Las historias de migración que el artista Édgar Álvarez plasma en plastilina

El artista bogotano Édgar Álvarez, creador del proyecto ¿Se lo explico con plastilina?, habla sobre su exposición Refugiados y migrantes en América en la que retrata en plastilina las historias de personas migrantes.
 
Las historias de migración que el artista Édgar Álvarez plasma en plastilina
Foto: Cortesía Édgar Álvarez.
POR: 
Simón Granja Matias

Una de las primeras experiencias del artista Édgar Álvarez, cuando estaba investigando sobre el paso migratorio en el Darién, fue cuando un taxista en Apartadó le contó que, dependiendo del olor del migrante, es decir, de qué tan fuerte oliera, le cobraba más porque de esa manera sabía que venía de África y seguramente traía más dinero, mientras que si no olía tan fuerte, era probable que proviniera de Haití y, por lo tanto, tuviera menos. “Me lo contó como si fuera algo normal”, dice el artista, quien a partir de su trabajo con plastilina ha logrado retratar historias que evidencian la humanidad detrás de esas masas multicolores que se ven en televisión moviéndose y cruzando fronteras con el estigma del migrante.

En Revista Diners conversamos con Édgar Álvarez, especialista en el trabajo con plastilina y en animación de cortometrajes, comerciales, clips de video y creador del proyecto pedagógico ¿Se lo explico con plastilina?, con motivo de la inauguración de su exposición Refugiados y migrantes en América en el Centro Cultural Gabriel García Márquez en Bogotá, con el apoyo de la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR), que estará en exhibición hasta el 30 de agosto.

El artista Édgar Álvarez (izq.) conversa en una playa con un hombre posiblemente migrante. Foto. Cortesía Édgar Álvarez.

(Para saber más: Se lo explico con plastilina, la idea con la que Édgar Álvarez recorre el mundo)

Además, durante estos días se realizarán actividades paralelas como una visita guiada vía streaming el día 5 de agosto a las 10 am; otra, el día 11, para niños y niñas a las 2 de la tarde; un conversatorio para hablar del paso del Darién, el 16 de agosto a las 4 pm; el sábado 19, un encuentro con redes de mujeres refugiadas y migrantes; y un conversatorio más, el día 23, orientado a realizadores, donde se verá el cortometraje que Édgar preparó a lo largo de su trabajo para la exposición. 

¿Cómo ha sido el proceso para llegar a las historias que cuentan sus obras?

Me gusta hacer trabajo de campo, dialogar, conocer historias, y algo que me ha servido mucho es que la plastilina se ha convertido en un puente. Es decir, cuando llego a hablar con un migrante, se genera un diálogo. Cuando estuve en el Darién, era muy bonito que cuando ponía mis muñecos en el camino, armaba el escenario, y la gente que iba caminando por ahí se detenía un momento y se acercaba a ver y a conversar conmigo.

¿Cómo fue la experiencia en el Darién?

Actualmente estamos haciendo el cortometraje “Darién: sueños de barro” y algo clave era conocer a fondo lo que sucedía. Así que estuve el año pasado en Necoclí, recorrí una parte del trayecto, realicé entrevistas y documentamos lo que es el paso por este camino, las historias de la gente que lo atraviesa, sus nacionalidades y las razones por las que hacen ese viaje. Ese fue el proceso, y el rodaje lo estamos llevando a cabo aquí en La Calera. Hasta el momento llevamos dos minutos de animación en exteriores, lo que es todo un reto porque nos toca subir la montaña llevando los muñequitos para que se vea la mezcla entre el barro y la plastilina. El corto tendrá una duración de 15 minutos.

La plastilina es un material que nos recuerda a la infancia, ¿cuál ha sido la reacción de la gente al encontrarse con algo que parece un juego, pero que en el fondo tiene una historia dramática?

Creo que hay algo muy interesante y es la empatía; tú ves el muñequito y luego piensas en la historia. El material atrae hacia la historia. Es algo que acerca mucho a la gente; todos hemos hecho muñecos de plastilina, por lo tanto, hay una familiaridad. Y como usted dice, efectivamente son temas complejos, donde existen prejuicios, pero es gratificante cuando uno se da cuenta de que algo cambia, no hay un rechazo como a veces sucede con la fotografía real.

En medio de todas las historias que ha podido escuchar, ¿qué le ha impactado?

Muchas cosas, primero, cuando uno ha hablado con tantas personas y entiende que hay muchas causas para irse de sus países: unos se van por amor, otros por violencia, por cambios climáticos… Todos tenemos, en ocasiones, esas necesidades de cambio. Es un revuelto, para mí hay algo fundamental, y es cómo tratar que esos temas no generalicen, entender las problemáticas y empaticen. He visto historias tremendas. Cuando uno está en el Darién o se va en el barco con los migrantes, y uno tiene al lado a alguien de Afganistán, que es de muy lejos y que está ahora en un lugar totalmente desconocido… Gente que llega muy desinformada sin saber dónde se están metiendo. Se enfrentan a una realidad distinta. Es importante andar liviano en este mundo; entre más carga tiene uno, menos puede caminar rápido y recorrer los caminos.

El tiempo pasa distinto dependiendo de cuánto uno sufre o disfruta un camino, ¿ha sido testigo de ello?

He sido testigo de algo muy triste y es el poco valor de la vida cuando eres migrante; si desapareces, no eres ni siquiera una cifra. El migrante es como si perdiera sus derechos de existir en este mundo. Desaparece un día y no hay forma de saber nada sobre lo que sucedió. Mire lo que pasa en el Mediterráneo, la cantidad de gente que se ahoga y que nadie sabe qué sucede. Un tema en el que trabajé en Centroamérica es lo de los desaparecidos, y es que ni siquiera hay una organización que se dedique a buscar la historia de los migrantes. Son realidades muy fuertes.

(Le puede interesar: Día Mundial de los Refugiados: ¿quiénes son y dónde están?)

         

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agosto
3 / 2023