¿Vale la pena ver Amores Materialistas, la nueva comedia romántica de Celine Song?
Pablo Montero Cabrera
Este jueves 31 de julio llega a las salas Amores Materialistas, la nueva película de Celine Song, conocida por Vidas Pasadas, y protagonizada por las estrellas de Hollywood Dakota Johnson (Madame Web), Chris Evans (Capitán América) y Pedro Pascal (The Last of Us).
Si en Vidas Pasadas (2023) Song exploraba la evolución del amor y la relación sentimental entre dos personas a lo largo de veinte años, en Amores Materialistas vuelve su mirada hacia el mundo moderno: la experiencia de las citas en una gran metrópolis, con todas sus luces y sombras.
¿De qué trata Amores Materialistas?
La historia sigue a Lucy Mason (Dakota Johnson), una actriz fracasada convertida en casamentera en la compañía neoyorquina Adore. Su instinto para emparejar a las personas es inigualable, algo que contrasta con lo que ella misma describe como una “célibe voluntaria”. Está convencida de que morirá sola o casada con un millonario.
Sin embargo, todo esto cambia cuando asiste a la boda de su novena pareja exitosa. El evento es una mina de oro para atraer nuevos clientes. Lo que Lucy no espera es verse envuelta ella misma en el amor, justo cuando el apuesto Harry (Pedro Pascal) se sienta en su mesa. Ella lo define como un “unicornio” en el mundo de las citas: un diez sobre diez en todas las categorías.
La química entre los dos parece imparable, hasta que es interrumpida por John (Chris Evans), expareja de Lucy, quien ahora trabaja en el catering de la boda. Su ruptura fue complicada (como todas), pero basta un cruce de miradas para notar que aún quedan chispas en sus corazones.
Mientras Lucy continúa con su trabajo como casamentera —entre éxitos y tragedias— se verá atrapada entre dos caminos: un nuevo novio perfecto y millonario, o su ex caótico y pobre. ¿A quién elegirá? Esa es la pregunta que la película deja en manos del público.
Miradas que hablan
Como muchas comedias románticas, Amores Materialistas no escapa de los diálogos cursis y, a veces, obvios. Sin embargo, gran parte de la carga emotiva se transmite a través de gestos sutiles y miradas sostenidas: Pedro Pascal cambiando discretamente las etiquetas para sentarse junto a la casamentera; Chris Evans apareciendo con una Coca-Cola y una cerveza justo cuando el personaje las menciona; o Dakota Johnson deteniendo a un hombre en plena calle para entregarle su tarjeta de trabajo.
Escenas como estas, que ya se anticipan en el tráiler, se repiten a lo largo de toda la película. No solo obligan a los actores a dejar las palabras y confiar en la expresividad de sus interacciones, sino que también revelan la identidad de sus personajes incluso antes de que sepamos a qué se dedican, cuánto ganan o cuáles son sus deseos. Lucy es tenaz pero reservada; el Harry de Pascal, seguro pero prudente; y John, interpretado por Evans, es cariñoso pero impredecible.
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Esta combinación —y a veces colisión— de personalidades da lugar a una química innegable entre los protagonistas. Una química que, si bien no pierde fuerza, sí cambia de forma. La relación entre Pascal y Johnson se presenta (y el montaje y la fotografía lo enfatizan) como un acuerdo empresarial: estructurado, funcional, casi inevitable. En cambio, la conexión entre Johnson y Evans es impulsiva, caótica, un destello espontáneo.
Incluso las escenas compartidas entre Evans y Pascal están cargadas de tensión. Hay un hilo invisible que recuerda constantemente que este es un triángulo amoroso, y que ambos podrían, a su manera, hacer feliz al personaje de Johnson.
Más romance que comedia
Si ha visto Vidas Pasadas, ya tiene una idea bastante clara del tono que Celine Song aporta a este tipo de historias. Amores Materialistas no es una comedia con romanticismo suelto al estilo de Adam Sandler, pero tampoco cae en el dramatismo melancólico de Eterno resplandor de una mente sin recuerdos.
