Siete bares de vinos para salir alegre y satisfecho

En Diners juntamos los lugares para tomar un buen vino y disfrutar de la buena compañía, la música y unas buenas tapas.
 
Siete bares de vinos para salir alegre y satisfecho
Foto: Momentino y Vinos y Vinilos
POR: 
Revista Diners

Cada día los colombianos le cogen más y más cariño al vino. Aunque es una bebida que es común en cenas formales, celebraciones esporádicas y hasta en celebraciones improvisadas. Hoy el vino también está siendo una excusa para los encuentros cotidianos y las charlas sin prisa un viernes de esos que empieza a llover duro y toca mojar la palabra con una buena copa. Por eso, cada vez son más los bares de vinos que apuestan por acercar todas sus variantes al público novato, con cartas fáciles de entender y amigables para ambientes descomplicados y despojados de todo cliché que suele acompañar a esta popular bebida. 

Vea también: Guía práctica para entender el mundo de los vinos

Lo vemos desde Chapinero hasta Quinta Camacho, donde hay expertos sommeliers que exploran cepas, regiones y estilos que sorprenden al paladar. Encuentre en estas propuestas vinos naturales, orgánicos, biodinámicos o simplemente bien escogidos, acompañados de platillos pensados para compartir y de atmósferas íntimas que invitan a quedarse más de lo planeado.

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En Diners reunimos algunos de los bares de vino más interesantes de Bogotá, donde la experiencia es tan importante como lo que se sirve en la copa. Lugares que celebran el buen beber sin pretensiones y que están convirtiendo a la capital en una ciudad cada vez más vinera:

1. Momentino Wine Bar (calle 61 #5-30)

Un día en Bogotá, tres amigos se juntaron para compartir su pasión por el vino. Tanto era el amor por esa bebida, que decidieron compartirlo con el mundo a través de Momentino. Fue así como Tommaso Campione, de origen italo-inglés, e Ignacio Roggero y Pablo Di Meglio, ambos argentinos, dieron vida a Momentino en febrero de 2022.

Desde el principio tenían claro que la idea era darle a los bogotanos vinos de calidad que no se encuentran fácilmente. Hoy este bar de vinos cuenta con una selección de 280 botellas de 13 países. A esto se suma una carta con entre 15 y 20 platos pequeños, inspirados en cocinas de Italia, España, Argentina y Colombia.

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Momentino también propone actividades que invitan a quedarse: dos o tres catas por semana, cenas maridaje con cocineros invitados una vez al mes, talleres gratuitos con Nicolás Reines (mejor sommelier de Sudamérica), noches de piano bar los jueves y música en vivo los sábados.

Además, quienes prefieren llevar la experiencia a casa pueden unirse al Wine Club, una suscripción mensual con cinco tipos de kits seleccionados por Reines, con envío a domicilio. Toda una experiencia de lujo alrededor del vino y para todos los niveles, desde el que no conoce nada, hasta para el maestro sommelier.

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2. Vinos y vinilos (calle 127 # 15 – 03 Piso 7)

Este listening wine bar, donde el vino y la música en formato vinilo se cruzan para crear una experiencia distinta, ofrece una selección de esta dulce bebida de diferentes países y una colección de discos que suenan durante toda la noche.

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Su menú ofrece vinos tintos por copa de regiones como España, Francia, Argentina y Estados Unidos. También hay blancos de Australia, Italia, España, Argentina y Estados Unidos. Los espumosos completan la propuesta con etiquetas italianas y españolas, disponibles por copa o botella.

Entre tanto, la cocina acompaña cada copa con una carta pensada para compartir o acompañar en solitario. Hay pastas como el fettuccini a la rueda, flameado con Sambuca; pizzas clásicas y con ingredientes especiales; provoleta; hummus; tapas de salmón, pimentones rellenos, pinchos de jalapeño, entre otras opciones. El menú cierra con postres como el baba al ron o el mousse de chocolate. En Vinos y Vinilos cada mesa puede elegir su vino, su plato y su canción. No hay afán. La idea es quedarse, dejar que el disco gire y que el vino haga lo suyo.

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3. Attic & Keller, bar de vinos (carrera 13 #75-51)

Attic & Keller funciona en una casa con ese toque clandestino en el corazón de Chapinero. Lo que en algún momento sirvió de colegio, estudio de arte, hoy es un lugar de experiencias gastronómicas, donde cada salón ofrece un ambiente único, bien sea para conversar, bailar, brindar o simplemente quedarse. La carta de vinos incluye tintos de Argentina, Chile, Austria, España, Italia, Portugal y California; y blancos de regiones como Mendoza, el Valle del Loira, el Penedés o el Maule.

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También hay una barra que prepara cócteles clásicos: negronis, martinis, old fashioned, margaritas, mojitos y spritz en diferentes versiones. Algunas recetas usan ingredientes locales o reinterpretan tragos con destilados como mezcal, whisky con granos de centeno o licores herbales.

Attic & Keller propone una noche en la ciudad con muchas puertas abiertas. Cada visita puede empezar en la barra, seguir en una sala de vinos y terminar en la pista. La casa tiene memoria, pero también espacio para nuevas historias.

4. Tar Tar Bar de vinos (Av. calle 80 #9 – 11)

Tar Tar Bar está en el segundo piso de El Francés, sobre la calle 80. Abre de miércoles a sábado. La entrada parece discreta, pero el ambiente invita a quedarse. Resulta ser un bar de cocteles como los de antes: sin pretensiones, con una carta enfocada en recetas clásicas bien ejecutadas.

