Running, una adicción positiva

Cuatro corredores colombianos aficionados cuentan cómo y por qué se engancharon en este deporte.
 
Running, una adicción positiva
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POR: 
Sandra Martínez

El running está de moda en Bogotá. En el último lustro, los parques de la ciudad se han llenado de personas de todas las edades que salen a correr buscando los beneficios, tanto físicos como mentales, de esta disciplina; las carreras, cortas y largas, se han multiplicado y se han convertido en un lugar de encuentro para poner a prueba la resistencia de los nuevos aficionados. Y, para rematar, la tecnología se ha vuelto una herramienta indispensable que les ha facilitado la vida a los corredores, pues obtienen cada detalle al instante: desde la distancia recorrida hasta las pulsaciones del corazón y las calorías quemadas.

Nicolás Santos, Rodrigo Pardo, Dafna Siegner y Santiago Pardo son corredores colombianos, aficionados, que decidieron apostarle a esta disciplina. Todos tienen trabajos demandantes y una vida social muy activa, pero madrugan casi todos los días a trotar, se cuidan en su alimentación, tienen claro cuál será su próxima maratón y dan fe de lo mucho que ha crecido este deporte en la ciudad. “Hace unos años, salir a correr era casi estrambótico, se veía más como un deporte de pobres. Ahora se ve gente corriendo por todo lado. Es que antes no existía ni la Media Maratón de Bogotá, que actualmente dicen que es la más grande de Latinoamérica”, afirma Rodrigo Pardo, director editorial de la revista Semana. “Sí, claro, cambió el chip de la gente. Ahora todos quieren salir a correr, pero la diferencia es que les llevo quince años de ventaja”, asegura entre risas el empresario Nicolás Santos. “El boom es impresionante. Creo que las personas han encontrado en esta actividad una manera para mantenerse físicamente”, explica la consultora Dafna Siegner.

El director de la revista Running Colombia, Julio Sandoval, tiene su propia visión: “Para mí, los principales responsables de generar este fenómeno son los médicos, porque ellos le recomiendan a la gente mantenerse en forma y llevar una vida saludable. Y este ejercicio es accesible a todo el mundo y solo se necesitan un par de tenis y disciplina”. También cree que influye la aparición de grandes atletas nacionales, como Caterine Ibargüen, porque se vuelven un modelo digno de imitar.

Lo cierto es que estos corredores viven con toda la intensidad y seriedad este asunto. Todos luchan por mejorar sus tiempos en las seis world marathon majors (Tokio, Boston, Chicago, Londres, Berlín y Nueva York); han tenido ampollas, se han caído, han sangrado y han visto cómo su cuerpo se desvanece ante “la pared”, el fenómeno físico que sucede alrededor de los 35 kilómetros de trayecto, cuando se agotan todas las reservas de energía del organismo, el cansancio hace mella y lo único que queda es la fuerza de la mente para continuar y terminar la carrera.
Pero quizá lo más importante es que para los cuatro, igual que lo expresa el escritor japonés Haruki Murakami en su libro De qué hablo cuando hablo de correr, este ejercicio es una fuente infinita de placer, un encuentro consigo mismo y “un acto que roza casi lo metafísico”.

Nicolás Santos
Director de Ikalon

Por un tema de simple vanidad, Nicolás Santos, el hijo de Hernando Santos Calderón, comenzó a correr en 2002. Sin mayores pretensiones, empezó en la máquina de un gimnasio, todas las mañanas, hasta que le dijeron que lo hacía muy bien. Dos años más tarde corrió su primera media maratón, la de Bogotá, y se sintió muy cómodo.

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Nicolás Santos corre cerca de 160 kilómetros a la semana

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En 2006 un amigo cercano lo convenció de ir a la maratón de Nueva York porque su esposa no podía viajar y ya tenía el hotel y el plan armado. Santos accedió, comenzó a emocionarse, aunque no llevó el equipo necesario y, al final, les ganó a todas las personas con las que había viajado. Desde entonces, se enfoca en correr maratones y aunque dirige una compañía que asesora patrimonios familiares, buena parte de su día se lo dedica, con cuerpo y alma, a esta pasión.

