Manuela Álvarez es reconocida como una de las diseñadoras más importantes del país. Con más de diez años a la cabeza de su firma MAZ Manuela Álvarez, esta bogotana, egresada del Instituto Marangoni de Milán, no ha parado de cosechar éxitos y reconocimientos por diversos motivos: por su genialidad en el diseño, por su sello impecable y por romper constantemente esquemas en la moda local, como se puede ver en su última colección, denominada Alma Feral.
Por ser pionera en elevar la tradición artesanal ancestral colombiana a niveles tales que la han llevado a aparecer toda hecha elogios en las páginas de WGSN, Vogue Italia o Grazia UK. Por su compromiso incuestionable e innegociable con la sostenibilidad, que la ha llevado a ser invitada como panelista a los cuarteles generales de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en dos ocasiones. Por ser la primera marca colombiana en cocrear una colección completa con una marca como Adidas. Por esto y por mucho más, Manuela es hoy una figura nacional.
Yo conozco a esa figura, conozco ese nombre. Lo he visto crecer a lo largo de los años y convertirse en ese referente de lujo, de sofisticación, de compromiso y ética. Pero más allá de eso, puedo decir con infinita gratitud que yo también conozco a Manuela Álvarez, la mujer. A la visionaria, a ese espíritu tan sensible como guerrero, a la incansable emprendedora, a la amiga sabia y firme, y a la mujer con un humor fuera de este mundo. A esa también la he visto crecer, brillar y asumir los retos de ser emprendedora en una industria prometedora, pero aún en construcción en el país. Este 2025 la vi tener uno de los mejores años de su carrera, sin duda alguna.
Al comenzar esta conversación, entre recuerdos y anécdotas, nos vimos obligadas a pausar la risa e invocar casi a la fuerza a nuestro avatar de profesionales para sentarnos a hablar en el primer lenguaje que nos acercó: la moda.
Este ha sido un año muy movido y de muchos éxitos para MAZ Manuela Álvarez. Al mirar en retrospectiva, ¿cómo ve su marca y su evolución desde este buen momento por el que está pasando?
Ha sido una historia muy bella, porque todo lo que me ha pasado a mí y a la empresa ha sido gracias al descubrimiento de cómo se puede entrelazar el talento personal con un propósito de vida, con un propósito humano. Todos sabemos que hay momentos en que ser emprendedor es muy duro, y a mí no me bastaba solo con tener la ambición de hacer crecer una empresa y volverla sólida, que fuera relevante en la industria de la moda, sino que además debía tener un componente humano muy fuerte.
Hace diez años decidí que ese iba a ser mi camino y que lo que quería era una empresa de corte sostenible, cultural y socialmente consciente. Ahí cambié mi modelo de negocio para que cada colección que sacara tuviera una muy alta presencia y un elevado porcentaje de trabajo artesanal, tanto de comunidades artesanas indígenas como de comunidades artesanas tradicionales en diferentes partes del país. Manuela Álvarez
Así mismo, reafirmé que el punto de giro fue encontrar mi propia voz en medio del boom del Caribbean chic que estaba mandando la parada. Yo no era eso. Yo soy andina, de montaña, de tierra fría, y tenía que encontrar esa voz entendiendo quién era yo dentro de mi ser latino y colombiano, independientemente de lo que estaba sucediendo en la industria. Si no lo hubiera comprendido, MAZ Manuela Álvarez no sería lo que es hoy.
¿De ahí se derivaría entonces que el ADN de la marca sea hoy tan claro y tan marcado que la hayan denominado la pionera del nuevo lujo sostenible latinoamericano? Manuela Álvarez
Sí, yo creería que sí. Tradicionalmente, en la industria de la moda el lujo se refiere a los más altos estándares de calidad, a las mejores maquinarias y las mejores materias primas. Italia, Francia, Japón, por ejemplo, responden a ese estándar global. Cuando hablamos del lujo latinoamericano, hablamos de un lujo que parte en cambio de la riqueza artesanal, de la riqueza de lo hecho a mano, de la energía humana que requiere desarrollarlas, de una cosmogonía, de una cultura ancestral o tradicional que tiene unos saberes propios únicos, pero que aparte resulta transversal en el universo estético moderno.
Yo diría, entonces, que hemos encontrado un mélange entre esa riqueza cultural, el trabajo sostenible, social, artesanal y una alta sofisticación, una unidad totalmente cosmopolita, relevante y contemporánea. Más que una marca, hoy somos un laboratorio creativo textil cuyo 90 % de prendas son o intervenidas a mano o de base textil hecha a mano, con siluetas atemporales que juegan con las capas o que se inspiran en la arquitectura japonesa para lograr una visión específica propia.
Hablemos de Raíz de Fénix, la colaboración con Adidas lanzada en marzo de este año que fue un verdadero hito para la moda nacional. ¿Cómo se produjo esta sinergia y qué significó profesional y personalmente?
Sí, ha sido algo increíble. Raíz de Fénix es la primera colaboración en el mundo en la que Adidas trabaja 100 % artesanalmente. Es también la primera colección completa de una marca colombiana con la multinacional alemana y la segunda en Latinoamérica después de Farm Rio de Brasil. Ellos abrieron una convocatoria cerrada con Inexmoda, que hizo muchísimas curadurías para revisar qué marcas trabajaban con mujeres, quiénes con sostenibilidad y con comunidades. También se fijaron en cuáles eran las referencias de estas empresas en cuanto a capacidad productiva y de calidad. Y resultamos elegidas.
