La frescura del café colombiano tiene nueva casa en Manhattan

Revista Diners
En medio del bullicio de Broadway y la energía vibrante de NoMad —uno de los barrios más dinámicos de Nueva York—, la firma colombiana Devoción acaba de abrir las puertas de su sexta tienda en la ciudad. Ubicado en el número 1134, el nuevo café es mucho más que una parada para tomar espresso: es una puesta en escena del diseño, la sostenibilidad y, sobre todo, del café colombiano en su máxima expresión.
Instalada en un edificio Beaux-Arts con techos altos y arquitectura irregular, la nueva tienda se suma al portafolio de espacios de la marca que han cautivado tanto a diseñadores como a baristas. El diseño interior combina mármol de Carrara, concreto, madera, pintura lavada y acentos en bronce, con una pieza central que no pasa desapercibida: un candelabro-jardinera suspendido del techo que recrea el efecto de un claro en el bosque. A su alrededor, bancos y jardineras invitan a una experiencia sensorial que conecta con el origen: los cafetales colombianos.
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Pero más allá del diseño, lo que sigue diferenciando a Devoción es su promesa de frescura. “Cuando llegamos a Nueva York hace diez años, soñábamos con ofrecer el café más fresco del mundo, transportando a cada persona directamente al origen”, dice Steven Sutton, fundador de la marca. “Hoy, al abrir nuestro sexto café en la ciudad, reafirmamos esa visión”.
Esa visión parte de un proceso único: el café es cultivado y procesado en Colombia, enviado por vía aérea a Nueva York en menos de diez días y tostado artesanalmente en Williamsburg, Brooklyn. A diferencia de la mayoría de los tostadores, que trabajan con café almacenado durante meses, Devoción utiliza solo café verde recién trillado, lo que permite preservar sabores vivos y complejos.
“Nuestra diferencia frente al mercado local está tanto en la filosofía como en la calidad del café”, afirma Sutton. “No estamos tratando de copiar a Stumptown, Blue Bottle o Intelligentsia. Queremos ser nosotros mismos, con una identidad profundamente colombiana. Eso se traduce en espacios cálidos, naturales, donde la experiencia no se siente fría ni tecnológica, como suele pasar en el mundo del café de especialidad”.
Otro diferencial está en la trazabilidad de los granos. Devoción trabaja directamente con caficultores colombianos en regiones muchas veces inaccesibles para otros compradores. Gracias a relaciones de largo plazo y a un modelo de compra justo —que paga precios superiores al comercio justo—, la marca asegura tanto la calidad del grano como el impacto social positivo en las comunidades productoras. Además, Devoción está certificada como Empresa B, lo que avala su compromiso ambiental y social.
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“Lo que hace distinto a nuestro café es, ante todo, la frescura… pero también nuestra filosofía”, explica Sutton. “Queremos que nuestros cafés, incluso los más sofisticados, puedan ser parte del ritual diario. Por eso ofrecemos una amplia variedad de perfiles: desde mezclas equilibradas hasta cafés extremos para quienes buscan nuevas experiencias sensoriales”.
En cuanto al mercado estadounidense, Sutton reconoce que el paladar ha evolucionado. “He tenido la oportunidad de ver cómo cambió el mercado del café en Estados Unidos desde sus primeras etapas, en las que predominaban los perfiles muy cítricos y ácidos, hasta llegar a un momento más balanceado, con cafés de mayor complejidad. Esa es la dirección que también esperamos ver en Colombia en los próximos años”, explica.
El nuevo local en NoMad, aunque más compacto que los anteriores —ocupa solo un tercio del espacio habitual—, conserva intacta la esencia Devoción. “Queríamos mantener la calidez y la experiencia, aunque el formato sea más exprés”, asegura Sutton. Y aunque Nueva York es uno de los mercados más saturados en cuanto a oferta de café, la marca colombiana ha logrado abrirse camino con una propuesta clara: calidad, origen y frescura como pilares.