Este mes de agosto se estrenó en cines Weapons , o por su traducción en América Latina, La hora de la desaparición ; la nueva película de Zack Cregger (Barbarian). Desde entonces, no ha dejado de generar conversación. Su historia, que combina terror psicológico, drama social y elementos sobrenaturales, ha sido catalogada como una de las más inquietantes del año, pues nos habla nada menos que de diecisiete niños que desaparecen al mismo tiempo en un pequeño pueblo de Pensilvania, dejando tras de sí solo preguntas sin respuesta. Desde su estreno, la película ha captado la atención tanto de críticos como del público amante del género suspenso. Y para que usted conozca todo lo que gira en torno a ella, en Diners le contamos por qué se ha convertido en un fenómeno del que todos están hablando. Una desaparición sin explicaci ones Todo comienza en Maybrook, un pueblo ficticio en Pensilvania, la madrugada del 3 de noviembre. A las 2:17 a. m., diecisiete niños salen de sus casas al mismo tiempo, con los brazos extendidos y sin expresiones, como si siguieran una orden silenciosa.
Las cámaras de seguridad los muestran corriendo hacia el bosque, pero luego se desvanecen. Sin rastros, ni cuerpos, ni pistas, solo queda Alex, un niño retraído que por algún motivo se quedó en su cama esa noche. La policía y el FBI intervienen, pero la falta de evidencia y la presión mediática hunden al pueblo en el caos. Así las cosas, la principal sospechosa resulta ser Justine Gandy (Julia Garner), la maestra del grupo, quien es atacada por la comunidad pese a no haber pruebas en su contra. A medida que avanza la historia, el espectador descubre que el caso va más allá de una desaparición colectiva: hay pesadillas compartidas, recuerdos borrados, y una tensión creciente que sugiere algo más perturbador de fondo. Los ecos de lo real y de lo mítico Aunque la historia es ficticia, Cregger reconoció que se basó en varios casos reales de desapariciones infantiles. Entre ellos, ha mencionado en diversas entrevistas el de Madeleine McCann (2007), Etan Patz (1979) y los hermanos Sodder (1945), todos casos aún sin resolver. Además, el comportamiento de los niños en la película recuerda a la leyenda del Flautista de Hamelín, en la que los menores son hipnotizados y desaparecen tras una deuda impaga.
Porque sí, en Weapons , los niños parecen actuar bajo una fuerza invisible, como si respondieran a un llamado que nadie más escucha. Sin embargo, otras referencias más oscuras apuntan a teorías sobre control mental, como el proyecto MK Ultra de la CIA, y alusiones al “Satanic Panic” de los años 80 en EE. UU. De ese modo, la película le propone al espectador preguntarse si la causa es sobrenatural, psicológica o conspirativa, a la vez que lo sitúa entre el miedo colectivo y la necesidad de encontrar culpables que sienten los habitantes del pueblo, lo cual ha llevado a cientos de espectadores a preocuparse más por lo que pueda suceder en adelante, que por las causas del fenómeno mismo. Entre la curiosidad y la conspiración Ahora bien, lo cierto es que esta película ha generado todo tipo de conversaciones. La estructura coral y ese misterio central que no se resuelve por sí solo, han provocado debates en redes, foros y medios especializados.
Muchos espectadores comparan la experiencia con armar un rompecabezas incompleto, frustrante para algunos, fascinante para otros. Hay quienes la celebran por su ambición narrativa, y quienes la critican por no cerrar sus hilos. Pero casi nadie la ignora. Estos detalles han llevado a que espacios de discusión como Reddit estén profundamente divididos. Por un lado, bien podría ser la película del momento, con un impacto novedoso muy similar al que está causando Good Boy (aunque por motivos diferentes). Por otro lado, muchos de sus críticos más acérrimos argumentan que si bien se trata de una trama original, se siente lenta en su ejecución y termina por ser frustrante a la hora de concluir sus grandes paradojas. En todo caso, la discusión está servida, y parece que va a durar un buen rato. A este panorama se le suman cosas como el contexto de su propio director, pues Zack Cregger reveló que escribió el guion tras atravesar una tragedia personal, y ese trasfondo emocional es una de las cosas que más se empeñó en incluir. El peso del duelo, la pérdida de sentido y la paranoia colectiva están allí como la atmósferas que envuelve la cinta, un punto que de hecho ha logrado incomodar a muchas personas, más que asustar. También le puede interesar: Good Boy, la película de terror protagonizada por un perro que está conquistando al mundo