Nuestra labor consistió, entonces, en lograr la mejor representación y la mejor referenciación del universo MAZ Manuela Álvarez y entremezclarlo con los icónicos de Adidas. Así llegamos a una colección que guardó todo el espíritu de ambas marcas en prendas y siluetas utilizando bordados en chaquiras, macramé, tejido de punto en máquina manual, en telar y moldeados en cuero. El recibimiento fue tan increíble que nos dio una sensación de afianzamiento en la industria creativa global de que lo que estamos haciendo tiene un sentido muy universal.
En septiembre de este año la invitaron por segunda vez como panelista a la Asamblea General de la ONU, en esta ocasión en el marco de la Cumbre Iberoamericana de Sostenibilidad. Hablemos de este salto.
La primera vez que se pusieron en contacto conmigo fue por intermedio de ProColombia, agencia gubernamental con la que estaban realizando una investigación sobre marcas realmente sostenibles, que no hicieran greenwashing y, sobre todo, que sus palabras se conectaran con sus acciones y sus resultados. En junio del año pasado me invitaron entonces como panelista para hablar sobre cómo, por medio de la artesanía, se pueden cerrar las brechas de género y apoyar a las mujeres a tener un sustento económico no solo viable, sino con crecimiento potencial.
A partir de esa experiencia quise recorrer mis pasos y entender con rigor qué es lo que veníamos haciendo desde hace diez años. Es decir, nosotros teníamos una estructura clara sobre cómo operar, pero no lo llamábamos todavía hoja de ruta ni lo teníamos establecido conceptualmente. De ahí surgió el Holistic Sustainable 360° Model de MAZ Manuela Álvarez, un manifiesto de cinco pilares interconectados que busca plasmar claramente la forma en que nosotros trabajamos, abriéndole con transparencia al público en general una guía para enfocar el trabajo sostenible y social.
Uno de esos pilares son los modelos pedagógicos y educativos que aplicamos siempre con las comunidades y artesanos con los que trabajamos. Esto no solo para comprender a fondo con quiénes estamos cocreando, sino también para que ellos accedan a herramientas que les permitan estructurar su creatividad más allá de una idea y la puedan convertir en una realidad sólida, lucrativa y sostenible en el tiempo. De la importancia de este componente pedagógico en la sostenibilidad aplicada y de los resultados tan maravillosos que hemos observado en el tiempo hablamos en esta segunda ocasión.
Esto quiere decir, entonces, que se le está haciendo un reconocimiento a la aplicación de un modelo sostenible que, efectivamente, ve resultados tangibles y replicables.
Exacto. Creo que pudimos demostrar que la aplicación del modelo es real, certera y lo más importante: cuantificable. Las cifras nos permiten medir el verdadero impacto de lo que estamos haciendo. Hemos visto, a partir de estas métricas, que hemos impactado a más de 850 familias en ocho departamentos, entre comunidades artesanas tradicionales y comunidades artesanas indígenas.
Algunos de ellos, que llevan un buen tiempo trabajando con nosotros, han reportado hasta un 60 % de crecimiento en su ingreso mensual. Pero lo importante aquí no es que ese crecimiento se haya dado solo porque ellos han trabajado directamente con nosotros, sino que se da por el andamiaje que les hemos ayudado a construir para que ellos puedan replicarlo en su quehacer.
Después de Nueva York saltó directamente a la Semana de la Moda de Milán, donde fue uno de los cinco diseñadores seleccionados por White Milano a escala mundial para formar parte de sus Secret Rooms, espacios reservados para creadores que captan la atención de compradores y público global. Desde una perspectiva colombiana y latinoamericana, ¿cómo percibe esta experiencia desde el lugar en el que estamos parados como industria?
Gracias a esta experiencia, he tenido la sensación de que el mundo está ávido de reconocer nuevos productos que se han hecho y concebido de una manera distinta, además de buscar replantear nuestra relación con el consumo. Desde un punto de vista sociológico, tal vez esto corresponda a hacerle contrapeso a esa sensación actual de inmediatez absoluta y de industrialización rampante.
En eso pienso que los colombianos hemos hecho un trabajo increíble, no solo en diseño de moda, sino en arte, en gastronomía, en arquitectura, etcétera. En moda, específicamente, siento que todavía nos falta un poco para desprendernos de esa imagen de Caribbean chic como único sello de identidad, y ahí hay una oportunidad enorme para nuevos creadores. Colombia y Latinoamérica tienen muchísimas caras, saberes y técnicas que se pueden explorar y visibilizar creativamente.
Otra cosa que siento que debe cambiar es el paradigma de que el producto artesanal es, o más bien debería ser, barato; al contrario, si queremos posicionarnos con nuevas formas de asumir el lujo y la calidad hay que entender la relevancia del trabajo artesanal, sobre todo haciéndolo desde un lugar ético y bien pago; el producto artesanal es costoso, que definitivamente no es lo mismo que caro.
Ya al final, nos quitamos el uniforme de profesionales, y volvemos a la soltura y a la risa. Le pregunto por el 2026 y qué se trae entre manos y telares, y me contesta que no puede contar todavía mucho, pero que se vienen cosas grandes. Después de este año, si ella lo dice y por lo que veo en sus ojos, no dudo ni por un segundo que así será; por eso, aquí estaremos todos listos y dispuestos para verlo ocurrir.
