¿Qué beben las mujeres?

Hugo Sabogal
A pesar de que las fronteras de género tienden a desvanecerse dentro del neutral estilo de la vida contemporánea, quedan aún varios prejuicios sobre lo que beben los hombres y lo que prefieren las mujeres a la hora de pedir una copa. Los contrastes más notables son, por ejemplo, los vinos tintos (los hombres) vs. los blancos (las mujeres), y, así, sucesivamente: los secos vs. los dulces, y los whiskies, vodkas y tequilas vs. las cremas y los licores frutados. Pero entonces, ¿Qué beben las mujeres?
Aparentemente, el paladar masculino tolera más los aromas y sabores complejos e intensos, mientras que el femenino acoge de manera preferencial todo aquello que resulta suave y discreto. Y aunque puede haber algo de cierto en estas presunciones, no dejan de ser discutibles o, incluso, imprecisas.
En los últimos tiempos, se ha registrado, por ejemplo, un repunte significativo en el consumo femenino de vinos tintos y de vigorosos destilados. Es más: las mujeres no se hacen lío y disfrutan, al igual que los hombres, los vinos robustos y astringentes, lo mismo que los rones y las cervezas de alto contenido alcohólico. Y sus rostros no dibujan gestos de desagrado.
Entre vinos y cocteles
La generalidad, sin embargo, sigue inclinándose por los vinos blancos y los cocteles, pero las preferencias, más que a circunstancias de género, obedecen a razones de bienestar y de salud. Los hombres, en cambio, continúan bebiendo sin hacer mayores reflexiones.
En repetidas encuestas, las mujeres dicen preferir los blancos por su docilidad en el paladar y por sus bondades, entre los cuales citan un menor contenido calórico y varios beneficios saludables. En efecto, una copa de blanco, de alrededor de 175 mililitros, apenas llega a las 130 calorías.
Muy poco. Adicionalmente, las uvas blancas contienen dos importantes componentes como el tirosol y el hidroxitirosol, que ayudan a proteger las arterias contra peligrosos taponamientos. Consumidos en moderación, los blancos reducen también la resaca. No en vano un 80% de las mujeres dice preferirlos.
Las mujeres beben champán
Algo similar ocurre con los espumosos, y, en particular, con el champán. En esencia, el champán es un vino blanco que contiene un alto porcentaje de gas carbónico, producto de una segunda fermentación en botella o en tanque.
Su cantidad de calorías es ligeramente más alta que la del vino blanco tranquilo (133 contra 130), debido a que se le agrega una pequeña dosis de vino dulce para compensar la pérdida de líquido durante el degüelle, o sea, el retiro de sedimentos derivados de la segunda fermentación.
Los espumosos albergan una buena cantidad de antioxidantes, que obran como protectores contra derrames o enfermedades isquémicas. Pero quizás uno de sus atractivos más excitantes, tanto para la mujer como para el hombre, es que las burbujas transportan más rápidamente el alcohol a la sangre, produciendo una pronta placidez y cosquilleo, y una sensación momentánea de felicidad.
También prueban el vodka
Para aquellas mujeres que buscan tragos más contundentes, el vodka es uno de sus mejores aliados. Al estar elaborado con alcohol de alta pureza, es ideal para la coctelería, porque combina fácilmente con jugos, infusiones y frutas. Las mujeres más jóvenes lo mezclan con energizantes.
Por añadidura, sus múltiples destilaciones eliminan toda posible impureza, lo que, a su turno, minimiza el guayabo. Antes de convertirse el vodka en un trago de moda (hacia finales de los años noventa), solo una quinta parte de las mujeres decía preferirlo.
Hoy el porcentaje ha subido a una tercera parte de la población de mujeres jóvenes y profesionales. Otro atractivo es la casi nula presencia de azúcar y carbohidratos. Alcanza, apenas, siete calorías por gramo. Esto quiere decir que una copa de vodka de 35 mililitros no supera las 72 calorías.
¿Qué beben las mujeres jóvenes? Cerveza y mucho más
Entre las mujeres más jóvenes, la cerveza –y en particular la de origen artesanal– también ha pasado a ocupar una alta posición entre sus preferencias. Porque además de su bajo nivel alcohólico (ente 3% y 6% por volumen), la cerveza ejerce también un papel de paridad entre la muchachada de ambos sexos.
Y, sin distingos de edad, el vino tinto parece tener efectos en la libido, según la Universidad de Florencia, en Toscana, Italia. Una investigación con 800 consumidoras reveló que el vino tinto acentuaba su predisposición al deseo sexual frente a las consumidoras que preferían otras bebidas y otros tipos de vino.
Según los autores, el factor responsable de este comportamiento no es el alcohol, sino los antioxidantes presentes en la bebida. Obran como dilatadores, aumentando la circulación de la sangre a ciertas partes del cuerpo.
Los antioxidantes ya habían demostrado su efectividad a la hora de limpiar las arterias y proteger a todo tipo de amante del vino contra posibles enfermedades coronarias.