Y no es una frase de cajón. Él mismo lo reconoce. “No soy como otras personas que entrenan más cuando se acerca una competencia. Siempre entreno igual”. Todos los días, sin excepción, se levanta a las cinco de la mañana y corre, en promedio, una hora y media –en la semana hace cerca de 160 kilómetros–. No trasnocha, no toma alcohol, no come fritos, a la hora del almuerzo realiza estiramientos y en vacaciones hace todo lo que sea necesario para seguir corriendo. Aún recuerda cuando fue con su esposa a un hotel que quedaba sobre el agua en Bocas del Toro, en Panamá, y le pidió al señor que transportaba en lancha a los empleados que lo llevara todas las mañanas hasta el pueblo para poder correr sin problema.

Santos afirma que cuando hizo un cambio en su alimentación y comenzó a tomar suplementos, gracias a su entrenador Santiago Rodríguez, el brinco en su rendimiento fue “violento”. En la maratón de Nueva York, en 2015, ocupó la posición treinta y cinco entre 50.229 personas, con un tiempo de 2 horas, 32 minutos y 38 segundos. Fue el mejor colombiano y el segundo mejor latinoamericano. Y sus tiempos han mejorado desde entonces en las carreras que ha realizado posteriormente, como la de Boston, Chicago y Londres. “Es un tema de disciplina. Yo no necesito suerte, eso es para los mediocres o para los que juegan lotería. Yo, en cada día de entrenamiento, me gano mi suerte”, dice enfático. Su próximo gran reto lo espera en Berlín, donde quiere estar por debajo de las dos horas y treinta minutos.

Asegura, sin dudarlo, que la carrera más difícil que ha corrido en su vida fue una de montaña, en Colorado, que comenzaba a 3.600 metros de altura y finalizaba en 4.800 metros. Pero logró terminarla porque sus dos hijas siempre esperan que les lleve la medalla y él no podía fallarles.

Pero ¿qué significa para este hombre de 37 años correr? “Es un momento en el que estoy solo, en el que me encuentro conmigo mismo y me permite conocerme mejor. Y esa adrenalina, esa disciplina, me prepara para la vida, transmite responsabilidad y genera el respeto de la gente”.

Santiago Pardo
Vicepresidente de Relaciones Institucionales de Claro

En 2010, Santiago Pardo tenía 39 años, trabajaba en Buenos Aires, corría esporádicamente, y por pura y física casualidad un compañero le propuso correr la maratón de Chicago. Comenzó a entrenar solo. “Me enfrenté sin muchas expectativas, desde entonces quedé enganchado y procuro hacer todos los años una carrera larga”, afirma.

Asegura que las dos cosas que más le gustan de este deporte es que “a lo largo del día tienes muy pocos momentos para ti mismo. Así que cuando corro es un espacio que me sirve para reflexionar. Y cuando llego al trabajo, me siento menos irritable y resuelvo mejor las cosas. La gente nota mucho cuando no salgo a correr. Lo otro que me encanta es la sensación de logro. Eso no tiene precio”.

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Después de correr la maratón de Chicago, Santiago Pardo se propuso correr todos los años una carrera larga

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Para Pardo, la prueba más difícil fue la Media Maratón de Bogotá, en 2014. “Esta carrera está subestimada; estaba agotado, salí muy rápido y ese fue mi error”, dice. Considera que todo el dolor que se siente “es como las heridas de guerra, señales de combate, pero es posible minimizarlo cuando entrenas bien. Al fin y al cabo, se trata de una batalla contigo mismo”. Prefiere salir en grupo, sobre todo cuando son jornadas largas. “Además, el compromiso que creas con los otros ayuda a que siempre te levantes temprano y no te quedes durmiendo”.

Explica que no sacrifica nada, “como normal, lo tomo con tranquilidad. Para mí es un hábito positivo que me ayuda a tener un balance profesional y me motiva diariamente a hacer las cosas mejor”.

Rodrigo Pardo
Director editorial
Revista Semana

“Correr me produce placer. Así de sencillo. Así como a unos les gusta el golf, a mí me gusta correr. Me da tranquilidad, me distrae y cuando termino me siento muchísimo mejor, con más energía y más sonriente”, asegura Rodrigo Pardo, director editorial de la revista Semana.

