3 vinos nuevos que debería probar

Hugo Sabogal
El hombre es un animal de costumbres. Una vez desarrolla hábitos, los repite una y otra vez como si estuviera envuelto en una camisa de fuerza. Abandonar estas ataduras de su propia invención –porque nadie se las ha impuesto– se convierte en una tarea difícil.
Un campo que inexplicablemente se rige por este principio es el del vino. Pedir siempre la misma marca e, incluso, la misma variedad, es el resultado de situaciones como estas: “era lo que bebían mi padre y mi abuelo, y los emularé hasta la muerte”; “esta botella la descubrimos mi mujer y yo cuando estábamos de novios, y no traicionaré esa hermosa complicidad”; “me la recomendó mi mejor amigo, y, por lealtad, no la cambiaré”; “es lo mejor que mi dinero puede comprar y no hay nada que me haga cambiar de parecer”.
Créanme: todos estos argumentos tienen validez, pero también ignoran otra muy humana premisa, es decir, la que pregona que “en la variedad está el placer”. Y esto es algo muy inherente al vino. No porque haya que traicionar la imagen de los antepasados ni poner en peligro el matrimonio, sino porque una de las facetas más fascinantes de esta bebida consiste en constatar que una misma variedad puede expresarse de manera diferente dependiendo del lugar donde creció la uva; o buscar los cepajes que se muestren más acordes a un terroir determinado; o identificar la habilidad de quien mejor traduce en vino lo que cuelga en el racimo; o simplemente entrar en ese hermoso laberinto de las sorpresas donde seguramente tendremos la fortuna de decir: “por qué no me había atrevido antes”.
Las cavas de los importadores esconden muchos tesoros de este tipo. Están allí, a la espera de que alguien se atreva a cruzar el umbral de la predictibilidad, sin temor a salir defraudado. Así que, en este mes de los hechizos, la invitación es a lanzarse a correr el velo de preseas ocultas para descubrir en ellas nuevas emociones. Y sí que las hay.
Cachito Mío
Bodega: Viñedos y Vinos de la Casa Maguila.
Variedades: Tinta de Toro (Tempranillo).
Año: 2011.
País de origen: España.
Zona: D.O. Toro.
Tipo: tinto.
Crianza: 5 meses.
Clos Importaciones / $62.000/ Tel.: (571) 545 5155.
Su corto paso por barricas de roble solo le da soporte a un verdadero coctel de frutas negras, que, con los minutos, cede el paso a un rico halo de especias y flores. Desde su nombre de bolero y atrevida etiqueta de una mujer que lanza las piernas al aire (al estilo cancán), este vino se autodefine –y lo logra– como rebelde y apasionado.
INTRIGA
Bodega: Mont Gras.
Variedad: Cabernet Sauvignon, con aportes de Cabernet Franc y Petit Verdot.
Año: 2011.
País de origen: Chile.
Zona: valle de Maipo.
Tipo: tinto.
Crianza: 17 meses.
DLK Importaciones / $79.000 / Tel.: (571) 743 6131, ext. 101.
Encierra los complejos encantos de la Cabernet Sauvignon, es decir, sugerencias a frutas negras y rojas, especias y chocolate negro. Tal riqueza aromática y gustativa se intensifica gradualmente, sin sacrificar nunca su sedosidad. Lo que más me atrae es su sólida columna de sensaciones de grafito, que lo ponen en una clase aparte.
Alto Tajamar
Bodega: Viña Maipo.
Variedades: 85 % Syrah y 15 % Cabernet Sauvignon.
Año: 2009.
País de origen: Chile.
Zona: Buin, valle de Maipo.
Tipo: tinto.
Crianza: 30 meses.
Marpico S.A. / $240.300 / Tel.: (571) 623 5566, ext. 102.
Este vino propone una experiencia poco común. Sus viñedos de Quinta de Maipo están en un lugar donde el suelo y el clima permiten una excelente evolución. La presencia dominante de la Syrah nos lleva por caminos ahumados y especiados, mostrando al final equilibrio, potencia y elegancia. Disfrútelo hasta por diez años más.
LO QUE ESTOY PROBANDO
Palazzo della Torre
Bodega: Allegrini | Variedades: 70 % Corvina, 25 % Rondinella y 5 % Sangiovese | Año: 2010 | País de origen: Italia | Zona: Veronese IGT (Indicación Geográfica Típica) | Tipo: tinto de Valpolicella | Crianza: 15 meses| Zona K / $75.780 / Tel.: (571) 670 9896, ext. 117, y 315 423 8382.
Si aún no lo ha descubierto, el crítico estadounidense Robert Parker, sí. Le otorgó 90 puntos. Parte de las uvas se secan al sol y esto eleva las sensaciones frutadas, otorgándole, de paso, una agradable complejidad. Y lo mejor es que cuesta menos que muchos grandes Valpolicella elaborados con el mismo método de deshidratación.