Las raíces españolas deslumbraron en el Cartagena Festival de Música

Revista Diners
La decimonovena edición del Cartagena Festival de Música estuvo dedicada a la música de la península ibérica. Con composiciones de finales del siglo XIX y comienzos del XX, este fue un tributo a la tradición y al folclor español.
Con su voz expresiva, la cantaora Marina Heredia saludó al público de Cartagena con una broma: “Buenos días, buenas tardes, buenas noches. Ya no sé en qué hora estoy ni en qué día vivo”, les dijo a los espectadores que fueron a verla el martes 7 de enero, en la capilla del Hotel Sofitel Santa Clara. Eran tardes —pasadas las 5:00 p.m., para ser exactos—, y era, además, el primer concierto de Heredia en la decimonovena edición del Cartagena Festival de Música.
Con su vestido blanco de flecos, y sentada junto al guitarrista José “Bolita” Quevedo, Heredia añadió que su primera canción en ese recital sería una milonga, un cante que, según ella, nació de la herencia musical que tienen en común las dos orillas (España y Latinoamérica).

Su interpretación de En los brazos de mi madre, del cantaor flamenco Corruco de Algeciras, estuvo impregnada de esa ensoñación que suele ser inherente al flamenco. Así, Heredia comenzó su serie de cuatro conciertos en la decimonovena edición del encuentro musical, que este año tuvo como tema central el “Canto del mar”.
En veintitrés conciertos que se dieron a lo largo del festival, se interpretaron temas de autores como Isaac Albéniz, Manuel de Falla y Joaquín Rodrigo, figuras claves en la consolidación del repertorio de la música española de finales del siglo XIX y comienzos del XX. Muchos de esos compositores se inspiraron en tradiciones y en ritmos folclóricos del país europeo, como el flamenco, del que Heredia es una de sus principales representantes en la actualidad.
“Es un orgullo ser la muestra de mi música, de mi cultura, de mis raíces, en un país tan bonito y tan musical como Colombia”, dice Heredia con esa pronunciación licuada en la que a veces desaparecen las eses y las zetas finales. En esa primera presentación, que formó parte de la Serie Oro Davivienda del festival, Heredia compartió escenario con su ensamble completo, complementado por Paquito González en la percusión, y Ana Heredia y Laura Marchena en los coros y en las palmas.
El repertorio también incluyó algunos poemas de Federico García Lorca, como La dulce queja, musicalizado por José Quevedo. García Lorca fue la máxima figura de la dramaturgia y la poesía española de la primera mitad del siglo XX —murió fusilado en 1936, cuando comenzaba la guerra civil española—, y también ha sido un autor determinante en la carrera de Marina Heredia.
“La poesía y el prisma de vida que él tenía para desarrollarse como artista han sido importantísimos para los flamencos. Y para mí, personalmente, ha sido un poeta muy especial, porque lo he vivido mucho en casa, somos amigos de la familia, y artísticamente me ha marcado muchísimo”, comenta la cantaora.
En Cartagena, Heredia interpretó las Canciones españolas antiguas de García Lorca en compañía de la Orquesta Sinfónica de Castilla y León, con la batuta de Thierry Fischer. Además, en ese formato sinfónico también le ofreció al público de la capital de Bolívar El amor brujo, la creación más famosa de otro ícono de la cultura española: Manuel de Falla.

“El amor brujo es una obra muy redonda y bonita, con una calidad musical extrema que bebe de muchas fuentes: bebe del flamenco, de la música clásica, del folclor español y del folclor andaluz”, dice la cantaora sobre esta pieza.
El “Canto del mar” le demostró al público cómo esas músicas y esas tradiciones que nacieron en lo popular pueden dialogar con lo clásico. Para Heredia, es maravilloso poder trabajar con una orquesta.
“La música buena da igual de qué disciplina o de qué estilo sea. Y cuando se tienen las cosas claras, tú puedes trabajar con otros músicos, aunque no sean de tu misma disciplina. Sin embargo, es cierto que hay poco repertorio y que es necesario continuar creando para que se siga dando eso”, añade la artista.
El ritmo de las castañuelas
Esa música española que fue protagonista en el XIX Cartagena Festival de Música está cimentada sobre instrumentos típicos del país europeo, como la guitarra y las castañuelas. Estas últimas fueron las protagonistas de una de las piezas más singulares de la programación de esta edición: Cuatro escenas para castañuelas y orquesta de la suite española de Isaac Albéniz.
Por pedido del percusionista Tomás Martín López, el compositor cubano Flores Chaviano adaptó para esta pequeña pareja de instrumentos la pieza de Albéniz, escrita originalmente para piano. Martín López, quien protagonizó el estreno de esta nueva obra en España en septiembre de 2021, la presentó en Cartagena junto a la Orquesta Sinfónica de Castilla y León.
Tomás Martín López es percusionista de esta orquesta desde hace treinta años y, gracias a una cantante que le pidió que la acompañara en un concierto en el que interpretó el célebre dúo n.° 14 de la ópera Carmen, de Georges Bizet, comenzó a tocar las castañuelas.

