Ciclo MAMBO: identidad, territorio y memoria

Se acaba de inaugurar el primer ciclo expositivo del año del Museo de Arte Moderno de Bogotá, con muestras de la colombiana Julieth Morales, la chilena Seba Calfuqueo y la brasileña UÝRA.
 
Ciclo MAMBO: identidad, territorio y memoria
Foto: Cortesía artistas MAMBO
POR: 
Yonathan Loaiza

Julieth Morales nació en el Cauca y estudió artes plásticas en la universidad de su departamento. Es una artista visual y performer indígena del pueblo misak, cuya obra se centra en la intersección de género, identidad y etnicidad. Por medio de expresiones como el performance, el video, la fotografía, la pintura y el dibujo, Morales rastrea las particularidades de su existencia híbrida como mujer indígena en un contexto marcado por la occidentalización, como lo podrá ver en el nuevo ciclo MAMBO.

Seba Calfuqueo, artista visual trans mapuche, ha conquistado prestigiosos espacios de la escena mundial como las bienales de São Paulo (2021) y de Venecia (2024), y obras suyas forman parte de las colecciones de la Tate Modern, de Londres, y el Centre Pompidou, de París, entre otras instituciones museales. La práctica de Calfuqueo se fundamenta en la reflexión crítica sobre el orden colonial y sus efectos en las sociedades indígenas y globales. 

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UÝRA es una bióloga, artista visual y performer drag, conocida por fusionar arte, ciencia y activismo ambiental. UÝRA nació en la comunidad de Santarém, en el norte de Brasil, y su trabajo desafía las visiones coloniales sobre la naturaleza y los cuerpos indígenas, al resaltar la movilidad y la transformación como formas de resistencia. 

Estas tres artistas son las protagonistas del primer ciclo expositivo del Museo de Arte Moderno de Bogotá (MAMBO) en 2025. “Como siempre, las tres exposiciones que vamos a presentar están conectadas. Este es un ciclo dedicado al trabajo de artistas indígenas”, explica Eugenio Viola, director artístico del MAMBO.

El nuevo ciclo del MAMBO

ciclo MAMBO
La obra de la artista caucana Julieth Morales resignifica elementos culturales y rituales, como el tejido. Foto: cortesía Lorena Velasco.

Según Viola, con este ciclo no se busca de ninguna manera “exotizar” este tipo de trabajos, sino, al contrario, destacar la coexistencia de las obras de estas artistas, que ponen de relieve las preocupaciones de los pueblos indígenas sobre temas como la explotación de los recursos naturales.  

Por su parte, Julieth Morales establece en su exposición, “Na mui nu pirø” (“Nuestro territorio”), un diálogo que desafía las fronteras entre arte y ritual, basado en la acción colectiva y la memoria femenina indígena. 

Esta es la primera muestra individual institucional de Morales, que en sus obras resignifica elementos culturales y rituales, como el tejido, los adornos ceremoniales y el cuerpo, transformándolos en vehículos de resistencia cultural y sanación.

Mediante el título de su exposición, en lengua namtrik —una de las 65 lenguas originarias que sobreviven en el país—, Morales resalta la importancia del territorio no solo como un espacio físico, sino como dimensión social y espiritual. 

Para este trabajo, la artista partió del concepto de minga, la tradición de trabajo comunitario indígena, para resignificar la memoria y la resistencia de su pueblo por medio del arte. Así, Morales construyó propuestas como Srusral møra kup (Mujeres jóvenes hilando) (2018-2025), en la que el acto de hilar se transforma en un símbolo de empoderamiento y resistencia, y En el tiempo y en el espacio todo comienza (2023-2025), compuesta por collares hechos con cuentas de tierra y ceniza, elaborados en colaboración con mujeres mayoras de su comunidad. Los collares se convierten, entonces, en un acto de armonización y un puente entre la espiritualidad del pueblo misak y el contexto museal.

Cosmogonía mapuche

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Foto: Pillan. Serie Natura, 2023, de Seba Calfuqueo.

En este ciclo expositivo del MAMBO se incluye también la primera muestra institucional de la artista chilena Seba Calfuqueo, quien se centra en las tensiones entre identidad, género y territorio desde una perspectiva mapuche.

En la exposición, que lleva como título “Antü ñi kuram”, Calfuqueo propone una reinterpretación de la historia, enfrentando las violencias del colonialismo y los sistemas de exclusión contemporáneos.

El nombre de la muestra es un término en mapudungun —lengua del pueblo mapuche—, que en español se traduce como “huevo del sol”. Esta expresión proviene del concepto de “antü kuram” (huevo sin embrión), que se emplea de manera despectiva para referirse a la homosexualidad. Calfuqueo resignifica esta expresión, convirtiéndola en un símbolo de resistencia y orgullo.

En la muestra se destacan obras como Imagen país (2023-2025), en la que la artista presenta una serie de pequeños monumentos en cerámica esmaltada en azul, que rinden homenaje a los oficios del pueblo mapuche. 

Así mismo, en los trabajos performáticos You Will Never Be a Weye (2015) y Cuerpos en resistencia (2020), Calfuqueo recupera narrativas que silenciaron, resignificando la memoria y celebrando la diversidad, mientras que Esporas (2021) y la serie fotográfica Natura (2023) reflejan la profunda relación entre el pueblo mapuche y la naturaleza.

Árbol caminante

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Caos. Serie Mil quase mortos, UÝRA, 2018. Foto: cortesía Matheus Belém.

UÝRA tiene como fuente de inspiración la cosmovisión tupi, cuyo origen ancestral está en la Amazonia brasileña. UÝRA emerge entonces como un “árbol caminante”, un cuerpo que funciona como un lienzo vivo a través del que se narran historias sobre identidad, ancestralidad y ecología. 

En Memórias de alagamento (Recuerdos inundados), el trabajo de UÝRA que se podrá apreciar en el MAMBO, el agua, la identidad y la resistencia se entrelazan en una narrativa que desafía la devastación ambiental y el desplazamiento forzado.

UÝRA explora cómo los cuerpos de agua conservan la memoria de los territorios y sus habitantes, conectando ríos amazónicos con cuencas hídricas urbanas que han sido contaminadas, desviadas o desaparecidas. 

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La exposición incluye A porra da árvore (2019), A terra pelada (2018) y la serie Mil quase mortos (2018), que tienen como concepto central el lamento de la selva devastada por el extractivismo. Estas obras convierten a la naturaleza en portavoz de la crisis ambiental, ya que por su intermedio se denuncian la tala indiscriminada y la contaminación de los ríos en el contexto urbano de Manaos.

UÝRA hizo una residencia en Bogotá, en la que profundizó en el río San Francisco-Vicachá, esa corriente de agua sepultada bajo el cemento de la ciudad. De este proceso nació una reflexión sobre la historia compartida de comunidades indígenas desplazadas en Colombia y Brasil, específicamente la diáspora del pueblo munduruku, al que UÝRA pertenece, y el pueblo muisca de la sabana de Bogotá.

         

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marzo
18 / 2025