Teatro Cenit: un puente para conectar con la cultura kogui

El teatro Cenit, dirigido por Nube Sandoval y Bernardo Rey, creó Gonawindúa, una producción escénica junto con la comunidad indígena de los koguis. La obra se presentará a finales de marzo en el Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo.
 
Teatro Cenit: un puente para conectar con la cultura kogui
Foto: Lina Rozo
POR: 
Yhonatan Loaiza Grisales

En las estribaciones de la Sierra Nevada de Santa Marta, donde el calor del mar Caribe se diluye en las alturas de las imponentes montañas bañadas de verde, está el corregimiento de Minca. Allí tiene su sede el Centro de Investigaciones Teatrales (Cenit), más conocido ahora como teatro Cenit, fundado por Nube Sandoval y por Bernardo Rey en 1992, que durante más de tres décadas de trabajo ha consolidado una filosofía artística en la que es fundamental la conexión con la naturaleza y con la realidad social de Colombia y de otros países.

Por medio de su metodología del teatro como puente, Sandoval y Rey han trabajado con refugiados víctimas de tortura en países como Afganistán, Irak, Irán y Palestina; han creado obras junto a cantadoras de alabaos de Condoto, en el Chocó, y codirigieron, en compañía de Iván Benavides, Develaciones: un canto a los cuatro vientos, un proyecto artístico de la Comisión de la Verdad en el que participaron colectivos de varias regiones del país, como el de las Madres de los Falsos Positivos, la Fundación Saüyee’pia Wayuu y Semblanzas del Río Guapi. 

Luego de finalizar las presentaciones de Develaciones, Sandoval y Rey iniciaron un nuevo proyecto para el que trabajaron de la mano del pueblo kogui, uno de los cuatro pueblos originarios de la Sierra Nevada, esa tierra que ha sido su hogar y su laboratorio de creación desde hace varios años. 

Como un contexto general de su nuevo proyecto, Nube Sandoval cuenta que los mamos de los cuatro pueblos de la sierra suelen entrenarse durante décadas para poder visualizar unos hilos de energía que surcan el planeta y el universo, y que además conectan todo lo que existe. 

“Esta imagen, así de fuerte y de poderosa, los lleva a decir que el lugar en el planeta donde convergen todos estos hilos de energía es la Sierra Nevada, y por eso todos los pueblos coinciden en afirmar que el corazón del mundo está en este espacio”, añade la actriz y directora. 

Justamente, la nueva obra del teatro Cenit, que los dos artistas definen con el evocativo concepto de “poema visual”, se llama Gonawindúa: el corazón del mundo. Esta coproducción con el Ministerio de las Culturas, las Artes y los Saberes y el Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo tendrá dos funciones en el teatro bogotano, los días 29 y 30 de marzo (sábado y domingo).

En la pieza participan trece hombres y mujeres del pueblo kogui —o kággaba, su nombre originario—, entre ellos la jaba Francisca y el mamo Luntana, mamo designado por el cabildo gobernador de este pueblo para acompañar el proceso de creación. 

“El mamo dice que Bernardo y yo dirigimos la obra a nivel teatral, pero que él la dirige a nivel espiritual”, comenta Sandoval sobre la participación de este líder indígena en la producción. 

El teatro como puente entre culturas

Teatro Cenit / Foto cortesía Lina Rozo

Durante sus más de treinta años de trayectoria con el Cenit, Sandoval y Rey han ganado premios como el Catarsi-Teatri delle Diversità, de la Associazione Nazionale di Critici Teatrali de Italia y la revista europea Teatri delle Diversità, y el Ellen Stewart, que otorga el teatro La Mama, insignia del teatro independiente de Nueva York.

Esos galardones reconocen el impacto del teatro como puente y herramienta para crear comunidad y que, además, les abre un sendero para trabajar con personas y grupos que no habían tenido contacto con este arte. 

Rey cuenta que, siguiendo esa línea, Gonawindúa nace como parte de un nuevo proyecto que bautizaron como Acupuntura cultural, con el objetivo de trabajar con manifestaciones culturales de diversas zonas del país. 

“Como vivimos en este territorio, quisimos empezar en la Sierra Nevada. Invitamos al cabildo gobernador kogui y a unos mamos muy importantes a ver Develaciones en Medellín; ellos, que nunca habían estado en un teatro, quedaron gratamente sorprendidos y dijeron: ‘Listo, vamos a ensayar con el teatro’”, asegura el director. 

Sandoval resalta la importancia histórica de que esta sea la primera experiencia que el pueblo kogui tiene con el teatro y añade que la organización Gonawindúa Tayrona, la gobernanza oficial de este pueblo indígena, fue el gran aliado para que naciera el proyecto. 

“Los koguis han tenido siempre esa angustia existencial de transmitir a Occidente el mensaje del cuidado del agua, la biodiversidad y el planeta. Lo han logrado a través de distintos medios: han hecho documentales, entrevistas, libros, encuentros con científicos y con políticos, pero nunca lo habían hecho con el teatro”, complementa Sandoval.

José Manuel Sauna Mamatacan, coordinador de la obra y encargado de las comunicaciones de la Organización Gonawindúa Tayrona, asumió la tarea de ir a varias comunidades koguis de la Sierra Nevada para socializar el proyecto e invitar a los jóvenes que sintieran la vocación a participar en la obra. 

