Javier Cercas: “la realidad es carburante de la ficción”

Andrés F. Rodríguez
En la recta final de la FilBo de este año, y pasada por un clima de locos tan propio de Bogotá, con sol radiante y aguacero de por medio, se dio una de las más esperadas ‘Conversaciones que le cambiarán la vida’. Javier Cercas, el elogiado autor español de novelas como Soldados de Salamina (2001) y Anatomía de un Instante (2009), se reunió con Ricardo Silva Romero y no más que un buen puñado de asistentes para hablar (además de la siempre vigilante mirada de Juan Gabriel Vásquez), entre otras cosas, de lo que se llamó ‘La política de la Ficción’.
Y, justamente, la charla -que se antojó algo corta, tal vez- inició con la respectiva mención sobre los motivos y los interrogantes que plantea Anatomía de un Instante, tan pertinente ahora que murió Adolfo Suárez, el “arquitecto de la democracia española”, según palabras del propio Cercas. En esa novela, que su autor definió como “relato real o novela sin ficción”, se narra el famoso episodio del 23 de febrero de 1981, pocos años después del retorno de la democracia a España, en el que un grupo de guardias civiles encabezados por el teniente coronel Antonio Tejero, irrumpen en el Congreso, amenazan a los presentes, ordenan que todo el mundo se tire al suelo y disparan una ráfaga de tiros. Todos obedecen muertos del miedo, todos menos tres individuos de talantes políticos diferentes que permanecen sentados: el entonces teniente general Gutiérrez Mellado, el diputado socialista Santiago Carrillo y el propio presidente Suárez. El momento, que pasó a la historia por lo inexplicable del asunto -y por haber quedado grabado por las cámaras de TVE; está en YouTube ahora- es el punto de partida de Cercas, que se propone averiguar, a medio camino entre la ficción y la realidad, qué ocurrió en ese momento para que esas tres personas decidieran no acatar la orden que se les daba.
Cercas, a la reflexión de Silva de cómo muchas veces la ficción no llega a ser suficiente para lograr un relato de esas características que sea conciso y verosímil, indagó sobre el nacimiento de su interés por el tema y de cómo quiso desde siempre (desde un lejano momento en que volvió a ver las imágenes y se le planteó una pregunta fundamental: “¿qué hacen esos tres tíos ahí sentados?”), escribir una novela que pudiera dar cuenta de los hechos. Al releer el primer manuscrito, cuenta el autor, se dio cuenta que lo que allí tenía no servía para nada, porque era una ficción que se nutría de todas las fuentes de ficción posibles: lo que decían los medios de comunicación, los protagonistas y toda la ficción popular y colectiva al respecto. En últimas, “estaba haciendo ficción sobre otra ficción” y lo que se necesitaba en ese momento era precisamente ir a las fuentes de realidad, porque para él siempre “la realidad es el carburante necesario de la ficción”, lo que la hace brotar completamente.
De esa manera, la conversación, con el tono informal propio de la mayoría de apariciones públicas del español, se conectó con otro de los grandes temas que atraviesan su obra: la relación ficción-historia-realidad. En ese sentido, cuando el moderador habló de cómo ha escuchado decir muchas veces que lo que se necesita en Colombia es una dictadura que ponga las cosas en orden, Cercas habló del disparate que eso supone y defendió la democracia, incluso cuando sea muy imperfecta pero “infinitamente perfectible”, y señaló cómo los españoles, incluso cuando no quieran, están inevitablemente ligados a su historia y a su realidad en forma de Guerra Civil, dictadura y transición a la democracia. Para Cercas, el protagonista de Soldados de Salamina es justamente el ejemplo perfecto de una persona que se da cuenta de que “el pasado es una dimensión del presente”, del que no puede estar desligado.
En otro de los grandes temas de la charla, Cercas aludió todo el tiempo a la diferencia entre ser autores posmodernos, cuyo centro está en la ironía y el cinismo -para lo cual parafraseó a David Foster Wallace- y “pos-pos-modernos”, categoría en la que se incluyó a él y a Juan Gabriel Vásquez, en uno de los numerosos guiños al autor colombiano y su cercana relación, al recordar incluso la noche anterior en la que se tomaron “unos rones”. Seguidamente, mencionó su concepto de la buena literatura, que al tiempo entretiene al gran público y busca complejizar los hechos para poderlos entender.
Hacia el final, a una pregunta del público sobre el concepto del héroe, Cercas apuntó la interesante reflexión de cómo, en cierto modo, sus héroes tienen esa pizca de héroe clásico pero son, sobre todo, grandes traidores a sus causas (Suárez al franquismo, el joven anónimo de Soldados…), para lo cual se requiere ser valiente y corajudo. Esas acciones son, para el español, las que que permiten imaginar el presente tal cómo es.
La charla, que no ahondó demasiado acerca de los temas claves de la obra de Cercas, sí ayudó por supuesto a generar interés en sus libros a modo de abrebocas, especialmente a Anatomía de un Instante y a su siguiente libro, del que el autor, como quien sabe vender muy bien su obra, definió como “lo mejor que he escrito nunca”.