¿Quiere dormir mejor? Dos importantes universidades de Estados Unidos dan la clave

Revista Diners
Dormir bien o mal no siempre tiene que ver con insomnio crónico o ansiedad. A veces la clave está en decisiones cotidianas que parecen menores pero que suman con el tiempo. Una de ellas es la alimentación, pues lo que se come a lo largo del día no solo afecta la energía, el estado de ánimo o la digestión, también influye en la forma en que se duerme. Realmente comer bien no es una garantía de descanso perfecto, pero sí puede marcar la diferencia entre una noche ligera y un sueño reparador.
Con esa idea, un equipo de investigadores de la Universidad de Columbia y la Universidad de Chicago acaba de demostrar que una dieta rica en frutas, verduras y fibra tiene un efecto directo sobre la calidad del sueño. Se trata de un descubrimiento realizado tras analizar a más de 120 adultos que presentaban algún tipo de dificultad para dormir, y los resultados muestran que hacer pequeños cambios en la alimentación puede traducirse en más tiempo de sueño profundo, menos despertares nocturnos y un descanso más estable.
El impacto de una alimentación basada en plantas

Pues bien, los participantes que aumentaron su consumo de frutas, vegetales y cereales integrales mostraron mejoras sostenidas en la calidad de su sueño. En apenas tres semanas, varios de ellos reportaron quedarse dormidos más rápido y despertarse con más energía. Los investigadores atribuyen esto a la combinación de nutrientes presentes en estos alimentos, en especial los antioxidantes, los minerales como el magnesio y el potasio, y los compuestos que favorecen la producción natural de melatonina.
Además de mejorar el sueño en general, quienes siguieron este tipo de alimentación mostraron un ritmo circadiano más regular. Comer plantas aportó beneficios metabólicos y además ayudó a estabilizar los ciclos de vigilia y descanso. El estudio terminó por destacar que no se trató de una dieta restrictiva ni de un cambio drástico, sino de una incorporación progresiva de alimentos frescos y poco procesados a lo largo del día.
Los alimentos que favorecen el descanso

La investigación identificó patrones bastante claros. Comer banano, kiwi, cerezas, espinaca, avena y semillas como las de chía o linaza estuvo asociado con un sueño más largo y menos fragmentado. Estos ingredientes contienen compuestos que estimulan neurotransmisores como la serotonina, esenciales para un descanso reparador. También ayudan a mantener estable el azúcar en sangre durante la noche, lo que evita interrupciones involuntarias del sueño.
Los granos enteros y las legumbres también tuvieron un papel importante. Por su contenido de fibra y triptófano, estos alimentos contribuyen a un mejor tránsito digestivo y a una sensación de saciedad sostenida, lo que mejora las condiciones para dormir sin molestias. En últimas, el estudio demostró que la combinación de estos elementos, más que el protagonismo de uno solo, fue lo que generó cambios positivos en los participantes.
Dormir bien también es cuestión de hábitos alimenticios

Los efectos observados en el estudio no fueron inmediatos pero sí consistentes. A medida que los participantes mantenían una alimentación saludable durante varias semanas, su sueño se volvía más profundo, con menos interrupciones y mayor duración. La investigación concluye que la constancia es más importante que la cantidad. Más allá de practicar fórmulas como comer cinco frutas al día desde el primer momento, basta incorporar con frecuencia alimentos que aporten al bienestar general.
Por otro lado, los investigadores señalan que, aunque no existe una dieta universal para dormir mejor, hay patrones que se repiten. Comer a horas similares, evitar cenas demasiado abundantes y priorizar ingredientes naturales ayuda a que el cuerpo entre con más facilidad en un estado de descanso.