Los spritz y aperitivos son el punto de partida. Hay combinaciones con vermut, prosecco, Lillet Blanc o Limoncello. El Vermouth Spritz mezcla Dubonnet y Yzaguirre Rojo con frutos rojos. El Spritz 75 combina ginebra con cítricos y espumante. También hay negronis y versiones sbagliato.

En vinos se pueden pedir copas de burbujas, blancos, rosados y tintos. La selección incluye etiquetas de Francia, España, Argentina y Chile. Los productores elegidos provienen de regiones como la Alsacia, el Valle de Maule o el Txakolí vasco.

La carta de comidas tiene platos para el centro de la mesa. Hay aceitunas, chips trufados, almendras, tartares, langostinos, paté y tablas. También se puede pedir el French Dip o la hamburguesa de la casa.

Tar Tar Bar propone volver al ritual del cóctel compartido. Es un lugar para conversar sin afán, con buena música de fondo y una carta que no distrae del plan principal: pasarla bien con los otros.

5. Bikinis, bar de amigos (Cra. 6 #58 – 48)

En el corazón de Chapinero, Bikinis Bar de Amigos une dos espacios en un mismo lugar. Un restaurante de inspiración española con cocina abierta al antojo, a la brasa y al vino. El menú invita a picar desde el inicio: pinchos, flores de calabaza rellenas, tostadas con sardina y boquerón, tartares y endivias con queso azul. 

También hay platos más elaborados como cachetes de cerdo ibérico, cazuelas de pescado del día, gallineta a la brasa o chuletón madurado. También se ofrecen bikinis: pequeños sándwiches calientes en pan crujiente, rellenos de jamón de bellota, chorizo ibérico, trufa o gruyere. Al final, postres clásicos como la torrija o un sorbete de pomelo con aceite de oliva.

La carta de vinos es extensa. Rosados, blancos y tintos de España, Francia, Italia, Austria, Argentina, Portugal y Nueva Zelanda. Se destacan etiquetas de productores reconocidos en regiones como Rías Baixas, Mendoza, Rioja o el Alto Douro.

En cocteles, la oferta gira en torno a aperitivos: spritz con prosecco, vermuts, rebujitos y clásicos como el Americano o el Hanky Panky. De esta forma Bikinis se ha convertido en un lugar para pasar la tarde y la noche con platos al centro de la mesa y todo en un espacio sumamente agradable para el comensal.

6. Chin-Chin, de los mejores bares de vinos (Av calle 80 #9 – 17)

En una casa antigua sobre la calle 80, Chin-Chin propone un acercamiento democrático y desprevenido al vino. Aquí todo se puede pedir por media copa, al mismo precio proporcional que la botella, lo que invita a explorar etiquetas sin miedo.

La carta de vinos es amplia y cuidadosamente curada. Hay espumosos como el Col Fondo italiano sin filtrar o rosados de Alsacia y la Toscana; blancos con énfasis en variedades europeas poco comunes como el albillo mayor, la malvasía de Sitges o el godello de Valdeorras; y tintos que van desde garnachas de La Mancha y Navarra hasta cabernet franc mendocinos o nebbiolos del Piamonte.

A la cocina la acompaña el mismo espíritu de exploración. Se destacan entradas como el hummus de frijol blanco con sobrasada, la morcilla de Burgos con huevo frito y papas hilo, el crudo de atún con gazpacho de sandía o los sándwiches de mortadela y stracciatella. También hay platos fuertes como gambas al carbón, arroz negro con calamar, steak pimienta o suprema de pollo con demi-glace trufado.

Para cerrar, hay postres sin excesos: torta de queso con nibs de cacao y sal, crema volteada con frambuesas, y una lista de pousse-cafés donde aparecen el oporto, el tokaji, el vin santo o el clásico patxaran. ¿Cuándo va a invitar a esa persona especial a un Chin-Chin?

7. Atlas, bar de barrio (calle 57 #4-17)

Los precios justos y la buena música hacen que los curiosos queden encantados con Atlas. Aquí su menú viaja del Valle del Loira a los Andes a través de botellas que no se suelen ver en grandes superficies. 

Y para democratizar el buen beber, Atlas no acepta reservas, por lo que los comensales que llegan tarde se amontonan a la entrada esperando una mesa para dos. Este wine bar se especializa en etiquetas jóvenes, orgánicas y frescas, con botellas europeas, argentinas, chilenas, norteamericanas y más, muchas rondando los $80.000, lo que lo convierte en una de las mejores opciones para quienes buscan vinos de calidad sin extravagancia. También hay cervezas artesanales, vermouths y cócteles clásicos como el Negroni, el Aperol Spritz o el Penicillin.

Lo mejor para acompañar el vino: las tostadas. Las de tomates confitados y ricotta son una delicia sencilla y redonda; también destacan el gravlax de salmón, la tabla de charcutería o el sanduche de pastrami con cebolla caramelizada y horseradish. Otros imperdibles son el tartar de res con alcachofa, las empanadas de cordero o la salchicha italiana con puré de papa. Para cerrar, un pudín de pan con bourbon y salsa dulce que revive cualquier conversación.

Y si se pone de exigente, Atlas ofrece más de 60 referencias entre albariños, rieslings, godellos, pinot noir, garnachas y más, con opciones de regiones menos exploradas como Tokaj, Kamptal o Jumilla. También hay proseccos, lambruscos y vinos dulces como Royal Tokaji o Vin Santo. La selección cambia con frecuencia, y los meseros están siempre listos para recomendar según el ánimo de la noche.

Con terraza pequeña para fumadores, ambiente relajado y una música que muchos celebran, Atlas es ese lugar cool sin esfuerzo y gourmet sin cobrar un ojo de la cara.

         

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mayo
30 / 2025