Dios, magia o energías: ¿Cuál es su apuesta espiritual?

Lo espiritual es capaz de sanar los daños mentales y físicos. Aquí le presentamos un debate en tendencia sobre la magia y otras creencias.
 
Dios, magia o energías: ¿Cuál es su apuesta espiritual?
Foto: petr sidorov on Unsplash
POR: 
Revista Diners

No importa qué tan avanzada esté la tecnología, ni cuánto desarrollo intelectual tengamos, lo espiritual es un tema que traspasa fronteras y genera discusiones sobre lo que realmente funciona.

Por ejemplo, el cristianismo fundamenta toda su existencia en una sola verdad, “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí”, Juan 4:16. Por lo tanto no hay que buscar en ningún otro lado porque es el 100 por ciento de lo que necesita la humanidad.

Y si esto fuese una mentira, como dice Pablo, pues “comamos y bebamos que mañana moriremos”, 1 de Corintios 15:32, en donde deja a la libre elección de la gente de creer o no creer. Sin puntos medios.

En cambio, en otras religiones politeístas -incluso en el mismo catolicismo- está permitido el hablar de varios dioses, santos que hacen milagros, magias, energías, chakras y otras creencias que se remontan a siglos de prácticas en Europa y Asia.

De hecho, la tendencia de estos días es usarlas todas a la vez para ver sus beneficios en la tierra. Pero esto es jugar con la vida espiritual. Algo que, en realidad, no es nada nuevo ni en Colombia, ni en el mundo.

“Todo me está permitido, pero no todo me conviene”

Está de moda escuchar las frases: “hay que respetar las creencias del otro”, “cada uno puede rezarle al santo que quiera”, “si quiere hacer brujería está bien, allá él, ella, elle”. ¿Pero de dónde viene ese pensamiento colectivo? En pocas palabras, del posmodernismo.

Si hacemos un breve repaso en la historia moderna, venimos de un pensamiento existencialista que acepta la cruenta realidad sin más explicaciones -un debate que pasó por Foucault, Bourdieu, Derrida, Vattimo, Dilthey, Deleuze, entre otros heideggerianos, nihilistas y posestructuralistas-.

Luego pasamos por el deconstruccionismo que nos enseñó que no existe la lógica, que lo que pasa en el universo es arbitrario. Incluso Hegel digo que el sentido de la historia -lo vivido- es relativo, que no existe una verdad absoluta que trascienda y que todo argumento es válido, solamente, en el tiempo/ espacio que surge.

Es así como llegamos a la actualidad en donde no existe una verdad común (entiéndase verdad en este caso como una creencia) porque nadie está dispuesto a escuchar a alguien que le diga directamente “esto es lo verdaderamente bueno”.

¿Quién tiene la razón? ¿Qué es la verdad?

“Donde no hay dioses reinan fantasmas”, dijo el filósofo Georg Philipp Friedrich von Hardenberg, quien criticó en su época (Romanticismo), lo mismo que está pasando hoy, es decir, que nadie puede adjudicarse la verdad ya que cada individuo cree que la tiene.

Se le suma a este argumento el filósofo danés Soren Kierkegaard quien -si estuviera vivo criticaría la misma superficialidad que vivió cuando publicó su obra Temor y temblor (1843) en donde cuestiona la frase “todo es relativo”- afirmó que:

“Los griegos, conocedores de filosofía, adoptaron la duda como una tarea de toda la vida, porque esta práctica no nace de días o semanas. Ellos llegaron a viejos con numerosos combates en sus hombros, después de haber luchado con sus sentidos y pensamientos. Después de haber muerto al amor propio y las insinuaciones de la simpatía. Justamente esto nos debe servir como iniciación para todos”, comentó Kierkegaard.

¿Entonces puedo creer en lo que yo quiera?

Claro que sí, justamente por eso hoy está de moda la magia, las brujas y diversas filosofías, porque es usted el que se encarga de poner los rótulos en su mente.

Ahora usted tiene la posibilidad de decidir por un Dios o muchos dioses, a pesar de los siglos de discusión que esto conlleva. Sin embargo, siempre estará la pregunta de: ¿Realmente existe una creencia que me lleve a la verdad que anhela mi espíritu?

Es aquí donde resulta difícil ser ajeno al pensamiento mágico. “La magia brinda un espacio de esperanza de que las cosas cambien. A diferencia de las religiones, que prometen una vida en el más allá, la magia ofrece algo para este mundo terrenal, que ayuda a la gente a sobrellevar situaciones difíciles”, explica Diana Luz Ceballos, historiadora de la Universidad Nacional en Medellín, que ha estudiado el tema y escribió Quyen tal haze que tal pague: sociedad y prácticas de magia en la Nueva Granada.

