Gustavo Vélez: el artista colombiano que decora Italia con esculturas de mármol

Claudia Arias
“El mármol es una técnica que me desafía. Miro el bloque y quiero extraer todo lo que hay dentro, captar las líneas básicas y armoniosas que esconde el material. El primer martillazo resuena hasta el final… La talla directa no es cuestión de fuerza, sino de técnica y precisión para lograr no solo una relación ‘de tú a tú’, sino también para materializar las ideas que me rondan”.
Con catorce esculturas monumentales de mármol, bronce y acero instaladas en Lucca (Italia), Gustavo Vélez (Medellín, 1975) sabe de qué habla. La muestra, iniciativa de la ciudad y de la región de la Toscana, transcurre hasta el 21 de septiembre. El Anfiteatro Romano, la Piazza San Michele, la Porta San Gervasio y la Rotonda San Pietro son algunos de los espacios que acogen su obra.
“Es un proyecto en el que trabajamos bastante tiempo. Estoy emocionado de mostrar mis esculturas en esta ciudad tan rica en cultura; su arquitectura y su historia han sido una inspiración para mí. En cuanto a la selección de obras, fue muy rigurosa, pues tenía como objetivo lograr una integración armónica con el entorno, así como entablar un diálogo con la ciudad y su gente”, manifiesta Vélez, quien destaca la participación del curador Eike Schmidt, director general del Museo Nazionale di Capodimonte de Nápoles y exdirector de la Galería de los Uffizi. “Escoger las obras, los sitios, y recorrer la exposición con él fue enriquecedor. Esta es la muestra más grande de monumentales que he hecho”, precisa.
Sobre “Geometría sin fronteras” (“Geometria senza confine”), Schmidt afirmó: “He disfrutado las obras de la exposición. Es extraordinaria su armonía con el contexto urbanístico de la ciudad. Lucca es un lugar perfecto para esta muestra y la selección de las obras hace el resto. Gustavo Vélez es el escultor latinoamericano más importante en el mundo”.
De Colombia a Italia

“Fredonia, donde crecí, fue curiosidad y exploración. Allí nació mi pasión por la escultura. Desde pequeño quería crear con las manos. Me interesaba mucho la tridimensionalidad. Además, desde pequeño tuve la fortuna de saber qué quería ser en mi vida: escultor”. Gracias al negocio familiar, una ferretería, los materiales, los ensamblajes, las manos han estado presentes siempre.
“Mi padre supo enseñarme y darme los mejores consejos. No solo para ser una buena persona, sino sobre la aventura de desbaratar y armar. Siempre atento a enseñarme a reparar los electrodomésticos de los clientes y a dar a los finqueros las soluciones que requerían: hacer rejas, marcas para animales, mallas. Él compartió conmigo su conocimiento, me enseñó a manejar las herramientas necesarias y me dio la confianza para hacerlo; afortunadamente, en la ferretería podía soldar, utilizar una pulidora, reparar cualquier cosa. Ahí, mi mente empieza a volar y hago mis primeras creaciones. Esta experiencia me dio las bases de las técnicas que empleo”, recuerda el artista.
Su decisión de estudiar en el Instituto de Bellas Artes de Medellín y en la Escuela Eladio Vélez fue natural, “pues era simplemente ratificar que el camino era ese, no otro. Luego encontré una nueva meta. Con mucho esfuerzo económico, tanto de mis padres como mío, empaqué maletas para viajar a Italia, convencido de que era allá donde encontraría respuestas a mi inquietud artística. Llegué primero a Florencia y después descubrí Pietrasanta, gracias a un profesor que me motivó a visitar este pueblo, dedicado a esculpir mármol. Él insistía en que mi talento estaba en la escultura”.
En 1996, Gustavo Vélez desembarcó en Pietrasanta para pasar unos días, y allá se quedó. “Mi destino estaba sellado. La llegada allí me cambió la vida. El contacto con la escultura en mármol y la tradición de los grandes maestros me inspiraron a seguir mi pasión. Pietrasanta se convirtió en mi segundo hogar, ya que allí encontré la libertad para crear y experimentar. Al mirar atrás, me doy cuenta de que cada paso en mi carrera ha sido fundamental; cada experiencia, desafío, logro o viaje me han llevado a desarrollar mi estilo, mi identidad como artista”, señala.
Mármol: Un clásico contemporáneo

Los inicios de Vélez fueron figurativos. Se interesó por la figura humana y animal. Esculpía rostros, torsos, manos y caballos. Su proceso de abstracción llegó en Pietrasanta, al empezar a trabajar en los laboratorios de mármol, al enfrentarse a la técnica. “Realicé muchos estudios de luces y sombras para mi primera obra abstracta, Hipercúbicos. Rayé un cubo de mármol hasta tener claro por dónde pasaría la pulidora, el martillo y el cincel, siguiendo las líneas trazadas. Ahí, mi estilo figurativo quedó atrás, pero continúa presente en la inspiración para crear obras geométricas con líneas orgánicas que evocan la naturaleza”, cuenta el artista.
El mármol, material clásico usado por grandes maestros a lo largo de la historia, le resulta una tradición fundamental para entender la técnica de la talla que aún hoy, a pesar de los siglos, pervive. “Hallar el balance entre un bloque proveniente de la naturaleza milenaria, la tradición de una técnica de siglos y mi geometría es una pasión diaria”, anota.
Además del material, existe el reto de lograr piezas que se instalen con fuerza en entornos de arquitectura contundente. Cada muestra de esculturas monumentales en espacio público es un reto: “Lo mejor es la selección y creación de las piezas pensando en el lugar. La relación entre el entorno donde se instalan y las características de las obras (material, forma y formato) tiene una fundamentación profunda. Acojo las palabras del curador Schmidt: ‘Las obras de esta exposición están perfectamente ubicadas, no hay que moverlas ni cincuenta centímetros’. Llegar a ese resultado es un proceso apasionante”.
Esta es la muestra individual más grande de Vélez, pero la realizada en Pietrasanta en 2013 no se puede pasar por alto. “Esa exposición con esculturas monumentales en la Piazza del Duomo, y otras de pequeño y mediano formato en el icónico Chiostro di Sant’Agostino, fue un sueño hecho realidad.”
“Ser el escultor más joven con una exposición individual allí fue un honor, un punto de inflexión en mi carrera. Me permitió entrar a formar parte de la historia del lugar y de compartir con sus habitantes y turistas las obras hechas allá mismo. Hoy me siento honrado de estar preparando mi segunda muestra para el verano de 2026, homenaje de la ciudad en mis treinta años de carrera artística allí,” relataba Vélez.
Cartagena ha sido el único lugar del país donde Gustavo Vélez ha hecho una exposición pública de sus obras monumentales. Pero está abierto a más: “Espero el momento de hacer otra exposición en Colombia”, declara.