Seis restaurantes para probar a las afueras de Bogotá por la Calle 80

Revista Diners
Además de ser una vía congestionada que anuncia la salida del caos bogotano hacia el aire rural de Cundinamarca, la Calle 80 es una arteria vital de Bogotá, por donde pasan viajeros y buses intermunicipales. En esa ruta se encuentran restaurantes de antaño que se aferran a la tierra, al carbón encendido y al sabor profundo de la cocina colombiana. En medio del ruido y la prisa, estos son los lugares donde puede detenerse a comer.
Este corredor concurrido, casi ceremonial para quienes abandonan la ciudad los fines de semana, es también la vía del asado, del desayuno caliente en olla de barro, del postre con bocadillo y queso.
Por eso Diners seleccionó seis restaurantes que merecen ser paradas obligadas en este viaje por la tradición, el sabor y la autenticidad, que ofrece la Calle 80.
1. Restaurante San Chorizo
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Aquí no hay recepciones frías ni meseros indiferentes. En el restaurante San Chorizo lo reciben con una copa de aguardiente y unas empanaditas de la casa, como quien da la bienvenida a un viejo amigo.
El desayuno puede ser un calentao’ con carne y arepa con queso, ideal para quienes madrugan buscando ciclovía y guayabo. Si prefiere almorzar, se le tiene una bandeja paisa donde el chicharrón carnudo sale del plato. Los frijoles están bien pitados, el patacón es crujiente, y si el día lo permite, un mondongo o un sancocho de cola le devuelven el alma.
Además, por compras superiores a $80.000 le devuelven el peaje de ida. Sí, así de en serio se lo toman. Y si es su cumpleaños, lo esperan con torta y trago.
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2. Juan José Me Importa Un Chorizo
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Juan José Rendón arrancó este sueño hace más de 20 años, con nada más que verraquera y el recuerdo del sabor que le enseñó su madre. Este restaurante está trabajado al detalle para contarle una historia de la gastronomía del pueblo colombiano. Un plato abundante con lo que se cosecha en la zona y un chorizo que se hace a mano y tiene fama en toda Colombia.
El menú de Juan José Me Importa Un Chorizo es de tradición paisa. Se puede encontrar desde una bandeja paisa en toda regla, con sus frijoles bien cocinados, carne, arroz, huevo y chicharrón, hasta una cazuela que reúne en un solo plato el espíritu antioqueño: frijoles, chorizo, chicharrón, plátano maduro, huevo frito y aguacate.
No faltan opciones como el bistec de res o de cerdo, la bandeja Marinilla con carne molida, huevo, arroz, arepa y platanito maduro o la lengua en salsa, suave, servida con arroz, yuca y ensalada. Para desayunar o revivir después de una larga noche, el calentado full equipo se lleva el protagonismo con arepa con queso, carne, huevo y chicharrón. También hay calentado paisa, más contundente aún, y sobrebarriga, que se puede pedir dorada o en salsa.
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3. La Mona, el original

A veces basta con buena comida, un ambiente tranquilo y un servicio que no agobia. La Mona cumple con todo eso, porque se comen los platos tradicionales colombianos, sin nombres extraños o decoraciones exageradas. Los precios son razonables y el trato hace volver a los comensales, bien sea para un desayuno o para pasar la tarde con un postre de fresas con crema.
En el menú encontrará desayunos clásicos con todas las variedades de huevos que se pueda imaginar, así como tamales, chocolates y café de olleta. También hay truchas arcoiris, carnes asadas y pechugas gratinadas con queso fresco elaborado en La Mona.
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4. Restaurante Llanerada Colombiana
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El ambiente es familiar y es por eso que casi todos los platos están diseñados para compartir. Por ejemplo, su plato estrella es la picada que viene con tres carnes, arepa boyacense, chorizo, morcilla, papa salada, yuca, plátano maduro, guacamole y ají.
Es muy difícil salir de este lugar con hambre, pues los platos son generosos y si no le parece así puede pedir ñapa. El lugar es tan agradable que puede celebrar cumpleaños y hasta matrimonios, ya que cuenta con un espacio que tiene ese aire de finca campestre.
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5. Los Geranios

No tiene publicidad. No lo verá en redes ni en carteles. Pero los conductores de bus lo conocen, los abuelos lo recomiendan y los vecinos lo veneran. Es uno de esos clásicos silenciosos que se ganan el respeto a punta de constancia y sabor. La comida habla por sí sola.
Aquí encontrará de esas sopas clásicas colombianas que a veces son más espesas de lo que uno quisiera, pero que resultan tan provechosas que lo ponen a sudar. Este restaurante de un solo piso, que habita una casa colonial de techo de barro, existe desde 1989 y se niega a desaparecer de la carretera. Un clásico a las afueras de Bogotá por la Calle 80.
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6. Pastarte
Unas luces amarillas lo reciben a la entrada de este restaurante que tiene un aviso apenas visible para los curiosos copilotos que buscan donde parar a comer. Por dentro es acogedor y desde la cocina sale un olor a pasta con especias, salsa pomodoro y mucho más.
El secreto para tener una buena experiencia aquí es llegar temprano ya que se suele llenar rápido y toca esperar en la entrada. Si ya está sentado y con mesa, le recomendamos los canelones que tienen carne desmechada o el salmón con pasta alfredo. Por la tarde, cuando la cocina baja su ritmo de producción, Pastarte se convierte en un espacio íntimo, casi romántico, que puede mejorar con una torta de chocolate y un café colombiano, ideal para pasar un fin de semana a las afueras de Bogotá.