Esta película no busca provocar carcajadas cada pocos minutos, sino más bien generar risas contenidas e íntimas, que se disfrutan en pareja o con amigos. Es, ante todo, un romance con un ritmo cómico muy bien calibrado. No interrumpe una catarsis ni una conversación decisiva; sabe cerrar o anticipar esos momentos sin restarles peso emocional.
Lo que sí puede esperar es quedarse boquiabierto, y más de una vez. La estructura puede parecer la de una comedia romántica convencional, y a menudo cumple con esas expectativas, pero en otros momentos las rompe. Y lo hace con eficacia, porque no se detiene en sus giros dramáticos. Aquí no hay una sucesión de eventos que se pueden unir con un simple “y luego”, sino una narrativa que fluye entre “por lo tanto”.
Lucy conoce a Harry y se reencuentra con John; por lo tanto, ahora debe elegir entre uno de los dos.
¿Un Pedro Pascal desperdiciado?
A riesgo de caer en el spoiler, hay un punto importante que debe mencionarse y que podría hacer que algunos reconsideren ver la película.
En los tráilers, Amores Materialistas se presenta como un triángulo amoroso persistente, dejando que el público crea que verá a los dos intereses masculinos intercambiando algún diálogo brusco, o que la decisión final ocurrirá el último segundo, durante la tipica escena en que los dos personajes corren por la calle y se encuentran en un abrazo.
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Eso no es exactamente lo que ofrece la película. En los anuncios promocionales, Pedro Pascal parece ocupar un lugar equivalente al de Dakota Johnson y Chris Evans en la historia, y en parte es así. Sin embargo, para otros espectadores, su personaje podría llegar a sentirse más como una herramienta narrativa al servicio del conflicto central y del mensaje.
No malinterpreten: Pascal hace un trabajo estupendo. Pero su presencia se queda corta frente al protagonismo de Johnson (como es de esperar) y, sobre todo, frente al “ladrón de escenas” Evans. A pesar de su historial como estrella de acción, Evans demuestra una vez más que sus habilidades actorales destacan con fuerza en papeles más realista y emocionalmente complejos.
Primeras impresiones
Aunque la película se estrenará en cines colombianos el próximo jueves, ya lleva varias semanas en cartelera en Estados Unidos y Canadá, lo que ha permitido que tanto fanáticos como medios de comunicación compartan sus opiniones.
En sitios especializados como Rotten Tomatoes, la película ya cuenta con un 79 % de aprobación por parte de la crítica y un 67 % del público, acompañada del titular: “Una deconstrucción madura de la comedia romántica convencional”. Una calificación similar aparece en IMDb, con un 6.5/10. Aunque este puntaje podría sorprender a algunos, es común dentro del género.
Una de las películas más comentadas del año pasado, It Ends with Us, obtuvo reseñas en un rango similar: 6.3 en IMDb y 54 % en Rotten Tomatoes. Sin embargo, a medida que la película se estrene en más países, estas calificaciones podrían cambiar.
Periódicos de renombre como The New York Times han elogiado el trabajo del elenco, aunque también señalan que “Song es mejor exponiendo ideas… que integrando estas partes en un todo persuasivo”, calificando algunas subtramas como “más admirables políticamente que narrativamente exitosas”.
Otros medios, como The Guardian, abren su reseña con: “una comedia romántica a menudo inteligente, aunque también frustrante, de factura suntuosa pero con una escritura torpe”. Para ellos, la película no ofrece una historia de amor realmente convincente ni una conclusión emocionante. Sin embargo, rescatan el estilo visual de Song y su intento de decir lo que comúnmente no se dice sobre el mundo de las citas.
¿Disfrutable o frustrante?
Si usted es un melancólico de las historias clásicas de amor, pero ambientadas en tiempos y reglas modernas, Amores Materialistas marcará todas sus casillas. Saldrá del cine con ganas de hablar con la persona que le gusta y declararse.
Pero si espera una pincelada de innovación y creatividad al estilo de Vidas Pasadas, podría irse decepcionado. Como ya se mencionó, la película cumple con muchos de los elementos típicos de una comedia romántica, y aunque también se aleja de otros, en algunos casos esa misma ruptura puede explicar las opiniones divididas de la crítica.
Un intento a veces disfrutable, y a veces frustrante.