Cuenta que lleva muchos años practicando este deporte, pero asegura que fue el excanciller Julio Londoño Paredes el que le despertó la afición por esta disciplina. “En ese entonces yo era ministro y él era embajador, y en los viajes comenzamos a correr. Él fue el que me enseñó todo lo que sé”, relata.

Su primera maratón fue en París en 1998. “Fue muy dura. Me acuerdo que me faltaban como trescientos metros y me tropecé, seguramente del cansancio. Tenía, además, un librito llamado El placer de correr, que me sirvió de inspiración. La más difícil sigue siendo para mí la de Nueva York, porque uno pasa por las cinco zonas de la ciudad hasta llegar al Central Park, que no es plano, tiene colinas, y las cuatro millas finales son durísimas”.

Reconoce que perdió el ritmo cuando trabajó en RCN, pero desde que está en la revista ha intentado recuperar el nivel. Algo nada sencillo –el año pasado tuvo su primera lesión por entrenar demasiado–. Sale por las mañanas, más veces solo que en grupo, y cuenta que ha disfrutado mucho el avance de la tecnología. “Antes uno no sabía cuánto corría. Entonces, yo salía y luego me subía al carro y hacía el mismo recorrido para mirar los kilómetros que había hecho. Pero ahora, con estas aplicaciones, sabes todo: ritmo, distancia, latidos, calorías, hasta te dibuja un mapa de lo que hiciste”. Acaba de llegar de la maratón de Sudáfrica y explica emocionado que quiere hacer en octubre la de Buenos Aires, porque su hijo vive allá.

Dafna Siegner
Socia Advisory
Ernst & Young

Desde muy pequeña, a esta paisa, madre de tres hijos y socia de una firma consultora, le ha gustado el deporte. “Hice parte de la selección Colombia de natación”, cuenta. Sin embargo, hace ocho años se vino a vivir a Bogotá y no tenía muy claro qué disciplina practicar. “Hasta que un amigo me invitó a correr en grupo en el parque El Virrey. Al llegar todos me preguntaban qué carrera iba a hacer y yo no sabía qué contestar”, recuerda. Al poco tiempo decidió correr la Media Maratón de Bogotá y luego corrió su primera maratón, la de Chicago, para la que entrenó fuertemente con dos amigas.

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Asegura que la carrera más difícil ha sido la de Boston. “No es fácil clasificar, tiene muchas subidas”. La última fue en Tokio. “Tuve unas ampollas en los pies que se me infectaron, me dio fiebre, tuve que ir al hospital. Pero en esto, los dolores van y vienen. Es un reto con la mente”, asegura. Ahora se prepara para correr en noviembre la de Nueva York –su mejor tiempo ha sido 3 horas y 52 minutos–, sale seis días a la semana a las cinco de la mañana y tiene pensado empezar a correr carreras distintas, como una en Sudáfrica, “en la que uno va, corre y de paso le ayuda a una comunidad”.

Asegura que lleva una vida saludable, pero no es tan estricta consigo misma. “Para mí no es una obsesión, es un disfrute. Si fuera tan exigente, me saltaría cosas de la vida que no me quiero saltar. De vez en cuando me tomo un vino, como lo que quiero, salgo con mis amigos a bailar y duermo poco”, dice.
Siegner explica que correr le produce serenidad, paz, alegría. Casi siempre corre en grupo. “Sola es interesante, pero creo que uno fácilmente puede volverse muy trascendental”, concluye entre risas .

1. Elementos indispensables para salir a correr

Tenis adecuados: se necesita de una amortiguación apropiada para no generar problemas en los pies y evitar lesiones.

Agua o algún tipo de bebida isotónica para recuperar las sales minerales.

Gorra para protegerse del sol.

Un reloj o una app que mida diversas variables para evaluar los avances.

Música: no es indispensable, pero mucha gente prefiere escuchar alguna melodía mientras corre.

2. Consejos para principiantes

Si quiere empezar a correr, todos concuerdan en lo siguiente:

• Quítese la excusa de que no tiene tiempo. El que quiere lo logra. Solo necesita unos tenis y ya.
• Comience poco a poco, sin excederse.
• Póngase metas a corto plazo, graduales y posibles.
• Si es disciplinado, verá resultados pronto y seguramente sentirá una adicción positiva.
• Tenga presente que la competencia es contra uno mismo. De lo contrario, el nivel de frustración sería grandísimo.

         

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junio
28 / 2017