La ruta de la paz en Bogotá: entre chocolates, sabores y artesanías

Óscar Mena
Moisés, un joven de 20 años, explica que lleva tres meses trabajando en la tienda de Su+Paz, un local en el que hay más más de 70 emprendimientos de excombatientes de las FARC, ubicado en la renovada plaza de mercado La Concordia.
Este joven de pelo ensortijado cuenta que sus padres accedieron al acuerdo de paz para que él tuviera un futuro mejor. Ahora, además de mostrar los productos disponibles de la tienda —como las mieles Vebee’s, traídas de reservas naturales campesinas del Santander—, comenta que gracias a los acuerdos puede estudiar en la universidad y, a la vez, narrar la historia de muchas familias cercanas a él que exponen sus proyectos productivos en esta tienda.
“Me gusta estar aquí y hablar con los extranjeros que llegan, porque yo viví el conflicto armado y la posterior firma de la paz; conozco a muchos que hoy tienen su proyecto y que le apuestan a una reconciliación con la sociedad”, asegura.
Justo al frente de Su+Paz se encuentra Late Chocó, una empresa productiva del Chocó creada en el año 2016, en la que 280 familias víctimas del conflicto armado aportan frutas, cacao y manos para ofrecer su chocolate en Bogotá y en diferentes partes de Colombia. “Se siente una gran alegría aportar a la paz desde el cacao. Así hemos logrado cambiar la perspectiva de nuestra región, porque ahora cuando mencionamos el Chocó la gente habla del cacao y sus frutas exóticas”, explica Bryan Palacios, sobrino de Joel Palacios, fundador de Late Chocó.
Bryan llegó para apoyar a su tío desde Munguidó, donde la empresa tiene actualmente la primera escuela cacaotera de Colombia, para que los campesinos aprendan a cultivar y cosechar el producto estrella de la región.
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El ajiaco de la paz
Miembros del equipo internacional de Netflix, la plataforma de streaming, entraron a un pequeño local de la plaza de mercado de La Perseverancia con el objetivo de probar el famoso plato que recomiendan a sus visitantes: el ajiaco de Luz Dary Cogollo, más conocida como Mamá Luz.
Esta mujer, oriunda de Tolú y desplazada con su familia debido al conflicto armado en Córdoba, encontró en la cocina una herramienta de paz y resiliencia que le ha servido para salir adelante y participar en actividades de memoria y reconciliación, como “Recetas para la resiliencia” en 2022, donde destaca la cocina como un espacio para hablar de paz, rescatar prácticas ancestrales y consolidar espacios diversos y seguros.
Mamá Luz, sin reparar en las cámaras, les sirvió a los miembros del equipo de Netflix con el mismo amor con que atiende a cualquier otro comensal. Eso sí, le dijeron que iban a tomar unas fotos y grabar unos cuantos videos, cosa que no se le hizo raro, pues por allí pasan muchos turistas a hacer lo mismo. Seis meses después, su restaurante tenía una fila larga de visitantes nacionales e internacionales porque había aparecido en la serie Street Food Latinoamérica.
Además, ella comparte su mensaje en sus otros restaurantes de Bogotá, como el renovado Tolú, que se encuentra en la plaza de mercado La Perseverancia; Casa Mamá Luz, en la calle 10 # 2-23, y Esencia Mamá Luz, en el barrio La Macarena.
Los dulces de cocona y el café
A unas cuantas cuadras del restaurante de Mamá Luz se encuentra Memorias Colombia, una iniciativa que nació hace cuatro años con personas sobrevivientes del conflicto armado y firmantes de paz. “Aquí reunimos emprendimientos que enseñan a transformar el dolor en esperanza y el pasado en oportunidades para el presente y el futuro”, afirma Luisa Fernanda Organista, una joven que recibe a los visitantes en este espacio de no más de cinco metros cuadrados, tapizados por artesanías, mieles, cafés orgánicos, cervezas artesanales y carteles que invitan a la paz.
En su interior, hay una silla donde los visitantes escuchan la trivia que su anfitriona tiene preparada: “Al primero que responda, le doy un dulce de cocona: ¿en qué año se firmó el acuerdo de paz? ¿Qué es la JEP? ¿Para qué sirve la Comisión de la Verdad?”. Las respuestas surgen gradualmente: “En 2016. Es la Jurisdicción Especial para la Paz. Para esclarecer el contexto social e histórico de las múltiples violaciones de derechos humanos cometidas durante el conflicto armado”.
Cada uno recibe un dulce de sabor ácido con notas frutales, que sirven como excusa para explicar que los caramelos forman parte de una línea productiva de alimentos que remplazaron los cultivos de uso ilícito en el Putumayo y que cultivan y cosechan mujeres firmantes del acuerdo de paz. “La mayoría de los productos que van a encontrar acá son elaborados por mujeres y víctimas del conflicto armado, como las indígenas del Pijao; también están las infusiones de paz de Lidia Alape, que firmó el acuerdo y ahora tiene cultivos de flor de Jamaica”, explica Organista, quien agrega que en Memorias Colombia tienen también una minibiblioteca, donde la gente puede tomarse un café y consultar los libros que hay sobre la paz en Colombia.
La Roja, una cerveza por la paz

En el barrio Palermo se encuentra una casa esquinera llamada La Roja Casa Cultural. Adentro hay una barra de bar y una exposición de camisetas, pantalones, chaquetas, maletas, libros y cervezas, la mayoría de los cuales se producen y manufacturan en Icononzo (Tolima).
“Yo también soy de Icononzo”, comenta Carolina Molano, quien llegó hace quince días del Tolima a la capital por cuestiones de seguridad. “Fui esposa de un firmante de paz y viví todo el proceso en carne propia; ahora, más que nunca, estoy convencida de que la paz se tiene que materializar en el país”, comenta, mientras señala la cerveza artesanal La Roja, el primer producto que llegó a la casa cultural y que sirvió de puente para que otros firmantes pudieran mostrar sus emprendimientos.
“Originalmente, la cerveza se producía en Icononzo, pero como allá no llegaba el Invima tuvieron que mudarse a Bogotá. Eso les ayudó a lanzar otros productos, como la cerveza rubia —elaborada por mujeres excombatientes— y la cerveza negra, que es una de las más apetecidas por su sabor a malta”, explica Molano.
La Roja Casa Cultural cuenta, además, con una zona donde los estudiantes y residentes del barrio vienen a pasar la tarde para tomarse un café o una cerveza. Aquí la gente puede venir a teletrabajar e incluso leer los libros exhibidos, alumbrados por la estrella roja del aviso, que está diseñada de tal manera que evoca también a la rosa roja del movimiento político de las FARC.
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