Las adaptaciones de videojuegos han venido explorando un subgénero que cada vez produce mejores resultados: la ciencia ficción posapocalíptica. Si The Last of Us planteaba un mundo desolado por una infección que transforma a los seres humanos en seres caníbales, Fallout parte de otro tipo de catástrofe: un holocausto nuclear. Fallout, serie
Un mundo después de la bomba Fallout,
En la primera temporada de la serie inspirada en la franquicia de videojuegos homónimos se establecieron las bases de esta historia, ubicada cronológicamente 200 años después de la gran guerra que culminó con un mortal intercambio de bombas nucleares. En la segunda temporada se continuaron explorando las diferencias entre las personas que tuvieron el lujo de resguardarse con todo tipo de lujos bajo tierra y quienes debieron sobrevivir en la superficie.
La serie fue desarrollada por Jonathan Nolan y Lisa Joy, conocidos por su trabajo en Westworld, y producida por Amazon MGM Studios para Prime Video, un dato que resulta irónico teniendo en cuenta la lectura crítica que atraviesa todo el relato. Desde su estreno en 2024, Fallout se consolidó como una de las producciones más vistas de la plataforma gracias a una puesta en escena ambiciosa y a una narrativa que respeta el espíritu del videojuego sin depender del fan service.
Bajo tierra también existe el privilegio Fallout, serie
En la segunda temporada se continuaron explorando las diferencias entre las personas que tuvieron el lujo de resguardarse con todo tipo de lujos bajo tierra y quienes debieron sobrevivir en la superficie. Los refugios Vault Tec aparecen como cápsulas del tiempo diseñadas para preservar una idea idealizada de civilización, aunque con el paso de los episodios queda claro que también funcionaron como laboratorios sociales donde el poder corporativo experimentó sin escrúpulos. Fallout, serie
Lucy MacLean, interpretada por Ella Purnell, encarna a esa generación criada bajo tierra con discursos optimistas, normas estrictas y una fe casi infantil en la reconstrucción del mundo. Su salida al exterior se convierte en un choque frontal con una realidad brutal que desmonta cada una de las certezas inculcadas por el sistema que la protegió.
El wéstern como lenguaje del caos
En esta nueva entrega, Lucy MacLean y The Ghoul, interpretado por Walton Goggins, se unirán en un recorrido a través del salvaje terreno de Mojave, con el objetivo de llegar a New Vegas, una especie de espejismo, pues se supone que es la única gran ciudad estadounidense que no sufrió los efectos del apocalipsis nuclear. Este viaje adopta la estructura clásica del wéstern, con pueblos abandonados, pistoleros solitarios y una ley impuesta por la violencia, reforzando la idea de que el fin del mundo devolvió a la humanidad a sus pulsiones más primitivas.
The Ghoul, antiguo actor convertido en cazarrecompensas inmortal por la radiación, representa la otra cara del relato, un personaje cínico que sobrevive gracias a su experiencia y a su desprecio por cualquier discurso moral prefabricado. Walton Goggins aporta una presencia magnética que equilibra el tono entre el humor negro y la tragedia.
Una distopía con mensaje político
Fallout funciona como un wéstern apocalíptico anticapitalista porque señala de forma directa cómo las grandes corporaciones moldearon el destino del mundo incluso después de su destrucción. La guerra nuclear no aparece como un accidente inevitable, sino como la consecuencia lógica de un sistema obsesionado con el crecimiento infinito, la competencia y el control de los recursos.
Lejos de ofrecer respuestas reconfortantes, la serie propone una mirada incómoda sobre la herencia cultural del capitalismo tardío, utilizando la sátira, la violencia y la nostalgia como herramientas narrativas. En ese paisaje devastado, Fallout no habla del futuro, habla del presente, recordando que el apocalipsis nunca llega de golpe, se construye poco a poco con decisiones aparentemente racionales que terminan por hacerlo inevitable.


