Foto: Revista Diners
octubre 24, 2025
Viajes

¿Ya lo conocía? Este es el pueblo más bonito del mundo, según Forbes

En su más reciente edición, Forbes escogió a un pequeño pueblo como el más bonito del mundo. En Diners le contamos cuál es y qué lo hace tan especial.
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Cada cierto tiempo, Forbes publica una lista que reaviva un viejo debate: qué lugares del mundo conservan una belleza genuina, capaz de trascender modas y fotografías. Es así que en su edición más reciente, dedicada a los 50 pueblos más bellos del planeta, la revista puso en primer lugar a Bibury, una pequeña aldea inglesa del condado de Gloucestershire. Una decisión que surgió del trabajo conjunto entre editores y especialistas en viajes, que revisaron destinos rurales de todos los continentes para elegir aquellos donde la historia, el entorno y la vida cotidiana siguen formando un solo paisaje. El veredicto no sorprendió a los británicos. Desde hace décadas, Bibury aparece en postales, guías y documentales como uno de los paisajes más representativos de la campiña inglesa. Para Forbes, esa persistencia de imagen lo es todo, pues se trata de una aldea que ha mantenido casi intacto su trazado medieval y sus edificaciones de piedra caliza, sin dejar que el turismo o la modernización borren su carácter. De hecho, Arlington Row, su calle más fotografiada, fue descrita por la publicación como “un símbolo vivo de lo que significa la palabra pintoresco”. Qué hace tan especial a Bibury Foto: Milosz Maslanka / Shutterstock. La historia de Bibury se remonta al siglo XI, cuando se registró por primera vez en el Domesday Book , el gran censo medieval de Inglaterra. Su prosperidad inicial provino de la industria textil: los tejedores de lana construyeron las casas que hoy conforman Arlington Row, con techos inclinados y muros de piedra dorada, convertidas en un referente visual de la arquitectura rural inglesa. Durante el siglo XIX, el pintor William Morris la calificó como “el pueblo más bello de Inglaterra”, una frase que se volvió parte de su identidad y que ahora Forbes proyecta al mundo.

El río Coln atraviesa la aldea con un curso tan apacible que los visitantes suelen detenerse largo rato en sus orillas. Las casas se reflejan en el agua y los prados se extienden hasta donde comienza la colina, lo que crea una continuidad que parece suspendida en el tiempo. No hay grandes edificaciones ni estructuras recientes: los habitantes han preservado el tamaño original de las viviendas y las normas de conservación prohíben alteraciones visibles en los materiales o los colores. Esa coherencia visual es una de las razones por las que Bibury se convirtió en escenario habitual de películas, entre ellas Stardust y Bridget Jones’s Diary . Pero más allá del paisaje, el encanto de Bibury está en su ritmo. La aldea tiene una pequeña iglesia normanda, un molino reconvertido en hospedaje y un criadero de truchas que sigue en funcionamiento desde 1902. No hay letreros luminosos ni tiendas de abarrotes en cada esquina. Lo que atrae a los viajeros es la sensación de autenticidad de un lugar que no busca parecer antiguo, porque simplemente lo es. El reto de conservar lo auténtico Foto: PJ photography / Shutterstock. El reconocimiento de Forbes reavivó otro debate local.

Cada verano llegan miles de visitantes atraídos por las imágenes virales de Arlington Row, y los vecinos han debido establecer controles de acceso y nuevas zonas de estacionamiento para evitar el colapso del centro. Algunas familias han colocado avisos en las ventanas pidiendo respeto a la privacidad, mientras el ayuntamiento analiza medidas para regular la afluencia sin afectar la economía. La paradoja es evidente en ese sentido, pues la misma belleza que le da renombre amenaza con alterar su equilibrio cotidiano. Aun así, Bibury no se opone al turismo. Las autoridades locales promueven un modelo de visita pausada, centrado en el patrimonio y las caminatas por los senderos rurales, más que en las fotografías rápidas. La meta es mantener vivo el pueblo sin convertirlo en escenario. Para sus habitantes, la verdadera riqueza de Bibury está en haber llegado al siglo XXI sin perder la escala humana. Una invitación y una advertencia Foto: Christian Mueller / Shutterstock. Visitar Bibury es, en apariencia, un acto simple: recorrer una calle, mirar el reflejo del agua, escuchar el sonido leve del río Coln. Pero también implica asumir cierta responsabilidad.

Las autoridades locales recomiendan hacerlo entre semana o fuera del verano, cuando el flujo de visitantes disminuye y es posible recorrer Arlington Row con calma. El paseo más agradable se hace a pie: desde la iglesia de San María hasta el criadero de truchas, bordeando el río Coln. En el camino, los viajeros suelen detenerse en el Bibury Trout Farm Café, famoso por su cocina local y sus jardines. Además, quienes llegan en carro deben estacionar a las afueras, pues el centro del pueblo tiene calles muy estrechas y los residentes han pedido mantenerlas libres de tráfico. El encanto del lugar depende, en buena medida, de ese cuidado. La aldea invita a moverse despacio, observar los detalles de las casas, escuchar el agua y respetar el silencio que le da sentido. Tenga en cuenta que allí no hay grandes hoteles ni restaurantes, solo hospedajes familiares y cafés que abren durante el día. Por eso conviene planear la visita con antelación y llevar lo necesario para un recorrido de pocas horas. Bibury no está diseñado para las multitudes, y esa escala contenida es precisamente la que le ha permitido conservar el aspecto que hoy lo define ante el mundo. Conozca la lista de los 10 primeros lugares Bibury, Inglaterra Hallstatt, Austria Reine, Noruega Giethoorn, Países Bajos Gásadalur, Islas Feroe Oia, Grecia Bourtange, Países Bajos Kotor, Montenegro Shirakawa-go, Japón Batad, Filipinas También le puede interesar: Estos son los 9 hoteles colombianos que hicieron historia al recibir Llaves Michelin, el nuevo sello de excelencia hotelera en el mundo

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