Shikwakala, los saberes ancestrales de los mamos

Seneka Gil Nuvita, lideresa del pueblo kogui / Foto cortesía de Lina Rozo

Para el proceso de montaje, que formó parte del proyecto Teatro en la Espiral de la Vida que el Minculturas desarrolló en varias regiones del país, Rey y Sandoval trabajaron durante varias semanas con los protagonistas en su sede en Minca, teniendo como punto de partida el libro Shikwakala, el crujido de la madre tierra.

Rey cuenta que esta publicación, en la que se recoge el conocimiento de 26 mamos —varios de ellos ya fallecidos—, es un paso más en el diálogo que le ha propuesto el pueblo kogui a la sociedad colombiana, a propósito de sus preocupaciones ante los problemas que están viviendo en su territorio ancestral. 

“Los jóvenes han estudiado este libro, y por ejemplo, a cada uno le ha tocado hablar sobre un padre o una madre espiritual. Entonces, han ido a sus comunidades, han hablado con los mamos sobre ese padre o esa madre espiritual, han traído esa información y la han compartido con los demás. Ha sido un proceso de formación para ellos mismos sobre su propia cultura”, explica Rey. 

Esa característica de que el gran porcentaje del elenco esté compuesto por jóvenes hace que en Gonawindúa no solo se plantee un flujo del conocimiento ancestral desde adentro de la comunidad hacia afuera, sino también de adentro para adentro. Sandoval asegura que esta particularidad también es una manera de fortalecer la cultura y el conocimiento en el interior del pueblo kogui, que se ha visto afectado por las tecnologías móviles, como el internet o los teléfonos celulares. 

De hecho, el proceso de creación no ha servido únicamente para crear la puesta en escena, sino que se convirtió en un espacio para que el mamo Luntana compartiera su conocimiento con los jóvenes. “Él mismo les dice: ‘Hay que ser curiosos, pregúntenme cosas’. Ha habido momentos en los que, a las dos de la mañana, Luntana se para a enseñarles danzas que son solo de los mamos”, asegura el cofundador del Cenit.

Gonawindúa y el poema visual de los kogui

Ensayos de Gonawindúa: el corazón del mundo / Foto cortesía Lina Rozo

Bernardo Rey señala que esta ha sido, probablemente, la obra más difícil y más compleja que ha creado el Cenit. Por un lado, sus protagonistas no son actores, no se han entrenado para el oficio escénico ni mucho menos para la idea de repetir las acciones con la misma intensidad, para que no pierdan su autenticidad. 

“Si bien nosotros nunca hemos buscado que ellos representen nada, sino que sean ellos mismos, sí hemos tenido que hacer un proceso de formación en cuanto a que deben tener cuerpos y voces entrenados para la acción teatral”, complementa Sandoval.

En su proyecto anterior, Develaciones, el trabajo se centró en transmitir un mensaje no tanto de una manera intelectual ni analítica, sino que entrara por los sentidos. Por eso, según Rey, en la mayoría de las escenas de esa producción —incluso en la única que tenía texto—, la imagen ya daba por entendido lo que estaba pasando. 

“Esa fue, digamos, la técnica que usamos en Develaciones y es un poco lo que intentamos hacer aquí. Por medio de la música, de la imagen, de la palabra también, pero en su idioma, vamos a tratar de transmitir el mensaje con la intención de que le entre a la gente por las vísceras, por el tuétano”, añade el director.

Como el pueblo kogui no tenía ninguna relación previa con el quehacer teatral, desde el inicio del proceso fue clave el concepto de acción, que de hecho es la base de la metodología del teatro como puente y lo que les ha permitido a Bernardo Rey y a Nube Sandoval trabajar con comunidades de tantos países. 

A partir de esa base, el grupo hizo una serie de improvisaciones colectivas e individuales, con el objetivo de encontrar acciones que permitieran entrar en el terreno teatral, sin que se perdiera la identidad kogui. 

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Trece hombres y mujeres del pueblo kogui participando en Gonawindúa: el corazón del mundo / Foto cortesía Lina Rozo

Sandoval cuenta que la intención era aprovechar todas las posibilidades que ofrece el teatro, como los juegos con las luces, la música —que compuso Christian Castagno— y el videomapping, para que los protagonistas pudieran realizar en escena esas acciones verdaderas de su pueblo, como los pagamentos, rituales en los que reafirman su conexión con la madre tierra. “Hemos tratado de abrirnos al entendimiento. La búsqueda es transmitir esos conceptos, que son complejos y bellos, pero que pueden ayudar a Occidente a tener otra mirada y otra actitud con respecto a la naturaleza”, argumenta Sandoval. 

Regresando a esa imagen según la cual el planeta está conectado por hilos de energía que confluyen en la Sierra Nevada, Sandoval enfatiza en que esta es una analogía del cuerpo humano, cuyos órganos están conectados por esos hilos que son las venas y las arterias. Es decir, el llamado de los pueblos de la sierra es a que el ser humano no se puede seguir aislando y separando de la naturaleza. 

“Finalmente, ese es el gran mensaje, que todo está vivo y unido, y que no es cierto que haya una supremacía del ser humano, sino que todo es importante porque todos vivimos en esta única casa que tenemos”, concluye Sandoval.

         

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marzo
26 / 2025