¿Qué enseñará la Universidad de Yale en su curso de Bad Bunny?

Pablo Montero Cabrera
Durante el año académico 2024-2025, la Universidad de Yale, ubicada en New Haven, Connecticut, se posicionó entre las diez mejores instituciones del mundo y entre las cinco principales de Estados Unidos en una lista de más de 400. La universidad destacó especialmente en áreas como ciencias sociales, biología y computación.
Fiel a su enfoque interdisciplinario y cultural, Yale ha ofrecido en el pasado cursos sobre figuras musicales como Beyoncé, intelectual negra, y Bob Dylan, con música que refleja las preocupaciones sociales universales. Ahora, la universidad suma a su oferta académica un curso sobre el reguetonero puertorriqueño Bad Bunny, que comenzará en septiembre.
En Diners, le contamos cómo surgió la idea de este curso y cuáles serán los temas clave que abordará.
¿De dónde surgió la idea?

La mente detrás de este inesperado curso académico es el profesor asociado Albert Laguna, especialista en Estudios Estadounidenses, Etnicidad, Raza y Migración en la Universidad de Yale. Su trayectoria lo respalda: su primer libro, Diversión: juego y cultura popular en los cubanoamericanos, recibió el Premio Robert K. Martin en 2018, y su artículo “Aquí está Álvarez Guedes: el choteo cubano y la política del juego” fue galardonado en 2012 por la Asociación de Estudios Latinoamericanos.
Con ese historial, y un interés sostenido en las culturas latinas transnacionales, no sorprende que Laguna viera en Bad Bunny una puerta de entrada para explorar la diáspora puertorriqueña.
Según compartió en una entrevista con la BBC, la idea del curso surgió mientras escuchaba el álbum Debí tirar más fotos. “Caminaba por Nueva Orleans, cautivado por la esencia caribeña de la ciudad”. Cada canción, explica, abría una nueva vía para examinar temas que lo preocupan: Puerto Rico en relación con los Estados Unidos.
¿De qué tratará el curso?
El curso girará principalmente en torno al álbum Debí tirar más fotos, una obra que, según el profesor Laguna, ofrece múltiples capas de análisis académico.
Por ejemplo, la canción Nuevayol hace una referencia directa a Un verano en Nueva York (1975), tema clásico de El Gran Combo de Puerto Rico. Para Laguna, este guiño conecta la obra de Bad Bunny con los orígenes de la salsa y los movimientos migratorios de puertorriqueños y cubanos hacia Estados Unidos, particularmente a ciudades como Nueva York. El curso, aclara, no será únicamente sobre analizar letras, sino sobre entender el contexto histórico en el que esa música se produce y su impacto cultural.
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Otras canciones, como Turista, arrojan luz sobre la industria turística y critican a ciertos visitantes estadounidenses que llegan a Puerto Rico comportándose como si fueran dueños del lugar. Este tipo de análisis permitirá a los estudiantes reflexionar sobre la relación colonial entre Estados Unidos y Puerto Rico, y cómo esta dinámica sigue afectando la vida de los boricuas en la actualidad.
En términos de diáspora, la canción Debí tirar más fotos resiste la estereotipada tensión entre hijos migrantes y la tierra de su padre. En cambio, Bad Bunny propone una celebración constante del vínculo cultural. Como señala Laguna: “No se puede hablar de la historia de Nueva York sin Puerto Rico y viceversa”.
Además, el curso abordará otros temas como la internacionalización de géneros tradicionales puertorriqueños como la bomba y la plena, el impacto del Caribe en la industria musical global y el diálogo intergeneracional.
La importancia de Bad Bunny

En 2025, Bad Bunny supera los 80 millones de oyentes mensuales en Spotify, con éxitos como Dákiti, Me porto bonito y Tití me preguntó. Entre sus múltiples reconocimientos se destacan tres premios Grammy al Mejor Álbum Urbano (2020, 2022 y 2023), Mejor Canción Latina en los Premios Billboard de la Música por Te boté en 2019, y Canción del Verano en los MTV Music Awards por I Like It en 2018.
En particular, su álbum Debí tirar más fotos —descrito por muchos como una carta de amor a Puerto Rico— batió récords en su semana de estreno: acumuló más de 230 millones de reproducciones en Spotify, alcanzó el número uno en Apple Music en 26 países y posicionó las 17 canciones en el Billboard Hot 100.
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El impacto de Bad Bunny en la industria musical es innegable. Figuras como Daddy Yankee y Residente han reconocido públicamente su papel clave en la expansión global del género urbano. Sin embargo, como explica el profesor Albert Laguna, su alcance va más allá de lo comercial. “Muchos artistas llevan su cultura al mundo, pero lo que Bad Bunny hace es llevar el mundo a Puerto Rico”, afirma.
Esto se refleja en su serie de conciertos en Puerto Rico, titulada No me quiero ir de aquí, entre el 11 de julio y el 14 de septiembre. Con más de 30 fechas y 400.000 entradas agotadas en menos de cuatro horas, se estima que la gira generará más de 300 millones de dólares para la isla entre turismo y nuevos trabajos.
¿En el momento adecuado?

En abril, la administración de Donald Trump congeló más de 2 mil millones de dólares en fondos federales destinados a la Universidad de Harvard. ¿El motivo? La universidad se negó a cumplir exigencias de la Casa Blanca, entre ellas denunciar a estudiantes considerados “hostiles” y someter a auditoría los programas acusados de “provocar el acoso antisemita”.
Estas demandas llegaron tras una ola de protestas estudiantiles en distintos campus del país, en rechazo a la guerra en Gaza y al apoyo del gobierno estadounidense a Israel.
Harvard rechazó las exigencias de la Casa Blanca, apelando a su independencia institucional y a su soberanía académica. En contraste, otras universidades como Columbia inicialmente accedieron a las demandas federales, aunque con el paso de los meses han adoptado posturas menos complacientes.
Este clima político —sumado al despliegue de agentes del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) en varias ciudades desde enero— sitúa al curso sobre Bad Bunny en un momento especialmente delicado en la relación de Estados Unidos con sus comunidades inmigrantes.
Al respecto, Laguna subraya que el curso “permite entender a Estados Unidos como un poder imperial, algo en lo que nuestros estudiantes no piensan usualmente”, y que sostendrán “conversaciones que están intentando ser censuradas”.