La magia en la actualidad

La práctica de la magia tiene un rango bastante amplio, desde el uso de amuletos hasta la producción de maleficios para cambiar el destino de algunos de esos aspectos sobre los que no tenemos tanto control como quisiéramos: el futuro, el amor, los otros, la salud y la riqueza.

“Mucha gente se acerca para ver cómo puede mejorar aspectos de su vida, especialmente el laboral y el sentimental”, comenta María Alejandra –quien pidió omitir su apellido–, intérprete del tarot marsellés y quien dice saber invocar arcángeles por medio de velas.

Sin importar nuestro origen socioeconómico, todos conocemos a alguien con una historia que, con el convencimiento de un converso, cuenta que no creía en ella hasta que encontró respuestas a preguntas que ni la religión ni la ciencia parecieron brindarle.

“Detrás de lo mágico, del control de lo sobrenatural y de lo brujesco, hay una búsqueda de certezas. La gente que recurre a estos sistemas (simbólicos) busca respuestas más definitivas, y las encuentra”, plantea Carlos Alberto Uribe, antropólogo de la Universidad de los Andes.

Curar los males que arrastro de mi pasado

“La magia curativa tiene una función social muy importante en el mundo actual en el que la medicina alopática y el sistema de salud deja insatisfecho a un gran número de personas, por lo malo, por lo irregular, por lo despersonalizado que se ha vuelto”, explica la profesora Ceballos.

Cuando la ciencia parece no tener respuesta para los problemas de salud, o cuando no es tan eficiente como quisiéramos, una ayudita exterior no parece una opción descabellada.

El consultorio de los Hermanos de San Gregorio lleva 22 años ofreciendo soluciones a algunos problemas de salud –no a todos, aclaran–, asesorías espirituales y, en fechas determinadas, conjuros y ligamentos. Alejandra decidió ir porque se cansó de que su médico se limitara a darle calmantes cada vez que tenía problemas de colon. También le habían descubierto unos quistes hacía poco.

Frente a la casa donde funciona, llena de imágenes religiosas, una fila se forma desde tempranas horas de la mañana.

En una hora de espera se pueden contabilizar de 15 a 20 personas, que pagan 20.000 pesos por la primera consulta. Los martes y viernes puede haber más: son los días en que el santo opera –por medio de una visita espiritual nocturna al domicilio del paciente–.

Un hermano de San Gregorio atendió a Alejandra en menos de una hora y, después de oír su caso, le dio instrucciones.

Entre otras, la noche de la operación debía acostarse sola, a las 8:45 p. m., con el televisor y la luz apagados. El trabajo, dice, lo hizo la fe.

No volvió a tener problemas con el colon y una radiografía posterior reveló que sus quistes habían desaparecido. En comparación con nuestro sistema de salud, los hermanos de San Gregorio parecen en extremo efectivos. Quizás sea que el santo no está regido por la Ley 100.

Lo bueno y lo malo de la magia

Si creemos que la magia puede curarnos, también suponemos que puede afectarnos de manera negativa. Tal como le sucedió a Ángela y su familia, de arraigadas creencias católicas.

Aunque Ángela no creía en brujería, su hermano mayor decidió buscar un asesor espiritual después de que se convenció que había brujería de por medio cuando la empresa familiar se quebró, un árbol en buen estado cayera sobre la habitación de su hermano menor y el vidrio trasero del carro del papá se estallara varias veces sin razón aparente. Lo cuenta sin sombra de duda.

Con las fechas de nacimiento de cada uno de los integrantes de la familia, el asesor pudo informarle por teléfono al hermano de Ángela que el maleficio era contra su padre.

Cuando visitó la casa en el norte de Bogotá encontró tres “entierros” en el terreno alrededor de la casa –tres bolsas negras con muñecos, calaveras y cuchillos de metal y billetes envueltos en piel de culebra–, uno por cada hijo. No había señal alguna de que la tierra hubiera sido removida con anterioridad.

Limpieza casera

El hombre tomó el contenido de los entierros, les hizo una limpieza con limones y aconsejó botarlos en una caneca de basura lejos de la casa. Como a Ángela esto de contratar espiritistas no le parecía acorde a sus creencias, decidió confesarse con un cura que le dijo que, en lugar de creer en brujos, debía rezar más.

“No sé si las cosas hayan cambiado por la intervención de esa persona, pero vendimos la casa y fue como empezar de nuevo. Una renovación espiritual”, dice Ángela.

