La ruta gastronómica de los mejores restaurantes de Bucaramanga

Revista Diners
Hay ciudades donde la comida cuenta una historia de tradición y Bucaramanga no es la excepción. Desde sus orígenes, la cocina de la capital santandereana ha sido un cruce de caminos, con la llegada de alemanes, franceses e italianos, durante el siglo XIX y buena parte del XX, las ollas locales se llenaron de ingredientes nuevos y técnicas ajenas que, en lugar de borrar lo propio, lo exaltaron. Así nació una cocina mestiza y orgullosa, que hoy se presenta como una de las más ricas y variadas del país.
Vea también Gastronomía, aventura e historia: la ruta definitiva para disfrutar de Santander
Basta caminar unas pocas cuadras por Cabecera o por el centro para entenderlo: embutidos artesanales, carnes en porciones gigantescas, panes fermentados a conciencia y una inclinación por los sabores potentes son señales claras de la influencia alemana que sigue viva, aunque con un toque bumangués que lo vuelve todo más cercano.
Con esto en mente, emprendimos una ruta, donde elegimos lugares que se han ganado la lealtad de sus comensales con calidad, generosidad y sobre todo sabor con identidad, propuestas que sin alardear son consistentes en el tiempo. Estos son, sin orden jerárquico, los mejores restaurantes de Bucaramanga:
1. Cortés Restaurante de Bucaramanga (Carrera 37 #42-16)
Ver esta publicación en InstagramPUBLICIDAD
Un espacio sobrio y elegante donde los detalles están cuidados como en una mesa familiar. Cortés ofrece una cocina de autor con alma local. Su carta cambia con las estaciones, pero mantiene una columna vertebral de carnes maduradas, pescados de río y entradas que reinterpretan ingredientes típicos del nororiente colombiano. A esto se suma una carta de vinos tan bien pensada como su ambientación.
2. Battuto (Calle 55 #36 – 17)
Ver esta publicación en InstagramPUBLICIDAD
Esta propuesta italiana con corazón bumangués buscar ofrecer en la ‘Ciudad Bonita’ pastas con ingredientes frescos, muchos cultivados en la región. Battuto tiene ese encanto de las trattorias con luz cálida, un servicio con acento y platos que uno quiere volver a pedir.
Entre sus imperdibles están las Polpette Medio, albóndigas de res y cerdo en una pomodoro de larga cocción, acompañadas de queso ricotta y focaccia al horno; la Burrata Caprese, con tomates orgánicos de la Mesa de los Santos y aceite de oliva virgen y las Bruschettas, que van desde las de tomate fresco hasta una de ricotta con miel y nueces.
Si se busca algo más contundente, el Polpo al Forno no decepciona: pulpo al horno de leña con garbanzos, tocineta y cebolla ocañera. También hay opciones ligeras como la Insalata Misticanza o la Crema de Tomate asada al rayo, coronada con mozzarella de búfala. Para compartir están los Cozze al Vino Bianco, mejillones al vino blanco con focaccia a la parrilla.
3. El Propio, alta fritanga (C.C. Parque Caracolí)
Ver esta publicación en InstagramPUBLICIDAD
Aquí la palabra “fritanga” se viste de historia. Desde el primer vistazo, El Propio deja claro que lo suyo es una fonda de autor con una arquitectura inspirada en las casas de ladrillo rojo, que acoge a los comensales con música nacional e internacional y ese aroma a carne recién asada.
“Darle a la carne de cerdo el lugar que se merece”, dice David Morales, uno de sus creadores de este restaurante que cuenta con una selección especial de chorizos perfectamente curados, morcillas caseras, costillas glaseadas al estilo BBQ, todo presentado como joyas a la mesa. La estrella es la Fritanguita, ideal para tres personas. Para beber, hay limonadas de autor como la de manzana y canela, y un refajo clásico. Y de postre, helado de vainilla con tocineta caramelizada, una fusión dulce salada que siempre cae bien.
4. Little London (Cra 29 #42-36)
En el pleno corazón de Bucaramanga se encuentra Little London, un coqueto rincón que evoca la vieja Europa aunque sin caer en la rigidez del estereotipo. El local es pequeño, casi íntimo, con su encanto callejero y esa brisa que entra por puertas abiertas sin esfuerzo. Al sentarse dentro se respira un aire acogedor, donde los aromas de hierbas, aceite de oliva y pan francés se mezclan con el bullicio suave del tránsito urbano. El servicio resulta atento, afable, ese que sabe cuándo dejar silencio y cuándo ofrecer sugerencias; no es espectacular, pero sostiene dignamente la experiencia.
La carta, variada como un cuaderno de viajes, se adentra más en la cocina italiana que en la británica, con pastas coloreadas por tomate cherry, carnes marinadas y hamburguesas ingeniosas. Destacan el bistec inglés, el salmón al vapor o la pasta de camarones, todos con porciones generosas y una presentación cuidadosa, a precios que rondan lo moderado alto aunque justificables por calidad y sabor.
5. Restaurante 1622 (Transversal Oriental Calle 93)
Ubicado en el piso 16 del Holiday Inn, este restaurante ofrece una vista panorámica de Bucaramanga que por sí sola justifica la visita. Sin embargo, lo que realmente seduce es su fusión elegante entre sabores globales y productos locales. El desayuno buffet es famoso entre los viajeros frecuentes, mientras que los almuerzos y cenas se convierten en banquetes de todo lo que pueda comer desde mediodía hasta las cuatro de la tarde. Si bien, puede también tomar un café y ver como cae el atardecer en la meseta.
6. Restaurante Chiflas (varias sedes)
Este es un clásico de la gastronomía santandereana. Con locaciones en el Cacique, La Florida y Éxito La Rosita, Chiflas lleva décadas ofreciendo comida típica con platos típicos de la región, como lo es la carne oreada, el cabrito al horno, las arepas santandereanas y la sobrebarriga jugosa. Para quienes quieren probar la esencia culinaria de Bucaramanga, este es un punto de partida obligatorio.
7. Restaurante La Puerta del Sol (Cra. 30 #65 – 08)
Otro bastión de la tradición local, La Puerta del Sol se precia por tener el Plato Típico, que se traduce en una montaña sabrosa de cabrito al horno, carne oreada, sobrebarriga, pierna de pollo, pepitoria, yuca frita, ensalada y arepa santandereana. Cada bocado más bumangués que el anterior.
También puede pedir el Osobuco de cabro, cocido lentamente con salsa de la casa; Costillas de cabrito; Carne seca al estilo ancestral, y una Pepitoria de esas que invitan a mojar el pan. Todo acompañado con los básicos de siempre: yuca, arepa y cerveza local.