica progresiva, basada en fermentos, presentaciones minimalistas y una filosofía que honra su nombre: jordnær, que significa “terrenal”. Aquí, el respeto por el ingrediente alcanza otro nivel. Las propuestas, desde ahumados en frío hasta construcciones culinarias refinadas y profundamente sabrosas, revelan un enfoque meticuloso.

Una cigala cruda con emulsión de yuzu, un erizo de mar danés montado sobre pan de algas fermentadas o un ravioli translúcido de raíz de apio relleno de trucha curada son ejemplos de platos ejecutados con experticia. Cada elemento se presenta en vajillas diseñadas para maximizar la experiencia sensorial. Lo mismo ocurre con una mantequilla hecha en casa mediante fermentación lenta o con fondos de crustáceos cocinados durante días.

Jordnær es, en esencia, un ejercicio de introspección culinaria: una mirada hacia lo local, lo silvestre, lo esencial, reinterpretada con técnica impecable y un gusto afinado. El chef Vildgaard, quien pasó de cocinar en la calle con fogones improvisados a liderar una cocina reconocida con estrellas Michelin, desafía la noción del fine dining. Aquí, el lujo se encuentra en el sabor, no en la cuenta final.

10. Lido 84 en Gardone Riviera

En este pequeño municipio italiano de apenas 2.700 habitantes, ubicado en la provincia de Brescia, en Lombardía, el chef Riccardo Camanini dirige una de las cocinas más progresivas de Italia. A orillas del lago de Garda, su restaurante Lido 84 convierte el producto italiano de temporada en un lienzo en blanco, donde sabores y texturas entablan una conversación inesperada.

Su versión de la pasta cacio e pepe, cocinada dentro de una vejiga de cerdo, se ha convertido en un plato emblemático, ejemplo de cómo una receta clásica puede reinventarse sin perder su esencia. Lo mismo ocurre con un risotto infusionado con hojas de limón o con una simple espina de pescado transformada en un crujiente bocado. Aquí, las texturas y los aromas se manipulan con una precisión que no abruma ni busca el artificio: todo parece surgir de una combinación entre oficio, intuición y libertad creativa.Aunque Camanini se aleja del protocolo habitual del fine dining, su cocina despierta curiosidad eso sí con un respeto casi reverencial por el ingrediente, para que la experiencia sensorial sea memorable.

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junio
3 / 2025