Foto: Revista Diners
noviembre 11, 2025
Moda

El lujo de rehacer: la historia de las costureras que transforman la moda circular en Santa Marta

¿Qué tienen en común la moda circular, el sector de la construcción y el turismo? En Santa Marta, el diseñador Alejandro Crocker enseña a costureras locales a transformar los desechos textiles del Hotel Zuana en prendas de lujo sostenible.
POR:
Paéz

Las luces de la pasarela se fundían con la inmensidad de la bahía de Santa Marta. Los modelos salían uno a uno luciendo prendas en una gama de blancos y azules que parecían continuar el movimiento de las olas. Los espectadores, quizás sin percatarse, estaban viendo desfilar sábanas, cortinas y hasta edredones del Hotel Zuana convertidos ahora en prendas de moda. Esta no era una pasarela cualquiera, sino la culminación de un proyecto de innovación social, liderado por Constructora Bolívar (propietaria del Hotel Zuana Beach Resort), la Agencia de Cooperación Alemana (GIZ), el diseñador Alejandro Crocker y un grupo de costureras locales, pertenecientes a la Fundación Urumo.

El desfile, presentado en junio pasado a 500 altos ejecutivos del Grupo Bolívar, era prácticamente la puntada final que demostraba cómo la remanufactura no solo les da una nueva oportunidad a materiales en desuso, sino también puede transformar vidas. El hilo que une voluntades Foto cortesía Constructora Bolivar. Hace dos años, Alejandra Robledo, directora ejecutiva de Sostenibilidad de Constructora Bolívar, escuchó en un congreso de sostenibilidad un dato que la estremeció: la industria de la moda contamina más que la construcción.

Esa revelación sería la pequeña semilla que tiempo después germinaría en varias iniciativas entre la constructora, la GIZ y Crocker. Tiempo después, Robledo compró una chaqueta de Crocker. “Me pareció linda y me enamoré del concepto de la remanufactura (…). Además, me pasó una cosa loquísima y es que me puse esa chaqueta, fui a un evento y un señor se me acercó y me dijo: ‘Esa chaqueta es de Alejandro Crocker, ¿cierto?’”, recuerda. Quien le preguntaba era Peter Foerster, director del programa ReUsar de la GIZ, que apoya iniciativas de moda circular y de remanufactura en Colombia, entre ellas varios de los programas que Crocker ya estaba haciendo con comunidades. Los hilos del destino empezaban a zurcir las voluntades que meses después los llevaría a trabajar en conjunto. Todas estas causalidades detonaron en Robledo un propósito inspirador: “Cambiar los hábitos de consumo de moda en las comunidades que Constructora Bolívar convoca para construir capital social con el objetivo de enriquecer la vida con integridad”, señala Robledo.

Máquinas a la obra Foto cortesía Constructora Bolivar. GIZ, Crocker y la constructora comenzaron a promover varias estrategias relacionadas con remanufactura, segunda mano y hasta una línea de reutilización de uniformes. Fue entonces cuando la Agencia de Cooperación Alemana los alentó a seguir mirando hacia adentro y reflexionar sobre el impacto ambiental del sector hotelero, específicamente en una de sus joyas en la costa caribe: el Hotel Zuana. ¿Qué pasa con las sábanas que ya no se usan? ¿Qué se hace con las cortinas o los edredones que han cumplido su servicio? La respuesta no se hizo esperar, y con base en dicha contestación surgieron dos proyectos: el primero fue la creación del primer prototipo de habitación circular en un hotel en Latinoamérica.

Una novedosa iniciativa que tiene como objetivo llevar la sostenibilidad a las 39 suites que pertenecen al hotel —el resto son de la modalidad de tiempo compartido— antes de finalizar el año. Y el segundo consistió en aprovechar los residuos textiles del hotel como una célula de capital social en mujeres vulnerables de comunidades aledañas. “¿Y si a estas costureras las invitamos a un taller de pensamiento creativo —con Alejandro Crocker— para que con su conocimiento, su capacidad y su arte transformen los textiles en nuevas piezas?”, recuerda que se preguntó en ese entonces. El proyecto lo financiaron la GIZ y Constructora Bolívar. El primer taller con Crocker se llevó a cabo en octubre del año pasado, y desde entonces el diseñador ha trabajado de la mano con las costureras para combinar sus saberes. “En mi opinión, la recompensa más importante para la constructora es que nos demostramos que sí podemos romper paradigmas. Todo el mundo me dice: ‘¿Y usted qué hace hablando de moda circular si usted es de una constructora?’. Hay que ponerse objetivos claros y, por medio de la innovación social, encontrar el camino para conseguirlos; hay que arriesgar y pensar en que no hay ninguna idea loca”, señala Robledo. “Esto nos demostró que uno tiene que enamorarse del problema para encontrar rutas diferentes que lo ayuden a llegar a la solución”, expresa.