En su libro Hechos extraños a la luz de la ciencia y de la fe, el jesuita Jaime Vélez Correa plantea que “hoy la psicología nos demuestra que la sugestión, más o menos consciente del mago y de su víctima, es causa muy general de los hecho mágicos”.

De igual manera, Vélez cree que detrás de las adivinaciones, los desdoblamientos y las percepciones extrasensoriales se encuentran aspectos de la mente del ser humano y no injerencias espirituales o diabólicas. Pero para quienes lo han vivido o padecido, esta no resulta una explicación convincente.

A medio camino entre el consultorio y la iglesia

brujería

Las personas no solo acuden a la magia por cuestiones de salud. Según la profesora Karina, lectora del tarot angelical, “la gente lo busca mucho a uno por problemas sentimentales. La gente hace lo que sea por tener a su lado a la persona que quiere”.

No todo el mundo se sentiría tranquilo contándole sus problemas a un hermano de San Gregorio, vestido con una máscara quirúrgica sobre su rostro, los ojos cerrados que abre cada tanto, con un efecto en el que no deja ver sus pupilas –solo los globos blancos–, frente a un altarcito, frunciendo el ceño cada vez que parece no entender muy bien sus respuestas para luego revisar la mano izquierda del paciente.

Eso no es problema: la magia se adapta. Puede envestirse de conocimiento científico, al menos a nivel escenográfico.

Los dealers espirituales

El asesor espiritual Yesid tiene su consultorio en un cuarto piso de un edificio de Chapinero. Se puede saber de él por medio de conocidos –como un dealer espiritual, quizás–.

En la sala de espera, un televisor y, sobre las paredes, fotos del llano y un cuadro de una cascada. Una suerte de pirita debajo del televisor. Esperan ocho personas. Una señorita escribe los nombres de las personas que van llegando y recibe el monto por la consulta: 50.000 pesos.

En el consultorio hay más gemas, de múltiples tamaños. El asesor recibe a sus pacientes en bata de doctor. Los elementos religiosos no faltan.

Cuando el asesor espiritual hace pasar a un paciente le pide poner su mano derecha sobre una Biblia y cerrar los ojos. Rumora unas palabras y luego echa un riego sobre los hombros.

Antes de preguntar qué lo trae acá, puede afirmar algo como Usted está bajito de energías. Usted trabaja mucho pero debería estar ganando mucho más. Hay personas que le tienen envidia en su trabajo.

Luego le preguntará el motivo de su consulta. Al final de ella le dará un amuleto de un metal muy resistente que debe llevar en el bolsillo.

En una semana debe volver con una bolsa de limones, muy buenos para llevar a cabo limpiezas de energía.

La mente hace que funcione

A mucha gente puede sorprenderle que a pesar de los avances de la ciencia todavía tantos crean en las prácticas mágicas.

Pero lo cierto es que nunca se han ido. Lo más probable es que tampoco lo hagan. “Esa imagen que nos han presentado de la desacralización, del desencantamiento del mundo moderno, de la primacía de la razón, con todo lo poderosa que es, siempre fue una pintura bastante sesgada. Siempre ha habido una dinámica de encantamiento y desencantamiento del mundo espiritual”, comenta el antropólogo Alberto Uribe.

Por su parte, para Diana Luz Ceballos la magia es un aparato con el que se intenta obrar sobre el mundo para transformar situaciones.

“Uno diría desde Occidente que la magia no es eficaz, pero para la gente espiritual está inscrita en el sistema mágico, esta sí lo es”.

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La magia, un tema que no tiene fin

No es, pues, sorprendente que su práctica sea extendida. “El poder que la magia está determinado por la sugestión de la gente espiritual”, plantea Sandra Isabel, “el problema es que seguimos poniendo el poder afuera. La mayor magia es el pensamiento y la palabra de cada persona”.

La religión católica, por su parte, ha buscado combatirla en diferentes etapas de la historia, sin suerte. En parte, porque sus feligreses mismos llevan a cabo prácticas mágicas, como cuando oran por alguien o le prenden velas a un santo.

El personal que atiende en las capillas cercanas a la sede de los Hermanos de San Gregorio, por ejemplo, parece tener claro que lo del consultorio no se trata de superchería, sino de algo peor: de espiritismo, de prácticas que utiliza el diablo para confundir a los feligreses. Es, pues, un problema de a quién se le reza. Que sea efectivo se da por descontado.

¿Cree o practica alguna de estas creencias populares? Escríbanos a nuestras redes sociales @dinersrevista.

         

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enero
30 / 2022