“Ella me felicitó, y eso me animó, porque los percusionistas no podemos tocar repertorio anterior al siglo XVIII, sencillamente porque no hay. Sin embargo, con las castañuelas puedo tocar repertorio barroco, nacionalista, de música española, algo que de otra manera no lo podría hacer”, asegura Martín López.
Luego de especializarse en las castañuelas, el percusionista empezó una larga labor para llevarlas a la dimensión de instrumento solista dentro de los conciertos de formato sinfónico. Asegura que es una lucha que le ha costado bastante, porque estos espacios están reservados, por lo general, para el violín, el piano o el violonchelo.
“Por fortuna, las orquestas se arriesgan cada vez más y componen para más instrumentos. Y, claro, cuando propones tocar ese tipo de repertorio, el director, las orquestas o los programadores tienen que fiarse de que quien lo toca posea una formación musical extensa. Y al público le encanta”, afirma el músico.
En el caso de la obra que interpretó en Cartagena, fue la primera que se compuso para este formato después de cuarenta años. La anterior, Concertino para castañuelas y orquestas, se estrenó en 1981 y fue una obra del compositor español Leonardo Balada para la bailaora mexicana Lucero Tena.
Martín López cuenta que Asturias, uno de los movimientos de la suite original de Albéniz, es una obra que se interpreta en todo el mundo y se ha adaptado a instrumentos como la guitarra y las marimbas, e incluso suele acompañar piezas de publicidad. La suite se complementa con otros tres pasajes, Sevilla, Córdoba y Castilla, y en todos, según el percusionista, el ritmo lo marcan las castañuelas.
“Creo que hay que poner en valor el instrumento nacional que nos identifica como una nación, igual que la guitarra española. El Concierto de Aranjuez es el buque insignia del repertorio sinfónico para guitarra, y yo estoy intentando que las castañuelas se conviertan en un instrumento de referencia”, añade.
El rasgueo de la guitarra
El Concierto de Aranjuez, de Joaquín Rodrigo, también sonó en el Cartagena Festival de Música. Esta pieza forma parte del panteón de la música española, al lado de otras como las Goyescas, de Enrique Granados, e Iberia, una suite de Isaac Albéniz, ambas interpretadas como parte del programa de esta edición del festival.
El encargado de interpretar la composición de Rodrigo en la capital de Bolívar fue el guitarrista Rafael Aguirre. En la noche del jueves 9 de enero, en el Adolfo Mejía, Aguirre ejecutó ese primer movimiento, que se alimenta de ritmos flamencos, y pasó al segundo, el Adagio, en el que suena esa popular melodía que estremece a quien la escucha.

“Cuando Miguel Ángel esculpió el David —esa maravillosa escultura que está en Florencia—, le preguntaron cómo lo había logrado y él respondió que se limitó a quitar los trozos de piedra que estorbaban. Pienso que Rodrigo hizo lo mismo: se limitó a quitar las notas que estorbaban, con el cincel y el lápiz, hasta que dio con esa melodía”, argumenta Aguirre.
Ya el tercer movimiento, Allegro gentile, tiene un ritmo más cercano a la aristocracia del siglo XVIII. Esos tres episodios, tan diferentes, son para Aguirre la mejor representación de la idiosincrasia de la música española y de la guitarra española.
“En mi opinión, y creo que en la de muchos musicólogos, la guitarra es el aporte más grande que le ha hecho España a la música. ¿Dónde no hay una guitarra en el mundo? Yo, que he viajado por más de 50 países, he visto guitarras colgadas en todas las casas”, cuenta Rafael Aguirre.
El músico añade que la guitarra, que tiene su raíz en las culturas árabes, se puede considerar como el instrumento de las civilizaciones del Mediterráneo, desde Egipto hasta España. Fue justamente en la península ibérica donde terminó de explotar como instrumento solista, gracias al trabajo del lutier Antonio de Torres, al que se le compara con el italiano Antonio Stradivari, el legendario constructor de violines.

En esa lista de artistas españoles que aportaron al desarrollo de la guitarra española, Aguirre también resalta al compositor Francisco Tárrega, de quien interpretó en Cartagena dos obras: Recuerdos de la Alhambra y la Gran jota de concierto.
“La Gran jota es una obra de virtuosismo, que sirve para sorprender mucho a la gente que no está acostumbrada a escuchar la guitarra de concierto. Siempre me gusta tocarla para mostrar un poco lo que la guitarra puede hacer y también para que me conozcan a mí como guitarrista”, explica.
Aguirre participó además en el concierto patrocinado por Rolex con el que se cerró la serie del teatro Adolfo Mejía, “Teatro y música. España-Italia”, que se llevó a cabo el viernes, 10 de enero.
En el repertorio, aparte de fragmentos de los Nocturnos de Andalucía para guitarra y orquesta, del compositor Lorenzo Martínez Palomo, se incluyeron piezas de otro género clave de la música española: la zarzuela.
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La mezzosoprano Carmen Artaza, el tenor Antonio Gandia y la Orquesta Sinfónica de Castilla y León interpretaron famosas piezas de este género lírico, como la Bella enamorada de El último romántico, de Reveriano Soutullo, y la Canción de Paloma de El barberillo de Lavapiés, de Francisco Asenjo Barbieri.
Aparte de estas composiciones, el “Canto del mar” abrió un espacio en su repertorio para el fado, el tradicional género portugués; la ópera italiana, con una versión semiescénica de El barbero de Sevilla protagonizada por músicos colombianos e italianos, e incluso los compositores italianos. Creaciones de Luis Carlos Figueroa, Adolfo Mejía Navarro, Antonio María Valencia y Jaime León Ferro complementaron esta apasionante travesía musical.