El sastre de la remanufactura Foto cortesía Alejandro Crocker. Crocker es uno de los referentes actuales de remanufactura y moda circular. Desde hace veinte años comenzó a transformar los “desperdicios” en nuevas piezas de moda y crear lo que denomina lujo sostenible. Su esfuerzo por transmitir el poder del pensamiento creativo lo ha llevado a compartir su trabajo con diferentes comunidades, como migrantes, población carcelaria, trabajadoras sexuales y personas trans. Le encantan los grupos donde se mezclan las historias y justo eso fue lo que sucedió en el Hotel Zuana. Entre octubre de 2024 y junio de 2025, el diseñador colombovenezolano se puso la camiseta de profesor para guiar a 30 mujeres cabeza de hogar en la remanufactura de 72 kilos de textiles que habían cumplido su vida útil en el hotel. “Durante casi un año, viajaba tres o cuatro veces al mes a Santa Marta para mostrarles la importancia de sentarse en la máquina de coser y de aprender a utilizar el desperdicio, porque la única condición que yo pongo en los talleres es que no se puede comprar absolutamente nada”, asegura. “Es cambiarles la forma de pensar y que ellas entiendan que el desperdicio, como nos lo ha enseñado la sociedad, no existe, que es una materia prima virgen y que está lista para que empiece a contar nuevas historias”, explica. Foto cortesía Alejandro Crocker.

De ese encuentro de saberes salieron ideas innovadoras para darles una nueva vida a los textiles usados, como hacer guayaberas para las personas del bar, accesorios para las habitaciones, bolsas de tela para los carros de la limpieza, e incluso piezas de vestuario, como kimonos, chaquetas y salidas de baño para la playa. “Ese día, en esa pasarela a orillas del mar, con el Zuana al frente, decíamos que sí es posible cuando se trabaja en comunidad; cuando cada una de las partes pone lo que sabe hacer, podemos generar un cambio”, agrega Crocker. Para el diseñador, que ha mostrado sus colecciones con textiles reciclados en pasarelas de Colombiamoda y Bogotá Fashion Week, este proyecto de remanufactura no solo les cambia la vida a estas mujeres de Santa Marta, sino que su trabajo adquiere el valor para que se pueda exhibir en una plataforma de comercio. “Yo lo veo como un círculo: no solo le das la salida a ese material que en teoría no la tenía, sino que empezamos a soñar juntos”, señala Crocker. Las artesanas de la remanufactura Foto cortesía Constructora Bolivar. “Después de los modelos, salimos a desfilar con nuestras prendas de vestir, hechas con sábanas y edredones del Zuana. Eso fue tan bonito y tan motivador que no lo creíamos. No solo quedamos impactadas nosotras, sino toda la gente que estaba en el público”, recuerda emocionada Ana Robles, coordinadora de las costureras de la Fundación Urumo.

Robles es costurera desde los diez años y actualmente tiene el taller en su casa, en el barrio Aeromar, cerca del aeropuerto. Todavía recuerda que al comienzo del proyecto ninguna había tenido experiencia previa trabajando con materiales reciclados, pero ahora es cuestión del pasado pensar que un bolso o un jean dañado es inservible: “Con los hilos que van sobrando uno hace bolsos, reutiliza los botones, reúsa las cremalleras, absolutamente todo”, asegura. La noche del desfile, Ana vestía un conjunto de blusa y pantalón blanco hecho por ella misma a partir de una sábana del hotel. La belleza del diseño, de la confección y la propia tela no dan ninguna pista de su origen reciclado. “En la vida hay dos caminos: el del pesimismo y el del optimismo. Tenemos que ser siempre perseverantes.

Trabajar con remanufactura es una pasión muy grande, en la que es clave la creatividad de uno. Invitamos a vivir nuestra experiencia a quienes quieran venir a nuestro barrio. Acá podemos no solo enseñarles todo lo que aprendimos con Alejandro, sino también compartir conocimientos”, dice Ana. Este experimento ya dio sus primeros frutos: al día siguiente del desfile, las 21 costureras que culminaron el proceso vendieron parte de sus prendas, y el resto, junto a las que han venido fabricando desde entonces, están listas para venderse en el marketplace de las comunidades de Constructora Bolívar: www.enconjuntoalamano.com. Además, nueve de ellas ya constituyeron su propia cooperativa, mientras que la Alcaldía de Santa Marta está contemplando montarles su propio taller. también le puede interesar: Un amor que se adapta: así renace la pulsera LOVE de Cartier

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