La Universidad Nacional de Colombia publicó la investigación titulada Escuchar la ciudad. Diferencias y desigualdades en los espacios sonoros y la distribución del silencio en Bogotá , que expone una geografía del ruido medible y con rostro social. En primer lugar, el estudio aplica técnicas de interpolación geoestadística sobre los registros de la Secretaría Distrital de Ambiente y concluye que más del 85% de las zonas residenciales de la ciudad exceden los límites normativos de ruido durante la jornada diurna y nocturna. Vea también: 100 motivos para enamorarse de Bogotá Por otro lado, el trabajo combina esos mapas acústicos con variables socioeconómicas y de uso del suelo para mostrar que la exposición al ruido adopta la forma de una injusticia urbana.

Esto quiere decir que donde la pobreza es mayor, el silencio está más ausente y el acceso a parques o bibliotecas grandes queda lejos de la cotidianidad de la gente. Esto convierte al silencio en un bien que se puede comprar o perder. El investigador Andruss Mateo Ávila Silva, especialista en análisis espacial, explica que la contaminación auditiva de Bogotá no es solo un fenómeno ambiental, sino un reflejo de las desigualdades estructurales. Menos del 30% de los ciudadanos tiene un espacio silencioso a menos de un kilómetro de su vivienda. Parques como El Tunal o Entre Nubes figuran entre los pocos refugios de calma que le quedan a la capital. Así que, más que una molestia, el ruido se ha transformado en un mecanismo de exclusión urbana que afecta la salud, el descanso y la convivencia. A continuación, vea las 7 zonas más ruidosas de Bogotá:

1. Kennedy, el rugido del día y la noche kaincloud / Shutterstock. Kennedy concentra algunos de los puntos más ruidosos de la ciudad, con mediciones que superan los 70 decibeles en sectores cercanos a la Avenida Primero de Mayo, la Avenida Américas y la Avenida Ciudad de Cali. En barrios como Castilla, Patio Bonito, Carvajal y Pío XII, el sonido del tráfico pesado, el comercio callejero y los establecimientos nocturnos conforman un paisaje sonoro ininterrumpido. Además, el crecimiento urbano desordenado y la mezcla de usos del suelo intensifican la exposición al ruido, que se mantiene activo incluso en las horas de la madrugada.

2. Bosa, el sur que nunca se calla Ludaro/ Shutterstock En Bosa, las UPZ Bosa Central y Bosa Occidental registran niveles similares. Los barrios Bosa Central, El Porvenir y Timiza viven rodeados por vías de alto tráfico, terminales informales y comercio ambulante que mantienen los decibeles por encima de lo permitido. Por otro lado, la falta de zonas verdes amplias limita cualquier posibilidad de descanso acústico. En las noches, el ruido continúa debido a motocicletas modificadas, perifoneos y transporte de carga. De ahí qué el estudio considere esta localidad como una de las más críticas de Bogotá.

3. Ciudad Bolívar, el eco de la desigualdad MatthieuCattin / Shutterstock. Ciudad Bolívar muestra clústeres de ruido que superan los límites legales en sectores como Jerusalén, San Francisco, Arborizadora y El Tesoro. En esta zona confluyen varios factores, como lo son vías estrechas, alto flujo de transporte público y una intensa actividad comercial que invade las calles. Incluso en los entornos naturales, como los humedales o parques periféricos, el silencio se interrumpe con frecuencia por el tránsito y las obras. Además, la densidad poblacional y la precariedad en la planificación urbanística agravan la exposición sonora, lo que deja a sus habitantes sin espacios de descanso.

4. Tunjuelito, entre talleres y autopistas Hideky Ryuga . En Tunjuelito, las fuentes de ruido provienen de talleres mecánicos, curtiembres y el tráfico sobre la Autopista Sur. Los barrios Venecia y San Benito encabezan la lista de los más afectados. En esas zonas el bullicio se extiende hasta altas horas de la noche y se mezcla con la vibración de maquinaria ligera y música de establecimientos comerciales. Además, los pocos parques que existen están rodeados de vías principales, lo que impide su función como refugios de silencio.

5. Rafael Uribe Uribe, el ruido ya hace parte de la localidad Alejandro Ortíz Rojas. Rafael Uribe Uribe aparece en los mapas acústicos con valores superiores a 65 decibeles en áreas de Palermo, Molinos y San Carlos. El trazado estrecho de las calles, la cercanía de talleres y la intensidad del transporte público hacen que el ruido se perciba más concentrado. Los residentes reportan interrupciones del sueño y dolores de cabeza frecuentes, mientras las quejas por ruido aumentan año tras año. Esto confirma que el problema acústico también asciende por las laderas donde las viviendas se amontonan.
6. Centro y La Candelaria, un ruido de historia DavidAOtalora / Shutterstock. Aunque el centro histórico tiene una naturaleza diferente, también sufre de contaminación auditiva. En barrios como La Catedral y Belén, la combinación de turismo, comercio, transporte público y eventos culturales mantiene los niveles por encima de los 70 decibeles. Las calles estrechas del Centro Histórico amplifican el sonido y lo convierten en una resonancia continua. Además, las obras de restauración y el tránsito de buses de servicio público contribuyen al ruido permanente que envuelve la zona.

El silencio como privilegio Kues / Shutterstock. El estudio de la Universidad Nacional concluye que el silencio en Bogotá se distribuye con la misma desigualdad que los ingresos. En el nororiente, sectores como Usaquén y Chapinero Alto todavía conservan niveles bajos de ruido gracias a su baja densidad y mejor planificación urbana. En contraste, las localidades del sur viven una contaminación acústica estructural que afecta su salud y calidad de vida. Además, el investigador Ávila advierte que el derecho al silencio debe ser reconocido como un bien común y parte fundamental del desarrollo urbano. En pocas palabras es un lujo que pocos conocen en la capital colombiana.