69 Seafood Bar, una lujuría gastronómica
"El Chulo"
Uno de los restaurantes que ha logrado destacarse por su oferta gastronómica y persistir en la muy cambiante zona G de Bogotá es el 69 Seafood Bar, originalmente conocido como el Oyster Bar. Su inspirador y chef, Rafael McAllister, acompañado por su principal colaboradora, Sofía Gomez, cumplen más de seis años deleitando a sus comensales con platos de sencilla elaboración y altísima calidad gracias a la cuidadosa selección de su materia prima.
Una interesante y completa carta con acento mediterráneo, inspirada en el tiempo que Rafael vivió en Italia, se complementa con la vocación de este chef de darle gusto a sus clientes hasta donde le sea posible. Su lema es “Usted nos dice qué… ¡Nosotros buscamos cómo!”, una invitación a dar rienda suelta a los personales deseos de los visitantes.
Detalles como la copa de espumante con la que se da la bienvenida, el servicio de pan y galletas de romero, preparadas personalmente por Rafael y acompañadas con queso crema al pesto, y un tapenade de aceitunas negras, pimientos asados y mantequilla de muy buena calidad, nos introducen en lo que será un rato de gran deleite. Otro elemento para destacar es el servicio de sales de diferentes orígenes, como la rosada del Himalaya, la hawaiana, la volcánica o la ya común sal gruesa, que dan la oportunidad de jugar con los sabores y manifestaciones de cada preparación.
Las posibilidades en 69 Seafood Bar son extensas: ostras que realmente llegan frescas; mejillones en diferentes salsas y preparaciones; muelas de cangrejo de Alaska en temporada; scallops salteados; pulpitos a la parrilla; carpaccios y tartares de todo tipo, de los que recomiendo especialmente el de langostinos, aguacate y pesto genovés. Las sopas no se quedan atrás: la crema de ahuyama y ricota es notable.
Igualmente, y a pesar de su nombre, la oferta no se limita a la comida de mar. Las carnes son protagonistas en el menú, entre las que se destacan la Tagliata di Manzo y la Bistecca alla Fiorentina, plato para compartir que, en mi opinión, es una de las estrellas del lugar, difícilmente repetible en Bogotá. Cada día ofrecen adiciones a la carta entre las que sobresale, los jueves, el codillo de cerdo, que ya tiene sus fanáticos.
Como acompañamiento les recomiendo especialmente la yuca en chamizo, porción generosa difícil de no terminar. Para finalizar ofrecen una variada y particular selección de postres, entre ellos las fresas a la pimienta o los bananitos de la abuela, ambos un fantástico cierre.
La carta de vinos ofrece opciones adecuadas para maridar los platos escogidos.
El restaurante no es económico pero hay que decir que los precios están de acuerdo a la calidad de lo que se consume, por lo que se paga con gusto.
Lo bueno: la gran variedad de opciones, todas de alta calidad, que invitan a regresar con frecuencia.
Lo malo: el inevitable uso del Valet Parking en la zona.
¿Dónde?
Dirección: Calle 69 # 5 – 69 Bogotá.
Teléfono: 2490426
Rating: 4.6/5
*Viajero que por más de treinta años ha explorado las mesas del mundo.