Con su Trilogía de Oslo, que terminó con la desgarradora La peor persona del mundo, el cineasta noruego Joachim Trier se consolidó como una de las voces más particulares del cine europeo contemporáneo, un autor capaz de mirar las emociones con una mezcla de rigor formal y libertad narrativa que evita la solemnidad excesiva sin renunciar a la profundidad. Esa manera de moldear las claves del melodrama, atravesada por rupturas narrativas tan cómicas como perspicaces, vuelve a brillar en Valor sentimental.
En la cinta se plantea un desgarrador estudio sobre las relaciones familiares, la memoria compartida y el precio del éxito. En el centro del conflicto está una familia, integrada por las hermanas Nora y Agnes y por su narcisista padre Gustav, un exitoso cineasta que durante mucho tiempo dejó de lado a sus hijas.
La actriz noruega Renate Reinsve (quien protagonizó La peor persona del mundo) brilla con su retrato de Nora, una actriz de teatro que rechaza el papel que le ofreció su papá para una película que se proyecta como una obra maestra. Además, Stellan Skarsgård, que le da vida al arrogante y arrepentido Gustav, ya se perfila como uno de los favoritos al premio Óscar de mejor actor de reparto.
Una historia sobre el reencuentro y la herida abierta Valor sentimental
La trama se activa cuando Gustav decide volver a acercarse a sus hijas tras años de distancia emocional. Su intento de reconciliación adopta la forma que mejor conoce, el cine, y se materializa en un proyecto cinematográfico que él mismo define como su obra más personal, una película inspirada en la historia familiar y en la casa donde crecieron. Gustav le ofrece a Nora el papel protagónico, convencido de que ese gesto puede funcionar como una forma de reparación, aunque lo que para él representa una oportunidad artística y afectiva para su hija se convierte para ella en una carga difícil de asumir. Valor sentimental
Nora es una actriz de teatro reconocida, una mujer que ha construido su carrera lejos de la sombra paterna y que carga con una relación compleja con su propia vocación. El rechazo al papel no es un capricho ni una reacción impulsiva, es una decisión atravesada por viejas heridas, por la imposibilidad de separar el arte del abandono vivido en la infancia. Ante la negativa de su hija, Gustav toma una decisión que reabre el conflicto y ofrece el papel a Rachel Kemp, una joven actriz estadounidense que irrumpe en la dinámica familiar como un espejo incómodo y como un catalizador de tensiones que estaban contenidas.
Actuaciones que sostienen el peso emocional
Renate Reinsve, quien ya había protagonizado La peor persona del mundo, vuelve a trabajar con Trier y entrega una interpretación de gran densidad emocional en el papel de Nora. Su actuación se mueve entre la contención y el desborde, entre la fortaleza aparente y la fragilidad que emerge cuando el pasado vuelve a tocar la puerta. Reinsve construye un personaje creíble y profundamente humano, una actriz que duda de su lugar en el mundo y de su capacidad para reconciliarse con una figura paterna que nunca terminó de estar presente. Valor sentimental
Stellan Skarsgård da vida a Gustav con una mezcla de arrogancia, carisma y culpa que evita cualquier lectura simplista del personaje. Su Gustav no es un villano ni un padre redimido, es un hombre consciente de sus errores que intenta corregirlos desde el lugar que conoce, aunque ese mismo lugar sea parte del problema. La interpretación de Skarsgård ha sido señalada como una de las más sólidas de su carrera reciente y ya se menciona con insistencia como una de las posibles candidaturas al Óscar a mejor actor de reparto.
El elenco se completa con Inga Ibsdotter Lilleaas como Agnes, la hermana que observa el conflicto desde un lugar menos frontal pero no menos afectado, y con Elle Fanning en el papel de Rachel Kemp, una actriz joven que se integra con naturalidad a una historia dominada por tensiones familiares profundas. Fanning aporta una mirada externa que ilumina aspectos del conflicto y permite que la película dialogue con la idea del cine como industria y como espacio de exposición emocional. Valor sentimental
La casa como archivo de la memoria Valor sentimental
Uno de los elementos más potentes de Valor sentimental es el uso del espacio doméstico como escenario narrativo. La casa familiar no funciona como un simple fondo, se convierte en un archivo vivo de recuerdos, ausencias y momentos no resueltos. Trier filma esos espacios con una atención casi arqueológica, permitiendo que las paredes, los pasillos y las habitaciones hablen tanto como los personajes. En esa elección se condensa buena parte del espíritu de la película, una historia donde el pasado nunca está del todo cerrado y donde cada intento de avanzar implica volver a mirar atrás. Valor sentimental
El guion, escrito por Joachim Trier junto a Eskil Vogt, combina drama y humor con una naturalidad que evita los excesos y permite respirar a la historia en los momentos más tensos. Las rupturas narrativas y los destellos de ironía aparecen como mecanismos de alivio y de profundidad, recordando que incluso en medio del dolor existe espacio para la contradicción y la risa incómoda.
Un camino sólido hacia los premios Valor sentimental
Valor sentimental fue premiada con el Gran Premio del Jurado en el Festival de Cannes de 2025, un reconocimiento que consolidó su posición como una de las películas europeas más relevantes del año. Desde entonces, su recorrido por festivales y su recepción crítica han fortalecido la percepción de que se trata de una obra con un largo recorrido por delante en la temporada de premios. Su selección como la candidatura de Noruega a mejor película internacional en los Óscar refuerza esa expectativa y abre la puerta a nominaciones en categorías de actuación, dirección y guion.



