Fernando Botero, Alejandro Obregón, Édgar Negret, y más en el Bogotá Auctions Mayo 2025

Pablo Montero Cabrera
En Nueva York, el mes de mayo está marcado por las grandes subastas internacionales de arte y lujos organizadas por Christie’s y Sotheby’s. Ambas casas cuentan con una extensa trayectoria que se remonta hasta el siglo XVIII, con presencia física en más de cuarenta países y más de 70 categorías que abarcan desde el arte contemporáneo hasta joyería y vinos.
Esta celebración de la cultura y objetos coleccionables puede parecer, en ocasiones, un privilegio distante para nuestro contexto, pero desde 2014, Bogotá Auctions ha estado a la vanguardia del mercado, consolidándose como una plataforma clave para visibilizar y valorizar el arte colombiano. Precisamente, este mes de mayo, compite codo a codo con las grandes casas con su subasta de arte moderno y contemporáneo de obras colombianas y latinoamericanas.
Este evento único se llevará a cabo el próximo jueves 29 a las 8 de la noche en la sede física de Bogotá Auctions, ubicada en la calle 70. Sin embargo, bien sea un coleccionista que busca ampliar su acervo cultural o un entusiasta con ganas de descubrir más, la casa ofrece un recorrido virtual totalmente gratis y una subasta en línea paralela para participar desde cualquier lugar en el mundo. Si en cambio, tiene la fortuna de vivir cerca y prefiere explorar en persona, el espacio está abierto al público de lunes a viernes de 11 a.m. a 6 p.m., y los sábados hasta las 5 de la tarde.
Esta próxima subasta reúne 98 obras de los siglos XX y XXI, creadas por más de 80 artistas, tanto reconocidos como emergentes.
El Plato Fuerte
Sin duda, las estrellas de la noche serán Alberto y Proyecto mural no ejecutado, dos obras de Fernando Botero que prometen captar la atención de los mayores coleccionistas.
Sobre un fondo carmesí opaco, la figura de un hombre negro que mira de reojo al costado del cuadro. Los tonos más coloridos provienen de su sombrero beige y su camisa blanca, contrastando con la sobriedad general de la pieza.

Se dice que Botero pintó Alberto en 1951, cuando apenas tenía 19 años, inspirado por su viaje a Tolú y las islas de San Bernardo del Viento. Durante ese mismo viaje, también concibió las obras que formarían su segunda —y muy exitosa— exposición en la Galería Leo Matiz en el año siguiente.
Los conocedores podrían identificar en esta temprana pintura características centrales del estilo del artista paisano, como la presencia escultórica de la figura protagonista y el uso expresivo del color en el fondo. Sin embargo, su monumentalización —el volumen exagerado de los cuerpos— no se encuentran por ningún lado. Expertos especulan además que la pieza pudo haberse inspirado en Negro, negro, negro… (1949) de Pablo Picaso. Esta teoría no parece tan loca cuando se piensa en Entierro de carnaval (1952), donde el ataúd tiene su toque picassiano, con las duras líneas geométricas.
En largo lienzo horizontal, los prematuros trazos dan vida a las figuras de unos obispos, iglesias, jinetes y demonios, que poco a poco transitan hacia un pájaro y una doncella en su habitación.

Conocido como Proyecto mural no ejecutado (1961, Nueva York), este boceto corresponde a un mural que Botero nunca llegó a realizar. A diferencia de Alberto, esta obra exalta su característico monumentalismo, cargado con todo el antiheroísmo y el humor. Los expertos también han señalado en ella matices de neofiguración, evidentes en la distorsión de las figuras humanas para transmitir emociones y experiencias. El mejor ejemplo de estilo en Botero es Mona Lisa, niña de 1959, su interpretación de la célebre pintura de Da Vinci.
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Resulta interesante que tan solo un año antes, en 1960, Botero completó uno de los pocos murales en su extensa trayectoria: Escena con jinetes. Esta obra fue creada originalmente para el Banco Central Hipotecario, edificio que más tarde se convirtió en la sede Comfama. No fue hasta 2022 que la caja de compensación, en alianza con el Ministerio de Cultura, asumió la difícil tarea de trasladar el mural al Museo de Antioquia. Incluso sin un ojo profesional, es imposible no notar la similitud entre el boceto subastado y el mural terminado: la neofiguración en los personajes humanos, así como la inclusión de pájaros y jinetes.
Otras piezas valiosas
Alessandro Armato, director del Departamento de Arte de Bogotá Auctions, guía por las piezas más destacadas y explica que, “para un coleccionista, la obra más apetecida es la que mejor contribuye a enriquecer su colección, entonces depende del foco de la colección”.
Para los amantes de la fotografía, Amato recomiendo las obras de María Teresa Hincapié y Fernell Franco. En cambio, si el interés es el arte contemporáneo, las piezas más codiciadas podrían ser las de Miler Lagos y Alejandro Sanchéz. “Puede ser la obra de Omar Rayo o la de Carlos Rojas que capte la atención de los coleccionistas de la abstracción geométrica o,” él aclara, “puede ser el cuadro cubista de Enrique Grau si es una colección modernista”.

Armato obviamente cierra con las obras de mayor atractivo: Botero y Alejandro Obregón.
En el estilo de paisajes, común a principios del siglo XX, también se encuentran el panorama montañoso envuelto en nubes de Gonzalo Ariza, el cálido atardecer de Marco Tobón Mejía, o el viaje por la selva de Pedro Ruiz. En la misma línea temática de la naturaleza, el estilo bodegón tiene para ofrecer piezas como Las manzanas (1925) de Andrés de Santa María, Pescado (1960) de Cecilia Porras, o el jarrón con flores de Freda Sargent. Este movimiento pictórico, originado en España en el siglo XVII por los pintores flamencos, tenía como objetivo retratar animales muertos y objetos inanimados.
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En representación de la segunda generación de artistas modernistas, se incluye la obra 64 de David Manzur, así como un conjunto de trabajos neos de Luis Caballero, Carlos Granada, Norman Mejía y Pedro Alcántara.
En cuanto a la presencia de artistas femeninas en la subasta, la francesa Charlotte Piere, directora y martillo de Bogotá Auctions, ha destacado los “trabajos emblemáticos de Marlene Hoffmann, Emma Reyes, Beatriz González, Maripaz Jaramillo, Ethel Gilmour, María Teresa Negreiros…” Bajo el movimiento primitivista, que exalta la imaginería popular, los íconos y los colores de la cultura campesina, se encuentran Noé León y Leonor Alarcón con Los Pinos.

Cuando se le preguntó sobre el valor intangible del arte, Piere afirmó: “Sin duda alguna, el arte es un activo, pero no es una mera acción de bolsa […] su valor va más allá. Si quien compra disfruta la obra, la obra vale mucho más que su valor económico”. En relación con el mercado en Colombia, agregó: “En el país todavía hay mucho espacio para el crecimiento,” aunque todavía estamos un poco por detrás de las grandes industrias de México y Brasil en Latinoamérica.